¿Es legítimo el uso de la violencia por parte del Estado?

A veces, el estado puede verse obligado a utilizar la violencia en situaciones extremas, pero en muchos casos, las situaciones no son tan extremas. El dilema está en buscar la frontera entre cuándo puede aplicarse violencia y cuándo hay otras soluciones.

Para entender la violencia estatal, hay que definir el concepto de estado, y conocer los elementos que controla. Un estado es una forma, reconocida internacionalmente, en que se manifiesta el poder político de forma independiente, ejerciendo soberanía sobre las personas de un determinado territorio. El estado integra un conjunto de instituciones y organizaciones especializadas: el gobierno, la administración pública, los parlamentos, los tribunales, la policía y el ejército.

Hemos oído muchas veces noticias sobre detenciones forzadas o abusos violentos por parte de los cuerpos de seguridad, y la opinión general coincide en que el Estado no debe intervenir con violencia en tales situaciones. El Estado nunca debería tener derecho a utilizar la violencia inapropiadamente o exageradamente si hay otros métodos de solución, que, en la mayoría de estos casos, las hay.

Por ejemplo, cuando un cuerpo de policía se ve obligado a detener un ladrón, y éste no se deja detener, no hay que aplicar métodos violentos para pararlo. Ahora bien, si este ladrón lleva un arma y dispara a un miembro del cuerpo, los otros miembros deben detenerlo por la fuerza, y si es preciso, aplicar la violencia de la manera menos exagerada posible. En este caso, un policía tendría derecho a tirar al suelo de manera violenta al ladrón. Si esto no resulta efectivo, se intentará un grado mayor de fuerza, hasta inmovilizar al agresor.

A gran escala, por ejemplo, cuando los ciudadanos de un Estado son atacados por el ejército de otro, entonces existe el derecho a utilizar la violencia para defenderse. El concepto es exactamente el mismo a nivel individual: cuando alguien nos ataca, nos quiere matar, o quiere dañar a alguien de nuestro entorno, nos podemos defender violentamente si el diálogo u otros métodos no funcionan.

Por lo tanto, lo que consideramos un abuso de la violencia por parte del Estado es cuando hay otras maneras pacíficas de solucionar los conflictos, pero es aplicada la violencia. Opuesto a mi argumento, la violencia puede actuar como el remedio más rápido y eficaz, pero va en contra la moral de las personas y los derechos humanos utilizar la violencia cuando se puede evitar su uso.

En conclusión, en algunos casos de defensa, el uso de la violencia por parte del estado puede ser necesario, pero siempre de la manera más sutil posible. En ninguna otra circunstancia debe ser empleada.

NCW.

¿Es legítimo el uso de la violencia por parte de estado?

Según la Enciclopedia Catalana, el Estado es “la formación social histórica, organizada como unidad política con características propias”. Todo estado debe tener una organización política determinada. De la política se dice que es la acción destinada a la conquista, la conservación y el ejercicio del poder.

Siendo así que sin poder no existe forma política, a lo largo de la historia se han podido distinguir dos tipos de poder: el coercitivo y el autoritario. En el poder coercitivo, éste se ejerce mediante amenazas, es decir, el pueblo se ve obligado a obedecer, siendo obligado y sin más alternativas. En cambio, el poder autoritario se basa en la aceptación del pueblo por voluntad propia de el poder que se esta ejerciendo sobre él.

El poder perfecto sería aquel en el que no hiciese falta el uso de la violencia, y ese tipo de poder hoy en día no existe. Según Weber, el estado es esa “comunidad humana que reclama para él el monopolio de la violencia física legítima”. La visión de Weber se refleja en el poder coercitivo, según el que la violencia por parte del estado es totalmente legítima. En el poder autoritario no debería ser así, pero también lo es: el estado puede ejercer violencia legítima contra a aquellos que infrinjan unas leyes marcadas por el gobierno, ya establecidas anteriormente.

