“Descenso a los infiernos”- Ian Kershaw

Viaje de ida y vuelta al infierno [Julián Casanova, El País-BABELIA, 19-5-2016]

‘Descenso a los infiernos’, de Kershaw, es un libro claro y preciso sobre la historia de Europa que ilustra la importancia de la Primera Guerra Mundial en el devenir del continente

La Primera Guerra Mundial, que decidió el destino de Europa por la fuerza, tras décadas de primacía de la política y de la diplomacia, ha sido considerada por muchos historiadores como la auténtica línea divisoria de la historia de Europa del siglo XX. Ian Kershaw, acreditado historiador de Hitler y de la Alemania nazi, comparte plenamente esa tendencia, consolidada desde que Eric J. Hobsbawm comenzara en 1914 su ya clásico relato del “siglo XX corto”. Europa, que se había jactado de ser “el culmen de la civilización”, cayó entre 1914 y 1945 en la sima de la barbarie, hizo un viaje de ida al infierno en la primera mitad del siglo XX, para volver de él en la segunda.

Nada antes de 1914 había preparado el mundo para lo que iba a suceder, aunque la violencia había esparcido ya sus semillas. Por eso ­Kershaw emplea los primeros capítulos para identificar los componentes básicos que desde el siglo XIX allanaron el camino a la violencia que afloraría desde 1919: el nacionalismo étnico-racista; el imperialismo colonial; los conflictos de clase, agudizados por el triunfo de la revolución bolchevique, y una crisis prolongada del capitalismo.

Fue en Alemania donde el acoplamiento de esos cuatro elementos de la crisis se manifestó en su forma más extrema, tras cimentar Hitler su control dictatorial del Estado, y llegó a su punto culminante, en la Segunda Guerra Mundial, en el centro y este de Europa, las zonas más desestabilizadas del continente, principal escenario del genocidio y de la destrucción de todos los ideales de civilización surgidos desde la Ilustración.

Al conflicto bélico iniciado en 1914 se le puso la etiqueta de que había sido “una guerra para acabar con la guerra”, pero preparó el camino para otra aún mayor. Y Kershaw explica por qué esas esperanzas se evaporaron con rapidez y cómo Europa construyó los cimientos de una “peligrosa triada ideológica” —comunismo, fascismo y democracia liberal— que rivalizaron por imponer su dominio.

La crítica a la democracia ganó terreno tras los desastres de la guerra y con el miedo a la revolución y al comunismo que llegaban desde Rusia. Tras la Gran Depresión, que comenzó a sentirse con fuerza a partir de 1930, la democracia aguantó sólo en unos pocos países y un nuevo autoritarismo, representado por los fascismos y los movimientos populistas de derecha radical, triunfó en todos los demás, en un continente económica y políticamente roto.

El orden pactado de posguerra se desmoronó. La política de rearme emprendida por los principales países desde mediados de los años treinta creó un clima de incertidumbre y crisis que redujo la seguridad internacional. El comercio de armas se duplicó desde 1932 hasta 1937. Importantes eslabones en esa escalada a una nueva guerra fueron la conquista japonesa de Manchuria en 1931, la invasión italiana de Abisinia en 1935 y la intervención de las potencias fascistas y de la Unión Soviética en la guerra civil española. Pero lo que realmente cambió el escenario de la política internacional fueron las pretensiones revisionistas y ambiciones expansionistas de Hitler.

Esa crisis se resolvió por las armas, en una guerra combatida por poblaciones enteras, sin barreras entre soldados y civiles. Según ­Kershaw, a diferencia de la guerra de 1914-1918, “el genocidio constituyó la razón de ser misma” de la de 1939-1945, “un ataque contra la humanidad sin precedentes en la historia”. Toda la construcción de la cultura burguesa e imperial de Europa se hundió en el abismo en tres décadas.

Pero del apocalipsis emergió una Europa cambiada por completo. Estados Unidos y la Unión Soviética pasaron a ocupar el vacío dejado por la desaparición de las grandes potencias, con Alemania destruida y Francia y Reino Unido muy debilitadas. Mientras que la primera de esas guerras del siglo XX había dejado un legado de convulsión, la segunda, una catástrofe todavía peor, dio luz a un periodo de estabilidad imprevisible y, en la mitad occidental, a una prosperidad incomparable. Kershaw cierra el libro, y anuncia la continuación, con una explicación de los elementos que interactuaron para crear la simiente de esa transformación, desde el fin de la ambición de gran potencia de Alemania, hasta la división en dos bloques y la nueva amenaza de guerra atómica.

Esta historia de Europa de Kershaw no destaca por las nuevas aportaciones que hace, sino por el modo en que la cuenta e interpreta. Los mejores historiadores huyen de esos pesados manuales elaborados con una suma de historias nacionales. El telescopio sustituye al relato detallado y la escritura clara y precisa se aleja de las complejas narraciones supuestamente más científicas. La historia sale ganando y el lector lo agradece. Sobre todo cuando detrás de ella está alguien tan experto y documentado.

Descenso a los infiernos. Europa 1914-1949. Ian Kershaw. Traducción de Joan Rabasseda y Teófilo de Lozoya. Crítica. Barcelona, 2016. 769 página

Umberto Eco: “Aquellos que olvidan la historia”

Aquellos que olvidan la historia 

Es una verdad obvia que los jóvenes carecen de conocimientos generales de historia. Pero en my experiencia, para los jóvenes el pasado se ha aplanado en una enorme nebulosa indiferenciada. Es por eso que en una carta abierta publicada recientemente en la revista italiana L’Espresso, le recomendé a mi nieto adolescente que ejercitara su memoria aprendiéndose de memoria un poema largo.

