Conferència Thomas Pogge

El proper dimarts (dia 10) Thomas Pogge el conegut deixeble i crític de Rawls i especialista en temes de justícia global parla al CCCB de Barcelona a les 7 de la tarda i la seva conferència serà accesible també per Internet.

Una introducció al personatge la trobareu a:
http://www.alcoberro.info/planes/pogge0.html

I el link per seguir la conferència des de casa és:
http://www.cccb.org/es/curs_o_conferencia-justicia_democracia_y_estado_de_derecho-36051

¿He oído democracia?

¿Cuál es la forma de gobierno que tiene que regir nuestra sociedad? La historia mundial está llena de períodos en los que formas de gobierno se han impuesto sobre otras, y así sucesivamente. Durante el siglo pasado, el mundo fue testigo de cómo formas de gobierno como el totalitarismo, el fascismo, el nazismo, el comunismo y la dictadura dominaban Europa. Y aunque actualmente aún hay partes del mundo que están inmersas en dichas formas de gobierno, podemos decir que la mayoría de países han dejado atrás estos sistemas que suponían la supresión total del individuo.

Nos dicen que el mundo se ha democratizado, que ha dado un paso adelante, siempre a mejor, claro. Nos dicen que estamos en la era de la democracia, en la era de decisión del pueblo. Oyendo los discursos de los políticos nos daremos cuenta de que la palabra democracia siempre tiene cabida en estos. Nos transmiten la idea, sin darnos cuenta que nuestro sistema actual, supuestamente llamado democracia, es el mejor de todos, hasta tal punto que puede que haya una idealización del mismo. ¿Realmente es el mejor de todos? ¿Pero que es la democracia? ¿Queremos democracia? ¿O queremos un sistema que funcione? 

Estamos en frente de una de las palabras más ambiguas y que más interpretaciones suscita entre la ciudadanía. Etimológicamente, democracia significa poder, gobierno del pueblo. Esta forma de gobierno apareció por primera vez a la Grecia del siglo V aC, aunque ya había ciertas sociedades triviales con una organización parecida. Se considera que es el mejor sistema posible ya que el poder proviene del pueblo. Por primera desde mucho tiempo, el poder recayó en manos del pueblo a través de una democracia directa que permitía a los ciudadanos participar en los asuntos públicos reuniéndose en la Asamblea del Pueblo para deliberar y votar. La democracia ha evolucionado, y aunque comparte ciertas similitudes con la democracia ateniense calificar a este sistema del mismo no sería muy lógico. Nuestra democracia actual no es como aquella democracia clásica dónde los ciudadanos se autogobernaban i se autoregulaban, la nuestra es una democracia moderna que se identifica con el otorgamiento de la autoridad a las personas escogidas para ocupar cargos políticos, para que tomen las decisiones políticas, creen las leyes y administren los programas para el bien público…

Pero en qué consiste realmente nuestra democracia? ¿Podemos decir que actualmente el poder reside en el pueblo? ¿Qué lugar tenemos en el sistema político actual?  No es una exageración decir que actualmente nuestra participación en la vida política se limita a ir a votar. ¿Qué poder es este?  En la misma línea iba Charles Bukowski con afirmaciones como esta: “La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes”. Damos nuestros votos a personas que según nuestras convicciones son quiénes han de gobernar, pero de los cuales no tenemos ninguna garantía de que van a hacer todo lo que han prometido. Nuestra participación en un sistema político como el actual es nulo. ¿A parte de elegir quién ocupará un escaño en el parlamento, elegimos alguna cosa más? ¿No decía Abraham Lincoln, que la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo? Consideramos que con el simple hecho de hacer unas elecciones, un país ya es democrático. Pues no señores, democracia es algo más. Sí democracia es el gobierno del pueblo, este no puede limitarse a ir a introducir una papeleta cada cuatro años. En una democracia la ciudadanía ha de tener una participación muy alta. Nuestro sistema político actual, tiene mucha carencia democrática, hasta tal punto que no sé si es del todo coherente tildarlo de democrático. Y si realmente queremos serlo, hay muchas, muchas cosas que tienen que cambian.

Sin embargo, ¿realmente queremos ir hacía una democracia? No todo el mundo quiere un sistema político como el democrático. Entre sus detractores, hay el mismo Platón que en su día ya crítico la democracia ateniense. “No niego los derechos de la democracia; pero no me hago ilusiones respecto al uso que se hará de esos derechos mientras escasee la sabiduría y abunde el orgullo” decía Amiel. I puede que este tuviera razón, porque al fin y al cabo, ¿lo que quiere el pueblo es siempre lo mejor? Es cierto que en cierta medida estamos hablando de probablemente la forma de gobierno que más garantiza la igualdad y los derechos de la ciudadanía, pero aun en este sentido tiene sus limitaciones. ¿Y la democracia de las minorías? Además no garantiza la funcionalidad del gobierno, y puede que aún ni del propio sistema democrático.