Realmente afirmar que el estado tiene derecho a ejercer cierto tipo de violencia en ciertas ocasiones no parece muy ético, pero, planteémonos-lo desde otro punto de vista: ¿Puede llegar a existir algún tipo de política en el que no haya violencia legítima por parte del estado? ¿Funcionaría? Se ha demostrado, a lo largo de la historia, que no. No ha habido ninguna sociedad en la que no hubiesen unas reglas específicas, unos derechos y unos deberes por parte de cada individuo. Como ciudadanos, siempre necesitaremos ser controlados de alguna forma, con más o menos libertad, por el Estado.

Y es triste, pero parece ser que no podemos ser controlados sin estar bajo un estado que tenga legitimada la violencia en ciertas ocasiones.

M. H.

Spots ”carismàtics” ?

Amb motiu del Post anterior m’he dedicat a buscar les campanyes audiovisuals que han dissenyat els partits de PCS i CiU i he trobat una cosa que m’ha indignat.

El PCS s’ha atrevit a personalitzar una Escena de una película d’uns dels millors humoristes britànics: La vida de Brian d’Els monty Phyton.

A la web del PSC està el link del seu nou video i al cantó posa que preten circular per la televisió i fins i tot pels cinemes.

Aqui us deixo l’escena original, i el ”remake” que ha fet el PSC:

Original:

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PSC:

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Per altra banda també he buscat l’Spot de CiU:

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Amb aquest Spots es pot confirmar la idea de voler arribar a la gent amb una mica més de gràcia i amb un tò més amable. Els del PSC, amb una famosa escena humorística, intentant fer veure com en Mas, intentant convencer als seus seguidors (jo he suposat que pretenia ser Catalunya) es veu contradit per aquests. I en el segon es veu com un economista, es a dir, suposadament una persona que és important i que sap el que diu, afirma que NO tots els partits són iguals, acompanyat d’una música bastant motivadora i amostosa.

Campanya política actual

Podria dir-se que els dos partits majoritaris que es presenten a Catalunya són el Partit Socialista Català (PSC) i Convergència i Unió (CiU). En vista de les eleccions del Novembre, les seves campanyes han sigut les següents:

Quin tipus de polítics tenim, que en comptes de dir-nos PERQUÈ els hauriem de votar; desacrediten l’altre canditat? Què motiva a aquestes persones a presentar-se a les eleccions si ens presenten un adversari, en comptes d’algú pròxim que vol governar el nostre país gràcies al nostre vot?

Sobre el Estado

“El objeto del Estado es siempre el mismo: limitar al individuo, domarlo, subordinarlo, subyugarlo.” ¿Está justificado este juicio del Estado?

En mi opinion creo que en parte está justificado, ya que es verdad que el Estado limita al individuo con las normas y leyes que impone. También estoy de acuerdo con que el individuo se subordina al Estado, pero es así (o debería serlo) porque lo hace por voluntad propia, ya que tiene poder legítimo reconocido por la sociedad y, consecuentemente, tiene autoridad. El reconocimiento de la población debería ganárselo, pero ya es sabido que no todo el mundo estará a favor de una misma forma del Estado, así que debería ser uno que representase los ideales de la mayoría de las personas. El Estadotendría que adaptarse al máximo a la sociedad en la que está, reflejando los valores de la mayoría y teniendo en cuenta también las minorías, procurando establecer una normativa que excluyera el mínimo de personas posibles.

Si no fuese legítimo, entonces tendría que imponerse por la fuerza y estaría “subyugando” al individuo; es el caso de los estados totalitarios, que son injustos e ilegítimos, y abusan de su poder.