Me temo que las generaciones jóvenes de la actualidad corren el riesgo de perder tanto la memoria individual como la colectiva. Las encuestas han revelado dos tipos de falsos conceptos que persisten entre jóvenes evidentemente con estudios: por ejemplo, leí que muchos estudiantes italianos de universidad creen que Aldo Moro fue el líder de la organización militante Brigadas Rojas, cuando en realidad él era el primer ministro de Italia y las Brigadas Rojas fueron las responsables de su muerte en 1978.

Le escribí esa carta a mi nieto en diciembre, más o menos por el tiempo en que cierto video se había vuelto viral en YouTube. Éste era de un episodio de “L’Eredità”, un programa de concursos de la televisión italiana que al parecer elige a los concursantes por su buen aspecto y afabilidad, junto con un mínimo de conocimientos generales. (Podemos suponer que esto es para evitar llenar la trasmisión con gente bonita pero despistada que se devana los sesos solo para responder a preguntas de opción múltiple como: ¿Giuseppe Garibaldi fue un ciclista, un explorador, un líder militar o el inventor del agua caliente?)

En un episodio, el presentador, Carlo Conti, pidió a los concursantes que identificaran el año en que Adolf Hitler fue nombrado canciller de Alemania. Las cuatro opciones de respuesta eran: 1933, 1948, 1964 y 1979. Los cuatro concursantes que tenían la oportunidad de responder eran: Ilaria, una joven bastante bonita; Matteo, un hombre de buena complexión de unos 30 años, con el cráneo afeitado y una cadena alrededor del cuello; Tiziana, una atractiva joven que también parecía tener unos 30 años; y una joven de nombre Caterina que llevaba anteojos y tenía aires de sabelotodo.

Debería ser universalmente sabido que Hitler murió al final de la Segunda Guerra Mundial, por lo que obviamente la respuesta solo podía ser 1933; las otras fechas eran simplemente demasiado tardías. Pero Ilaria supuso que fue en 1948, Matteo eligió 1964 y Tiziana, 1979. Cuando le llegó el turno a Caterina ya estaba obligada a elegir 1933, pero fingió cierto titubeo al elegirla, no sabemos si por ironía o asombro.

Conti también les preguntó a los concursantes en qué año el entonces primer ministro Benito Mussolini se había reunido con Ezra Pound; aquí también las opciones eran 1933, 1948, 1964 y 1979. Ahora bien, nadie está obligado a saber quién fue Ezra Pound (para que conste, él fue poeta y crítico estadounidense) y de no haber sido una pregunta de opción múltiple, yo tampoco habría indicado el año correcto. Pero dado que Mussolini fue asesinado en 1945, la única respuesta posible era 1933. (Confieso que quedé asombrado al enterarme en qué medida el dictador se mantenía al tanto con la poesía estadounidense.) La dulce Ilaria, pidiendo indulgencias con su tierna sonrisita, supuso que en 1964.

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Mor Umberto Eco

L’any 1980 va publicar la novel·la El nom de la rosa. [Il nome della rosa, edizione Bompiani, setembre de 1980]

“[…] De manera que, per consell de Marsilio, que m’havia pres afecte, van decidir que acompanyés a fra Guillermo de Baskerville, savi franciscà que estava a punt d’iniciar una missió en l’acompliment de la qual tocaria moltes ciutats famoses i abadies antiquíssimes […] El meu mestre em va donar molts consells bons per als meus futurs estudis, i em va regalar les lents que li havia fabricat Nicola, atès que ja havia recuperat les seves. Encara era jove, em va dir, però arribaria el dia en què em serien útils (i de fet les tinc sobre el meu nas mentre escric aquestes línies). Després em va estrènyer entre els seus braços, amb la tendresa d’un pare, i em va dir adéu.
No vaig tornar a veure-ho. Molt més tard vaig saber que havia mort durant la gran pesta que es va abatre sobre Europa cap a mitjan aquest segle. Prec sempre que Déu hagi acollit la seva ànima i li hagi perdonat els molts actes d’orgull que la seva supèrbia intel·lectual li va fer cometre […]
Fa fred en el scriptorium, em dol el polze. Deixo aquest text, no sé per a qui, aquest text, que ja no sé de què parla: stat rosa pristina nomini, nomina nuda tenemus”.

  • Itàlia honora el seu gran savi [Eusebio Val, La Vanguardia 21-2-2016]
    A Eco el preocupava internet perquè  “anima a viure en el present- i això fa que les noves generacions hagin perdult la memòria i desconeguin la història. Les seves declaracions sempre eren sucoses. “La informació pot perjudicar el coneixement, tal com passa avui amb els mitjans de masses i internet, perquè ens diuen masses coses- va adveritr en un programa de la RAI, el gener del 2015. Masses coses juntes fan soroll i el soroll no és un instrument de coneixement.