Parece que en pleno siglo XXI a raíz de un contexto de insatisfacción política actual, cierta parte de la humanidad se ha dado cuenta que quizá este sistema que veían como el héroe de sus problemas, quizá no sea tan bueno. Y este que la democracia también tiene sus problemas. Son muchos los que ya han dejado de creer en esta forma de gobierno, que prometía tanto i quizá para algunos no ha cumplido las expectativas esperadas.

¿Cuál es la mejor forma de gobierno? Como sociedad hemos de plantearnos qué criterio debemos usar para definir cuál es la mejor forma de gobierno. ¿Cuál será la mejor forma de gobierno, aquella que sea útil, efectiva o aquella que sea legítima? Sea como sea, esto dependerá de nuestros juicios de valores por lo que realmente determinar qué forma de gobierno es la mejor será una tarea casi imposible. Al fin y al cabo, puede que Winston Churchill tuviera razón cuándo afirmaba que “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”.

APM

Por del govern xinès a unes revolucions com les de Tunísia i Egipte

Sembla difícil de creure com al segle XXI encara hi ha països com Xina, amb grans deficiències democràtiques. Es vergonyós que un país que s’ha convertit tant important en les relacions internacionals, tingui aquesta manca democràtica! Però el govern xinès no sembla molt predisposat a la causa, ans el contrari. Estem ja acostumats a veure com violen una vegada i una altra el drets humans,a la seva repressió política ( com la seva gestió en l’assumpte del Tíbet) , manipulacions, censures, les seves prohibicions, injustícies, veure com reparteixen una justícia clarament lligada als interessos del govern…i el que no sabem…

Totes aquestes polítiques es tradueixen en una falta greu de llibertat del poble xinès. El govern xinès intenta controlar-ho tot, sobretot allò que pugui desacreditar-lo. La censura és important al país fins el punt que ja són molts els portals d’internet i les pàgines a les quals els ciutadans xinesos no poden accedir. Controlar una eina tan important com Internet és també controlar en certa manera al poble. Fa unes setmanes, vam poder veure com restringien informació sobre el nomenament del dissident Liu Xiaobo al  Premi Nobel de la Pau d’aquest any. ( Fins i tot van crear un Nobel alternatiu!!) Ara, el govern xinès  -una vegada més- per mitjà d’Internet ha bloquejat tots els continguts referents a Egipte per por que  revolucions com aquestes es traslladin al país. Com veieu la situació de Xina? Creïeu realment que es pugui desenvolupar una situació semblant  a la d’Egipte i Tunísia? Serà mai un país democràctic, i de ser així passarà gaire temps? De totes maneres, Xina i la seva situació política donarà peu a molts debats.

Al capdavall Xina no és una excepció. Si fos l’únic…

Més informació en una notícia publicada al diari la Vanguardia el dia 1 de febrer: http://www.lavanguardia.es/internacional/20110201/54107961829/china-bloquea-la-informacion-sobre-egipto.html

APM

Una revolución árabe democrática

JAVIER VALENZUELA

Notícia publicada al diari ELPAIS.com  –  Internacional – 14-01-2011

El derrocamiento del autócrata tunecino Ben Ali es el primer triunfo de una revuelta popular laica y democrática en un país árabe. Es difícil imaginar que los jóvenes que han dado su sangre en ella, y los periodistas, abogados y artistas demócratas que les han apoyado, vayan a contentarse con la salida de Ben Ali, ni tan siquiera con el alejamiento del poder de su corrupto clan familiar. Van a seguir exigiendo, aún con más fuerza, libertad, trabajo y dignidad. Así que solo hay una salida para Túnez: la democracia. Sin ella, no habrá estabilidad en ese país. Ojalá que el Ejército tunecino lo entienda y garantice, como hizo el portugués con la Revolución de los claveles, una transición pacífica hacia un Estado de derecho. En cuanto a los gobiernos y opiniones públicas de Europa deberían ir tomando nota: la seguridad en el Magreb no la garantizan los déspotas, sólo podrán hacerlo las democracias.