Pese a esto, creo que el objeto del Estado no se basa en limitar a la persona, domarla, subyugarla, sino que esto es un medio que usa para poder realizar su motivo de existencia sin impedimentos y con el mínimo de dificultades. Creo que su objeto es conseguir un orden dentro de un país, para asegurar la seguridad y los derechos de todas las personas y llevar cierto control de las relaciones sociales, la economía… para que no haya problemas. Si no existiera un estado que regulase mínimamente la sociedad, como ocurre en el anarquismo de Bakunin, cada uno haría lo que querría, muchos intereses chocarían y acabaríamos creando conflictos. Por esta razón encuentro necesaria la existencia de unas normas sociales que igualen a todas las personas en cierto modo, y encuentro legítimo hasta un límite que se haga uso de la violencia si alguen las incumple de una manera muy grave. Por lo tanto, estoy de acuerdo con Max Weber sobre el monopolio de la fuerza y la violencia que tiene el Estado hasta un punto, es decir, el uso de estos medios sólo debería ocurrir si es justo el “castigo”. Por ejemplo, no condenaría a alguien por robar un ordenador con un año de prisión, sino, por decir algo, con algún tipo de multa. Pero si lo que se ha hecho es grave, como podría ser herir gravemente a alguien, entonces sí que se tendría que imponer una pena más severa.

En un estado totalitario se abusaría de la dominación del individuo, se pasaría el límite del uso legítimo de la violencia, pero no estoy de acuerdo con un estado así ya que este actúa por su propio interés y no por el de la comunidad.

Como resumen, pienso que el Estado no tiene como objeto limitar al individuo y subordinarlo, sino que esto es un medio que ha de usar para la existencia de un orden dentro de la sociedad. Este medio puede darse mediante el uso de la fuerza sólamente si está muy justificado.

J.V.

“El objeto del Estado es siempre el mismo: limitar al individuo, domarlo, subordinarlo, subyugarlo.” ¿Está justificado este juicio del Estado?

 

A mi parecer, esta afirmación no se justifica en un país como en el que vivimos, dada su condición de país democrático. 
El estado es quien coordina, redistribuye y administra el desarrollo, los recursos y la riqueza para otorgar los servicios mínimos necesarios en una población, siendo por tanto una afirmación, bajo mi punto de vista, totalmente injustificada.
Pero igualmente, esta no es la visión de todos, y por lo tanto se deben tener en cuenta las posibles perspectivas sobre la justificación de este juicio.
Es pues que esta afirmación va a poder argumentarse en función de quien la formule.
En el caso de un ciudadano que reside en un estado democrático, donde supuestamente se tienen unas libertades individuales y una libertad de expresión, no debería estar conforme con este juicio, al igual que yo. Por otro lado últimamente esta opinión puede estar condicionada desde el punto de vista de la actitud de algunos poderes políticos y ciertos individuos que se han podido aprovechar de las administraciones del Estado que, como administradores de la riqueza y el poder, han tenido la posibilidad de acceder a recursos, desviando estos a su favor. Estos hechos crearían una visión distorsionada de la función política de los organismos del estado y podrían influenciar para fundamentar argumentos a favor del juicio inicial.
En cambio este juicio, para un anarquista, puede resumir los ideales en los que se apoyaría firmemente para argumentar su idea de conseguir un territorio sin Estado, pues para este, las leyes, las normas sociales, estamentos e instituciones son elementos que limitan sus libertades.
Por otra parte, una persona que podría justificar esta afirmación sería un ciudadano perteneciente a un país gobernado por un régimen totalitario. Como esta persona no dispone de voz ni voto para manifestar sus opiniones y puede estar condicionado por la falta de libertades individuales y colectivas, esta, podría estar de acuerdo con lo que se ha expuesto en el juicio.
Es por eso que esta afirmación inicial es completamente relativa dependiendo de la situación o interpretación de cada persona que, utilizando unos argumentos u otros, podrá dar como justificada o injustificada la misma.
J.M.

Los nadies – Eduardo Galeano

Sueñan las pulgas con comprarse un perro

y sueñan los nadies con salir de pobres.

Que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte,

que llueva a cántaros la buena suerte.

Pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana,

ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,

por mucho que los nadies la llamen.

Y aunque les pique la mano izquierda,

o se levanten con el pie derecho,

o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies:  los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies:  los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,

muriendo la vida, jodidos, rejodidos.

Que no son,  aunque sean.

Que no hablan idiomas,  sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre,  sino número.

Que no figuran en la historia universal,

sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.