Umberto Eco nació en la ciudad piamontesa de Alessandria –ojo, no confundir con la homónima egipcia, a pesar de que se hubiera sentido cómodo en su legendaria biblioteca– y murió este viernes a los 84 años  en su piso de Milán, el mismo donde le visitamos no hace siquiera un año, en marzo del 2015. Vivía en una de las dos mejores plazas de la capital editorial de Italia, frente al imponente Castello Sforzesco, punto de atracción de los turistas y que él desmitificó con una simple frase: “Es una copia del siglo XIX… como todo el gótico francés”. Fue la última –y la más larga– de una serie de cinco conversaciones que mantuvimos y que se habían iniciado en Barcelona en el 2001.

Clac, clac. El paso de Eco por las calles de Milán, acompasado por los golpes de su bastón de sauce contra el pavimento mojado por la lluvia, es el primer recuerdo, sonoro, de aquel encuentro. Con su sombrero modelo Fedora, su gabardina y unos andares nerviosos, tenía el aspecto de ser un detective clásico que nos guiara por una ciudad de otro tiempo, repleta de conspiraciones, anécdotas y aventuras.

El momento más intenso fue, ya en su piso, el paseo por “el pasillo de la literatura”, una parte de su impresionante biblioteca de 35.000 volúmenes, que se distribuía de modo aleatorio por las dos plantas del domicilio. “Este es el estudio de los ensayos, allá junto al lavabo tengo a los lógicos ingleses”, decía señalando un lugar en el que no reinaba ningún orden aparente. “¡¿Caos?!”, clamó fingiendo indignación. “¡A ver, dígame el nombre de un filósofo!”. “Mmm… Hume”. Y Eco apartó una butaca giratoria que le había salido al paso, avanzó hacia un tabique de estanterías y agarró un grueso volumen que contenía la Investigación sobre el entendimiento humano del ensayista escocés. “¡Dígame otro!”. Y, así, iban apareciendo Aristóteles, Nietzsche, Wittgenstein…

En una cajita guardaba su colección de pipas, tras unas vitrinas adivinamos manuscritos medievales, en el salón reinaba una escultura de Hermes de mármol, y unos facsímiles de los evangelios reposaban sobre un atril. También pasamos ante un muro que él llamaba “mi cementerio” porque en él colgaba fotos de sus amigos muertos, como la actriz Franca Rame –esposa de su vecino, el Nobel Dario Fo– o la editora catalana Esther Tusquets. Nos preguntó con ojos traviesos por Beatriz de Moura, “¡la editora más guapa de toda la feria de Frankfurt!… y tal vez del mundo”.

Pero lo que a él le hacía más gracia era una viñeta de The New Yorker que había enmarcado, “la mejor de su historia”: en ella aparece un niño a quien su madre le dice: “No, tú has sido parido, no descargado”. Conservaba también la caricatura que le hizo el dibujante Georges Wolinski, del semanario Charlie Hebdo, asesinado en el atentado de París. Había dos ordenadores, aunque confesaba que “puedo pasarme horas escribiendo sentado en el baño, de hecho lo hago bastantes veces”.

Mordía tabaco constantemente y llegamos a temer que, en algún momento, fuera a escupirlo todo, pero no, por lo que dedujimos que acababa tragándoselo. “No se asusten, fumé en pipa de los 20 a los 60 años, pero la tenía siempre en la boca y lo tuve que dejar. Sé que da una imagen rara esto de mascar un cigarrillo, el otro día una señora me dijo: ‘¿Por qué no lo enciende? Va todo el día con eso en la boca’, y yo le respondí: ‘Señora, ¿no ha tenido nunca usted cosas en la boca sin encenderlas?’”. “Umberto, por favor…”, le recriminó la alemana Renate Ramge, su esposa desde 1962.

Eco se reinventó a sí mismo a los 48 años. Cuando era uno de los semiólogos más importantes del mundo, publicó en 1980 la novela El nombre de la rosa, que ha vendido 50 millones de ejemplares y que salvó de la quiebra a algunas editoriales, entre ellas la barcelonesa Lumen.

De veinteañero había sido incluso guionista de televisión, en la RAI –junto al filósofo Gianni Vattimo, por si alguien aún duda del deterioro actual de los contenidos audiovisuales–. Empezó a publicar por esa época, en 1956, en concreto su tesis doctoral, titulada El problema estético en Tomás de Aquino. Le seguirían, años después, ensayos míticos como Apocalípticos e integrados (1964) y el Tratado de semiótica general (1975). El éxito que obtuvo su primera novela le condujo a publicar después otras ficciones como El péndulo de Foucault (1988), La isla del día antes (1994), Baudolino (2000), La misteriosa llama de la reina Loana (2004), El cementerio de Praga (2010) o Número cero (2015), una sátira sobre los medios de comunicación.

Autor de siete novelas y 42 ensayos, su libro más leído es Cómo se hace una tesis, de lo que se mostraba orgulloso. “Millones de estudiantes lo han usado en todo el mundo como guía. Sigue siendo útil en la era de internet aunque yo lo haya escrito a mano. Después de mi muerte, ese será el único libro que me sobrevivirá”.