En los últimos días se veía que el régimen tunecino, el favorito del Fondo Monetario Internacional y de tantos gobiernos europeos, empezando por los de París, Roma y Madrid, se desmoronaba. Se podía intuir que la valerosa presión de la calle iba acompañada por presiones desde dentro del poder, empezando por las Fuerzas Armadas. La rapidez del desenlace, hoy, del primer acto de esta hermosa y sangrienta historia tunecina hubiera sido imposible sin estas últimas presiones. Deben haber sido los militares los que le hayan dicho a Ben Ali que tome un avión de inmediato después de ver que esta misma mañana del viernes 14 de enero miles de jóvenes tunecinos exigían en manifestaciones callejeras el final de su carrera política y se declaraban dispuestos a dar su sangre para obtenerlo.

La juventud y los demócratas tunecinos lo han conseguido. Sin apoyos de los gobiernos de EE UU y la UE, más bien proclives a sostener las dictaduras árabes siempre y cuando repriman a los islamistas, controlen la inmigración y garanticen gas y petróleo, los chavales y chavalas de Túnez, apoyados por demócratas veteranos, han empujado día tras día hasta lo de hoy. Han pagado en el camino un elevado precio de sangre. Y han dado toda una lección a un Occidente empeñado en mirar al sur con gafas estereotipadas, gafas que sólo ven islamistas y yihadistas.

¿Quién decía que toda la juventud del Magreb era barbuda y/o velada? ¿Por qué se tildaba de locos a los que afirmaban que la mayoría de ella ansía las mismas cosas que la de todas partes: respirar, expresarse, organizarse libremente, tener un empleo, no ser tratados como bestias por las autoridades, no tener que pagar “mordidas” para conseguir tal o cual cosa? ¿Qué queda del argumento que afirma que hay que sostener a las autocracias cleptócratas para que nos protejan de los islamistas? ¿Qué dicen los que pontificaban sobre la imposibilidad de movimientos democráticos en países musulmanes.

La revuelta tunecina puede tener una profunda repercusión en todo el norte de África. Los jóvenes de las ciudades y los demócratas y reformistas han comprobado hoy que se puede ganar a una autocracia, aunque esté apoyada hipócritamente por Europa. Los gobernantes de Argelia y Egipto deben empezar a poner sus barbas a remojar.

Democràcia aristocràtica, el millor règim possible?