Recordaba con afecto a su padre, director de una empresa que vendía hierro y bañeras que combatió en las dos guerras mundiales y, entre ellas, en el frente de Libia. “Era hijo de un tipógrafo, tuvo 12 hermanos, no podían comprarse libros, y se iba a los quioscos a leer los fascículos de las novelas por entregas, hasta que el quiosquero le echaba, se iba a otro quiosco y allí leía otro trozo. Colecciono aún libros impresos por mi abuelo. Yo leía en su casa, recuerdo Los tres mosqueteros de Dumas ilustrados por Maurice Leloir. Cuando murió, se le quedaron muchos manuscritos por editar en una caja, novelas populares a las que nadie hizo caso, y yo, a los 8 o 10 años, devoré esos manuscritos, eran aventuras fantásticas”. La otra influencia fue “mi abuela materna, una mujer que no tenía educación, tal vez la primaria, pero sí una pasión increíble por la lectura, se iba a las bibliotecas y siempre tenía un montón de novelas en casa. Leía Balzac o Stendhal como si fueran una novela rosa, sin sentido crítico, pero me prestaba esos libros y yo me sumergía en la gran novela francesa ya a los 12 años”.

A pesar de la guerra, Eco fue un niño feliz: “Siento nostalgia de aquellas noches en los refugios antibombardeos, en un sótano muy oscuro y húmedo, mientras fuera se escuchaba caer las bombas. Nos despertaban en casa de madrugada y nos llevaban allá abajo, los padres se asustaban, pero los niños jugábamos. Para mí es un recuerdo agradable”.

“¿En qué año se jodió Italia, professore?”, le preguntamos parafraseando a su amigo Mario Vargas Llosa. “En 1994, cuando llegó Berlusconi”, respondió sin vacilar.

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[La Vanguardia, 20-2-2016]
Frases de Umberto Eco
El escritor, semiólogo y filósofo italiano Umberto Eco se caracterizó por dictar sentencia sobre diversos temas a lo largo de su carrera. 

Sobre los libros

”Los libros no están hechos para que uno crea en ellos, sino para ser sometidos a investigación. Cuando consideramos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa”.

Sobre la corrupción

”Hoy, cuando afloran los nombres de corruptos o defraudadores y se sabe más, a la gente no le importa nada y solo van a la cárcel los ladrones de pollos albaneses”.

Sobre el amor

”El amor es más sabio que la sabiduría”.

Sobre el periodismo

”No son las noticias las que hacen el periódico, sino el periódico el que hace las noticias, y saber juntar cuatro noticias distintas significa proponerle al lector una quinta”.

La honestidad

”El verdadero héroe es héroe por error. Sueña con ser un cobarde honesto como todo el mundo”.

Sobre Dios

”Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no quiere decir que creen en nada: creen en todo”.

Sobre los villanos

”Los monstruos existen porque son parte de un plan divino y en las horribles características de esos monstruos se revela el poder del creador”.

La televisión

”Hoy no salir en televisión es un signo de elegancia.”

Sobre su día a día

”Para sobrevivir, tengo que contar historias”.

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La Unió Europea (2016): Els 28 estats de la Unió accepten un ‘estatus especial’ per al Regne Unit

 

[Claudi Pérez, El País, 20-2-2016]. “La excepcionalidad británica alcanzó ayer un nuevo hito. Reino Unido selló anoche, tras un maratón negociador de 40 horas, un acuerdo con la UE que consolida el “estatus especial” de Londres en el club: ningún otro país acumula tantas excepciones en Europa. Su primer ministro, David Cameron, hará finalmente campaña a favor de quedarse en la Unión. A cambio, los socios le ofrecen concesiones simbólicas, y sobre todo dinamitan uno de los principios fundamentales de la Unión: Londres podrá discriminar a los trabajadores en función de su pasaporte para tratar de limitar la inmigración.”

[Vilaweb] L’acord preveu que el Regne Unit pugui aplicar un ‘fre d’emergència’ als ajuts socials pels treballadors comunitaris durant un període de set anys. La restricció afectarà al treballador durant quatre anys, i serà gradual: al primer any no rebrà cap mena de pagament, fins que, passats els quatre, ja el rebi sencer. ‘Hauran d’esperar quatre anys per tenir accés total als nostres ajuts’, ha dit Cameron des de Brussel·les.

El pacte també permet als britànics impedir que els nous immigrants de la resta de la UE que hi arribin, o els nens que hi neixin, no estiguin autoritzats a rebre l’ajut per fill, l’anomenat ‘child benefit’ tan bon punt la nova legislació entri en vigor. Pels que actualment reben l’ajut, s’adaptarà a la baixa a partir del 2020. Els països de l’Est de la UE volien evitar que els ciutadans comunitaris que ja cobren aquest ajut no el perdessin, però finalment s’ha imposat la proposta britànica en una negociació molt intensa, segons ha admès el propi Cameron.

El govern de David Cameron també ha aconseguit que la resta de socis facin una referència explícita a excloure el Regne Unit de la frase dels tractats que parla d’una Europa cada vegada més unida. A nivell financer, Cameron ha pogut incloure a l’acord una clàusula que dóna a un país el dret a imposar un fre a la regulació financera controvertida durant les reunions dels líders del Consell Europeu. De facto, un poder de ‘veto’ sobre regulació financera que descartava el president francès, François Hollande.

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Guerra freda a Orient: lluita pel poder hegemónic a l’Orient Mitjà

Yemen, la expansión de la influencia Iraní

  • [Ángeles Espinosa, El País, 26-3-2105]
    Los rebeldes Huthi consideran una declaración de guerra contra Yemen los bombardeos aéreos de la madrugada de este jueves por parte de Arabia Saudí. Sus portavoces piden voluntarios “para luchar contra el invasor”, una coalición de una decena de países árabes suníes, algunos de cuyos miembros parecen dispuestos a participar en una eventual ofensiva terrestre. Irán, considerado aliado de los Huthi, ha pedido un cese inmediato de las hostilidades. Mientras, en Saná, la capital yemení, sus habitantes se muestran divididos entre quienes aplauden la intervención y quienes la ven como una nueva inmiscusión extranjera en sus asuntos.”
  • [La Primera Guerra Mundial del Islam, .[Antonio Navalón, El País, 2-4-2015]
  • Un rompecabezas religioso, [Javier Martín, EL PAÍS, 12-4-2015,]
  • ¿Cuál es ese islam que da miedo? [Tahar Ben Jelloun, EL PAÍS, 12-4-2015]

rompecabezas religioso

 

 

CERCLE POLAR ÀRTIC: Canvi climàtic i geopolítica

La geopolítica de la región

  • La geografía: El área delimitada por el Círculo polar Ártico —el paralelo de latitud 66º 33′ 46— no tiene una extensión definida al no tratarse de un continente propiamente dicho. Forman parte de ella las extremas regiones septentrionales de Europa, Asia y América del Norte. La capa de hielo que cubre el océano Ártico alcanzó los 14,54 millones de kilómetros cuadrados, su máxima amplitud en 2015, el pasado 25 de febrero. Se trata de la menor extensión desde que se monitorea ese dato.
  • Reservas energéticas: El US Geological Survey calcula que el Ártico alberga un cuarto de las reservas de petróleo y gas mundiales aún sin descubrir.
  • Consejo Ártico: El organismo que coordina las políticas regionales fue fundado en 1996 por los ocho países árticos: Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia, EE UU (Alaska), Canadá, Dinamarca (Groenlandia) e Islandia. De él forman parte también seis países miembros observadores —como China— y seis países observadores, que incluyen también a España.
  • Regulación: La Organización de las Naciones Unidas (ONU) creó un marco normativo en 1982 y estableció que los países ribereños tienen derechos económicos sobre 200 millas náuticas (370 kilómetros) a partir de sus costas.
  • Población: Los habitantes del Ártico ascienden a cerca de cuatro millones. Un 10% de ellos son indígenas que viven en la región desde hace milenios. Su economía se basa principalmente en antiguas técnicas de caza y pesca. A este grupo se han ido uniendo en tiempos más recientes migrantes procedentes de otras regiones. [El País, 5-4-2015]

 

Etnia NENET

Un niño de la etnia Nenets en la ciudad rusa de Nadym, a 2.500 kilómetros al noreste de Moscú. / DMITRY LOVETSKY

 

Interactivo: Creencias y prácticas religiosas en España

Interactivo: Creencias y prácticas religiosas en España  [LA VANGUARDIA,Ismael Nafría, 02/04/2015]

“El 69,3 de los españoles se declara católico, aunque solo el 13,7% de los creyentes va a misa los domingos

El 69,3% de la población española se declara católica, el 1,9% creyente de otra religión, el 16% no creyente y el 10,3% atea, según los datos del barómetro del mes de enero de 2015 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

Entre los creyentes, el 13,7% es practicante habitual  –afirma que asiste a misa u otros oficios religiosos casi todos los domingos y festivos o varios días entre semana-, cuando en octubre de 2011 ese porcentaje era del 18,4%. Actualmente, el 60,8% de los católicos o creyentes de otra religión no asiste casi nunca a oficios religiosos.

Por comunidades autónomas, las más católicas son Murcia (85% de la población), Canarias (84,9%) y Aragón (82,4%). En la parte baja de este ranking se encuentran Catalunya (60,7%), País Vasco (58,6%) y Melilla (46,3%).

  • La religión en España por CC.AA.
  • Práctica religiosa entre los creyentes por CC.AA.

  • Creencias religiosas en España (2011-2015)

  • Práctica religiosa de los creyentes españoles (2011-2015)

David Rieff: “El Islam ha entrado en una crisis profunda”

[“La gran sorpresa ha sido la crisis del islam” | Internacional | EL PAÍS, ANA CARBAJOSA]

A David Rieff (Boston, 1952) hay que escucharle con atención para no perder el hilo de sus argumentos. Salta de un extremo ideológico al otro sin complejos y fabrica conclusiones que rara vez encajan en corsés políticos. Le guían la valentía intelectual y décadas de estudio y observación sobre un terreno que a Rieff le gusta patear. A este historiador, le preocupa el encaje de los inmigrantes en Occidente y la malformación de las llamadas sociedades multiculturales; un asunto del que se ocupa desde hace décadas. Una Europa que percibe desnortada y naif, el islam sumido en una crisis profunda o los derechos humanos como credo absolutista son algunos de los asuntos que desgrana en una entrevista con este diario poco antes de disertar sobre inmigración en el Espacio Bertelsmann en Madrid. Autor de ensayos como El Matadero: Bosnia y el fracaso de Occidente (Aguilar) o A punta de pistola (Debate), Rieff vive a caballo entre Estados Unidos y Europa y escribe y enseña —en el Instituto de Estudios Políticos de París— sobre conflictos internacionales y acción humanitaria.Rieff prefiere durante este encuentro aparcar su faceta de hijo. Su madre fue Susan Sontag, gran referente del pensamiento progresista estadounidense y cuyo legado Rieff se siente en la obligación moral de mimar. “Una de mis responsabilidades en la vida es mirar por su trabajo, pero no me gusta ejercer de hijo profesional”.
 