A pesar de la consideración de la democracia y la aristocracia como regimenes políticos distintos, a mi parecer una combinación entre ambos sistemas de gobierno sería la mejor opción entre los sistemas posibles.
Según Aristóteles el ser humano es un animal político, lo que implica que su realización como persona solo se puede encontrar en la vida en sociedad y en la participación en las decisiones de la polis.
Sin embargo, la democracia puede caer fácilmente en la demagogia, fruto del predominio del relativismo y el subjetivismo sobre la creencia en unos valores estables y absolutos.
Platón, que defiende dicha degradación, propone la aristocracia como mejor forma de gobierno. Es notable la idea de que la sociedad justa se erguirá sobre personas con educación y capacidad de razonar, conocedoras del mundo de las ideas.
Pero la aristocracia peca de utópica, porque estos elegidos para gobernar ¿Cómo resultarían elegidos a su vez? Y si fueran escogidos por unos delegados ¿Cómo lo decidirían? ¿Mediante la votación?
Además de esta inviabilidad práctica, la aristocracia también puede ser objeto de la degradación. Un ejemplo de ello es el concepto que nos ha llegado de aristocracia, el cual se asocia a la nobleza, que no necesariamente está compuesta por aquellos con mayor capacidad de razonar ni aquellos con un mayor conocimiento.
Este ejercicio del poder por parte de no merecedores de ello llevaría, en la actualidad en que se proclama el elitismo por encima de todo, a una revolución inevitable y completamente legítima
Por consiguiente, según mi punto de vista, el sistema ideal sería una composición heterogénea de la democracia y la aristocracia.
La democracia sería patente en que la población escogería a sus representantes mediante el sistema de listas abiertas, pues se considera la democracia directa un sistema inviable.
El componente aristocrático, entendido como el gobierno de los mejores, se encontraría en la población con capacidad de voto. Aunque parezca inviable, cierto tiempo antes de las elecciones, todos aquellos aspirantes a votantes y candidatos al poder deberían presentarse a un examen. Los contenidos de dicho examen se basarían en el conocimiento de la política, la capacidad de uso de la razón y la mentalidad crítica.
De los exámenes efectuados, aquellos aspirantes con una nota superior a 6,5 podrían votar y tan solo los que obtuviesen más de un 9 podrían presentarse como candidatos.
De este modo se evitaría el gobierno surgiera por los votos de una mayoría inepta, aunque también que personas con criterio escogieran a un gobernante sin ningún tipo de capacidad.
Un aspecto a destacar sería la ausencia de mínimo de edad para efectuar la prueba.
Con el expuesto sistema de gobierno el pueblo conservaría el poder, se incentivaría la participación en la vida pública y se garantizaría la elección de gobernantes más eficaces que carismáticos y más racionalistas que dramáticos.
Finalmente se encuentra el sistema alternativo por excelencia a la democracia, el totalitarismo en todas sus formas (dictadura, timocracia, estalinismo…).
No puede negarse que, en lo referencia al efectos prácticos, hay dictaduras que han resultado ser muy eficaces. Una muestra de ello sería la transferencia de poder del senado romano republicano a un diktator durante seis meses en los momentos de crisis, con la finalidad de adoptar una postura firme de gobernar. La dictadura no era entendida como tiranía u opresión, sino que en estos contextos solía producir efectos positivos.
Pero como afirma Stuart Mill en SU LIBRO El utilitarismo “Más vale ser un humano insatisfecho que un cerdo satisfecho”. Debe interpretarse como una defensa de las ideas en oposición a los hechos. El fin no justifica los medios. La satisfacción y la felicidad solamente pueden obtenerse mediante la realización humana en sociedad. Aunque se consigan placeres, si uno se abstiene de la participación en la vida pública no podrá ser feliz.
No obstante, debido el magnetismo del poder es inconcebible un gobierno que transfiera el poder a un dictador y que esta, pasados seis meses, renuncie a ello.
Con el establecimiento permanente de un dictador, la represión tiene lugar, la uniformización es progresiva, e incluso se llega al culto a la personalidad de dicho personaje.
El motivo del apoyo a las dictaduras es que son sumamente sencillas de aceptar. Como expresa Hannah Arendt en su obra Los orígenes del totalitarismo, la razón de que el totalitarismo sea un movimiento de masas es su simplicidad, pues muestra una causa proveniente de un enemigo que con una acción puede conllevar todas las soluciones.
En conclusión, a pesar de que el totalitarismo puede reportar beneficios materiales, por la abstinencia de participación ciudadana en la vida política que implica, no puede ser considerado el mejor sistema político.
Por el contrario, la democracia aristocrática ofrece una opción alternativa y carente de defectos evidentes, el poder para elegir a unos gobernantes competentes se encuentra en manos de un pueblo con capacidad crítica y con habilidad en el uso de la razón.

Comparación entre dos formas de Gobierno: Democracia y Monarquia

A día de hoy podemos observar una gran variedad de sistemas políticos por todo el mundo que controlan los estados. En nuestra sociedad, el más extendido y el más popularizado es la democracia.

Aunque la democracia esté presente en la mayoría de lugares, actualmente también encontramos otra forma de gobierno que no se ha perdido, la monarquia, pero que en vez de esto, se ha ramificado en tres tipos: la constitucional, la parlamentaria y la absoluta.

Dentro de estas tres formas encontramos una serie de similitudes y desigualdades que, a parte de diferenciarlas entre ellas, pueden compararse perfectamente con el sistema político de la democracia.

La primera característica a comparar sobre estas formas de gobierno es saber en quién reside el poder:

Si nos fijamos en la democracia vemos que soberanía del poder reside y está sustentada en el pueblo. Es éste, por medio de elecciones directas o indirectas, quien elige las principales autoridades del país, en cambio en una monarquía, según del tipo que sea, podemos observar que el poder no siempre está sustentado por el pueblo. Por ejemplo, en una monarquía absoluta el poder reside absolutamente en el rey, y en una monarquía constitucional, el pueblo no es tan soberano como en una monarquía parlamentaria o en una democracia. Cabe decir que lo que diferencia completamente la democracia de cualquier estado monárquico es el representante de éste, ya que en una monarquía el jefe de estado siempre es un rey, aunque luego no tenga la soberanía ni gobierne sobre el estado (como en la monarquía parlamentaria). En este caso el rey cumpliría un papel representativo y no tanto un papel ejecutivo, ya que tampoco interviene de forma directa en la política.

Por otro lado en una democracia existe una distribución de poderes del estado en diferentes órganos para evitar abusos, de la misma manera que ocurre en una monarquía parlamentaria. Esto no sucede, por ejemplo, en las otras dos formas monárquicas, ya que en la constitucional, el rey sustenta gran parte del poder ejecutivo, pudiendo intervenir también en la política, y en la absoluta no hay ningún tipo de división de poderes y es el rey el que dicta las leyes y nombra a sus asistentes en el gobierno a su voluntad. Cabe tener en cuenta que en los tres tipos de gobierno, el monopolio de la violencia siempre lo tiene el estado, independientemente de la forma política de la que se trate.