Pregunta. En los años ochenta ya escribía sobre inmigración y multiculturalidad. Algunos de los problemas de integración de los que hablaba continúan vigentes y otros se han agudizado sin que los Gobiernos de Europa hayan encontrado remedio.

Respuesta. Lo que está pasando ya se podía vislumbrar en los ochenta si querías mirar. No había duda de que pobres del sur iban a venir al norte. En seguida entendimos de qué iba la globalización, a pesar de que algunos pensaran que podía afectar solo a los ricos y que los pobres simplemente no participarían. Por ese lado no me sorprende. La gran sorpresa ha sido el islam y su crisis. La gente no teme a los inmigrantes, teme al islam. Es absolutamente cierto que los gobiernos están ciegos. No es posible que los alemanes en los sesenta pensaran que los gastarbeiter [los que emigraron a Alemania para trabajar] iban a volver a sus países, o que alguien piense que la gente no va a intentar cruzar a Ceuta y a Melilla. Es sorprendente que un cambio territorial minúsculo en Ucrania suponga horas y horas de dedicación para un ministro y que de las muertes en el Mediterráneo se encargue casi de pasada y por obligación. Hace falta más voluntad política.

P. En Europa, el populismo de derechas explota el miedo al diferente, mientras la izquierda, acomplejada, teme si quiera abordarlo en muchos países. ¿Por qué no somos capaces de mantener un debate sereno y racional sobre inmigración?

R. Porque no solo la izquierda progresista defiende a los inmigrantes, también están los empresarios. La inmigración se ha vuelto inevitable gracias a una alianza de la izquierda con la clase empresarial. La ruptura de los sindicatos es en parte consecuencia de la llegada de más inmigración. Los efectos de esta globalización hacen que la clase trabajadora entre en pánico. Ellos son los grandes perdedores de estos cambios globales. El futuro no pinta bien para ellos. Si eres un obrero de Lille, sabes que tus mejores años han quedado atrás, que ahora te enfrentas a deslocalizaciones, a más inmigrantes dispuestos a trabajar por menos dinero. Esto explica por ejemplo que el Frente Nacional sea la fuerza dominante en Francia.

P. Los gobiernos no acaban de reaccionar y los extremistas copan el discurso. ¿Cómo se puede romper esta dinámica?

R. Lo único positivo que veo de la catástrofe de París es que ahora, las élites biempensantes francesas ya no podrán decir que no está pasando nada. Los franceses son la sociedad más esclerotizada que conozco en Europa. Están ciegos, encantados de haberse conocido. Ahora sin embargo, el primer ministro francés habla de apartheid en la banlieue [los barrios periféricos] y eso es bueno. Esos jóvenes [inmigrantes y descendientes de inmigrantes] están muy enfadados y algunos son susceptibles de caer en las redes del Daesh [el Estado Islámico]. Los jóvenes que crecen en Europa saben que el islamismo radical es lo que más asusta aquí. Se sienten impotentes porque no tienen poder económico ni cultural. Su única arma es la brutalidad. Europa tiene que darse cuenta de no ha sabido transmitir su narrativa histórica a los musulmanes. El hecho de que cada instituto judío de Europa esté protegido tiene que ver con que no han asumido la narrativa europea. En 1945 nadie hubiera podido pensar que esto iba a suceder.

P. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

R. Europa está especialmente mal preparada para este tipo de problema. Las élites europeas se han convencido a sí mismas de que el mundo es un lugar racional. No se dan cuenta de que el mundo es irracional y cruel. Creo sinceramente que el periodo que hemos vivido entre 1945 y los noventa fueron una excepción de prosperidad y disminución de la barbarie. Que la vuelta de la barbarie es solo una vuelta a la normalidad. Aquí hay además un componente político. En EE UU o en América Latina, los jóvenes enfadados montan bandas criminales. Aquí se apuntan a la yihad. Es un problema real, no se lo ha inventado la derecha.

P. Usted sostiene que uno de los problemas es que los valores europeos se han diluido casi hasta dejar de existir.

R. A los chicos de la banlieue les dicen: tienes que aceptar los valores europeos. ¿Pero qué valores son esos? Esto es como el póker. No puedes derrotar algo con nada. Los valores se reducían a ofrecer una vida mejor, prosperidad, pero eso ya no está ahí. En Francia además, un factor muy importante fue la crisis del comunismo, que era un motor de asimilación también en los suburbios. Los comunistas controlaban a los conflictivos y mantenían la disciplina social en los barrios. Ahora ya no hay partido; hay imanes. Muchos de ellos hacen lo que pueden, pero no es suficiente. Hoy vivimos en un mundo en el que las cuestiones de identidad cobran mucha importancia. Otra razón fundamental es la crisis del islam.

P. ¿A qué se refiere?

R. El islam ha entrado en una crisis profunda. La brecha entre suníes y chiíes se ha convertido en guerra. Las guerras que observamos en Oriente Próximo tienen que ver con esa fractura. En Siria por ejemplo está claro que se trata de una guerra entre Catar y Arabia Saudí contra Irán. Si nos fijamos en la historia de la cristiandad, también vemos épocas de fanatismo que se llevaron por delante otras corrientes cristianas. Creo que estamos en una de esas épocas en el islam.

P. Chérif Kouachi, uno de los atacantes de Charlie Hebdo dijo en el pasado que fueron las torturas a musulmanes en Abu Ghraib lo que le cambió.

R. No creo que el terrorismo islámico tenga que ver con que Occidente no sea justo en Palestina o en Irak. Es verdad que en el caso de la identidad judía, también en Francia, el gran pegamento que mantiene a la comunidad unida en la diáspora es el sionismo y que eso genera tensiones con otras minorías. Puede haber explicaciones, pero no justificaciones. O crees que se pueden poner bombas en los mercados o no. No hay camino intermedio. Los derechos humanos son un credo absolutista.

P. Siria se ha convertido en el gran imán para el yihadismo planetario. Europa y EE UU parecen estar un poco perdidos sobre cómo actuar.

R. No puedes esperar que habiendo una guerra a las puertas de Europa la gente no huya. Mire, yo soy profesor de intervención humanitaria y le puedo decir que no hay una guerra justa. En el caso sirio, no es posible justificar una intervención internacional, porque las posibilidades de éxito son demasiado pequeñas y ese es uno de los requisitos morales para intervenir.

P. ¿Debe resignarse la comunidad internacional?

R. La comunidad internacional como concepto no existe. Hay un orden global, dominado por EE UU y Breton Woods. Entramos en un mundo multipolar, pero me cuesta imaginar que EE UU no vaya a ser un gran poder. En realidad, no creo que el mundo haya cambiado tanto, que el poder militar haya perdido tanta relevancia. Esa es una ilusión europea que parte de asunciones irreales, según las cuales, las guerras son algo del pasado, y la gente va a ser cada vez más rica. Eso no es así.

P. Resulta difícil no preguntarle por su madre, Susan Sontag. ¿Está trabajando en nuevos proyectos vinculados con ella?

R. Tengo una pequeña fundación que creé en nombre de mi madre y que otorga premios a jóvenes traductores. Ahora tengo que editar el tercer volumen de sus diarios en los próximos seis meses. Hay muchísimo material. Hay que seleccionar, porque ella no lo hizo. Hay miles y miles de páginas, que en el tercer volumen quedarán reducidas a unas 300. Una de mis responsabilidades en la vida es mirar por su trabajo, pero no me gusta ejercer de hijo profesional.

70è aniversari de l’alliberament del camp d’extermini nazi d’AUSCHWITZ (Oświęcim)

 

La Vanguardia-Infogràfic interactiu [Alan Jürgens, Clara Penín y Pablo González ]

[María-Paz López, LA VANGUARDIA, 25-gener-2015]

En la catedral francesa de la plaza Gendarmenmarkt, el coro berlinés Shalom entona Ani Ma’amin, la canción de la profesión de fe judía según los trece puntos compilados en el siglo XII por el cordobés Maimónides. Sus voces resuenan poderosas en este acto conmemorativo del 70.º aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz, en el que la principal oradora es Assia Gorban, una señora ucraniana de 81 años que afronta el micrófono con energía.

“Cuando en julio de 1941 los ocupantes alemanes llegaron a nuestra ciudad, mi abuelo dijo que no había que preocuparse, que los alemanes eran un pueblo culto”, evoca Gorban en esta velada serena, organizada el pasado jueves por la asociación Iniciativa 27 de Enero, que toma su nombre del día exacto de 1945 en que las tropas soviéticas entraron en Auschwitz.

La señora Gorban no estuvo prisionera allí, sino en un campo de concentración de menor tamaño y relevancia dentro de la llamada solución final (la aniquilación de los judíos de Europa planificada por los nazis), pero es una superviviente del Holocausto, y como tal sostiene que seguirá relatándolo mientras le queden fuerzas. Assia era una niña judía que vivía con sus padres y su hermano pequeño en Mogilev-Podolsky, localidad de Ucrania (entonces parte de la Unión Soviética) cercana a la frontera con Rumanía. La población judía de la ciudad era de 9.000 personas.

“Al llegar, los nazis convirtieron Mogilev-Podolsky en un campo de tránsito para judíos expulsados de Rumanía y empezaron a deportarnos a todos”, explicó Assia Gorban, que fue recluida con su familia en el campo de Petschora, regentado por colaboracionistas rumanos. “No había comida, sólo mondas de patatas del rancho de los guardias; intentamos huir dos veces y nos apalearon, pero al final con sobornos lo conseguimos -recordó-. Sobrevivimos a la guerra en parte también porque los rumanos eran menos estrictos”.

El Holocausto -la Shoá, según la denominación hebrea- tuvo muchos nombres de campos de exterminio (Sobibor, Treblinka, Belzec, Majdanek, Chelmno…), pero el de Auschwitz, instalado en 1940 en la localidad polaca de Oswiecim, a setenta kilómetros de Cracovia, se ha erigido en símbolo de aquella ignominia. Víctimas de las cámaras de gas, de trabajo esclavo, hambre, enfermedad, tortura, experimentos de laboratorio o ejecuciones a tiros, murieron en Auschwitz-Birkenau (nombre completo del campo tras sucesivas ampliaciones) 1,1 millones de personas, según estimaciones aceptadas por el museo y memorial instalado en el lugar. La inmensa mayoría eran judíos de países europeos, pero también polacos, gitanos, homosexuales, prisioneros de guerra soviéticos y testigos de Jehová, entre otros.

Hace ahora 70 años, cuando el Ejército Rojo que avanzaba hacia el oeste liberó Auschwitz, halló a siete mil supervivientes macilentos, un millar de cadáveres amontonados para ser quemados y unos 600 muertos diseminados, casi todos asesinados a tiros a última hora. La Segunda Guerra Mundial estaba en sus postrimerías, se palpaba la derrota alemana, y ante el avance de los aliados, los ejecutores de la indecible infamia intentaron borrar las pruebas de sus crímenes antes de retirarse.

El 17 de enero, diez días antes de la llegada soviética, el comandante del campo, Rudolf Höss -que sería ajusticiado en la horca después de la guerra-, comenzó a evacuarlo: 56.000 prisioneros fueron obligados a partir hacia otros campos de concentración en extenuantes marchas de la muerte, casi siempre a pie. En esas marchas murieron al menos nueve mil personas (algunos historiadores elevan la cifra a 15.000) por frío, hambre, agotamiento o ejecuciones. Mientras, en Auschwitz, unidades de las SS procedían a la eliminación: quemaron archivos en grandes piras y volaron crematorios y almacenes. Pero suprimir todo rastro les resultó imposible.

El 27 de enero, soldados del 60.º Ejército del Primer Frente Ucraniano -así llamado porque entró en Polonia desde Ucrania- abrieron las cancelas del recinto de Auschwitz y fueron recibidos con júbilo por prisioneros exhaustos. Médicos militares soviéticos y voluntarios polacos de la Cruz Roja iniciaron la asistencia a los supervivientes. Los exprisioneros que se sentían con fuerzas se marcharon casi inmediatamente, algunos por sí solos y otros en transportes organizados hacia diversos lugares.

Pero al menos 4.500 seres humanos en gravísima postración pasaron entre tres y cuatro meses en esos hospitales de campaña. Estaban tan esqueléticos que se les tuvo que racionar el regreso a la alimentación normal: al principio, sólo una cucharada de sopa de patata tres veces al día. Semanas después de la liberación, las enfermeras aún encontraban pan escondido bajo los colchones de los pacientes, aterrados ante el temor de que dejaran de dárselo.

“Los supervivientes tuvieron que reconstruir sus vidas, traumatizados, con secuelas físicas y psíquicas, algunos con sentimientos de culpa por haberse salvado cuando otros murieron, y sin querer dar detalles de lo que habían padecido, convencidos de que nadie iba a creerles”, explicó en la ceremonia de la Gendarmenmarkt el embajador de Israel en Alemania, Yakov Hadas-Handelsman. Muchos optaron por callar. “Un superviviente del Holocausto me dijo hace poco que en 60 años de matrimonio no había hablado del tema con su esposa jamás”, añadió Gideon Joffe, presidente de la Comunidad Judía de Berlín. En Israel, los hijos de los deportados también prefirieron el silencio; los nietos empezaron a preguntar.

“En unos años ya no quedarán supervivientes del Holocausto, y es responsabilidad nuestra como alemanes preservar el legado de los testigos, para que tengan rostro y voz”, afirmó Harald Eckert, presidente de Iniciativa 27 de Enero. Por circunstancias del destino, Assia Gorban acabó viviendo en Berlín. “En Petschora, mi abuelo salvó a mi padre ofreciéndose en su lugar cuando los alemanes ya se lo llevaban del campo; fusilaron a mi abuelo -explicó en la catedral, ante una audiencia enmudecida-. Pero ahora yo ya no albergo odio hacia Alemania. Sólo quiero que algo así no se repita nunca más”.

Museu

70th Anniversary of the Liberation of Auschwitz

L’any 1945, les forces aliades comencen a alliberar els camps de concentració. Allà troben autèntiques atrocitats que queden totes enregistrades pels càmeres de l’exèrcit. Amb aquell material, Sidney Bernstein i el seu equip van produir un llargmetratge que per qüestions polítiques mai es va poder concloure. Aquest documental ens acosta a una historia inèdita i profundament commovedora amb intervencions d’alguns supervivents, dels soldats que els van alliberar i també d’alguns professionals que van participar en l’elaboració del reportatge.El reportatge comença amb l’alliberament del camp de concentració de Bergen-Belsen, on el comandant Josef Kramer i el seu equip són fets presoners de guerra. Es mostra també l’alliberament d’altres camps com Auschwitz, o Majdanek a Polònia, a través de les filmacions fetes pels càmeres soviètics, que en un primer moment van ser rebutjades perquè es consideraven propaganda no fonamentada. Oficials i civils alemanys són obligats a presenciar les escenes dramàtiques que han deixat enrere durant els anys de les atrocitats comeses.Aquestes terribles imatges d’arxiu s’alternen amb entrevistes a alguns supervivents com ara Anita Lasker-Wallfisch i Eva Mozes Kor, que descriu l’arribada d’aquells soldats amb uniformes de camuflatge blancs que van alliberar el camp mentre nevava, tot repartint xocolata i abraçades entre els presoners. Un altre dels entrevistats és Branko Lustig, productor de “La llista de Schindler”, que narra l’arribada dels exèrcits al so de les gaites de la brigada escocesa.El documental també inclou una conversa enregistrada amb Alfred Hitchcock sobre la seva participació en el projecte així com l’aportació del propi Sidney Bernstein.