Otra característica que comparten todos los sistemas, menos la monarquía absolutista, es la aceptación de una constitución que recoge los derechos y deberes de los ciudadanos, incluyendo el sistema de regulación del Estado.

Finalmente podemos observar una última característica diferencial  dependiendo del centro de la vida política en un país. En esto vemos que, en la democracia y la monarquía parlamentaria, el lugar dónde se deciden las normas y el núcleo de la política del estado, se centra en el parlamento, siendo éste elegido por el pueblo y por sufragio universal.

J.M

Cal més implicació ciutadana en la política.

Tal i com vam estudiar a classe, el terme idiota prové del grec i era utilitzat per a denominar aquelles persones que no participaven de la vida política de la Polis (ciutat-Estat) on vivien i que només es dedicaven als seus assumptes personals. La utilització d’aquest insult en l’actualitat ha canviat radicalment, però també la concepció de la Societat sobre la Política.

Tots els polítics són iguals, siguin de dretes o esquerres… Perquè confiar en uns o altres si tots acaben fent el que volen? A mi no m’importa la política, és quelcom que no m’afecta. Ho veig molt llunyà. Total, tampoc sé a qui votar..

Qui no ha sentit -fins pronunciat- algun cop aquestes afirmacions? Tot sovint la política ens apareix com a una cosa llunyana, fora del nostre àmbit, a la que no podem accedir ni per tant intervenir. D’altres pensen que anar a votar és quelcom supèrflu… total, per a què si després el nostre vot no serveix per a res? A més…

Però, és la política la simple acció d’anar a votar? Són un grup de persones que enquadrades dins d’uns partits específics fan el paper davant els ciutadans per a poder actuar amb llibertat el temps que estan al càrreg? Personalment, penso que no: la política és molt més que no pas això. Per més que a vegades se’ns ho intenti fer veure així, tota decisió política ens afecta directament com a societat i, tot sovint, personalment com a individus. Política és l’aprovació de les lleis que regulen el mercat, és el tipus d’Educació que rebem, el tipus de Sanitat que ens atén, el consum energètic i la quantitat de contaminació que alliberem a l’atmòsfera, són els nostres drets i deures com a persones….

Si la Política és, doncs, tant fonamental en la nostra vida… perquè existeix aquest desconentament general que es respira en les Societats actuals? (Només cal veure les dades de participació de les últimes eleccions dutes a terme a l’Estat Espanyol i és un fet més que evidenciat)

La ineficàcia de les decisions polítiques, la poca proximitat del que es decideix respecte dels ciutadans, la corrupció, la falta de gent que busqui pel bé comú i no pel d’una èlit (la classe política en si), etc. són varis dels problemes amb què es troba la Política actual.

Tot i això crec que cal recuperar l’interès del ciutadà per l’activitat política ja que, en el fons, és el que acaba regint molts dels aspectes de la nostra vida. Penso que les persones d’una Societat no haurien de mostrar una voluntat d’allunyar-s’en, sinó que s’hauria d’intentar (potser des d’aquells que ja s’hi interessen) que tothom acabés implicant-s’hi mínimament ja que en el fons no és quelcom trivial sinó que, al cap i a la fi, és decidir com vols que sigui el lloc on vius en tant que societat i en tant que país que està en relació als altres. Si el poble no va a votar, no expressa el seu vot, es conforma davant el que se li imposa… ja està fent política (o més ben dit, no-política). Està cedint el seu poder decisori en mans d’uns altres… El problema, doncs, seria la poca implicació de les persones en les decisions preses? Em plantejo fins a quin punt canviaria l’interès de la societat pels assumptes públics si realment la democràcia fós més directa (convocant referèndums anuals, per exemple, que consultéssin temes d’interès general). És més… tothom està capacitat per a decidir segons quins assumptes? A vegades la decisió política té darrere un seguit d’estudis, informes tècnics, etc. als que no tothom pot accedir o arribar a entendre. Seria prudent deixar temes que afecten el bé comú al conjunt d’individus, que no estan qualificats suficientment? I, seria legítim limitar el dret al vot només a certs conjunts de població?

No sé quina és la solució a aquest problema que he plantejat, però sí crec que cal trobar-la aviat per a poder aconseguir una major implicació social en el que ens afecta a tots i cadascun de nosaltres per tal d’ésser entre tots una Societat més responsable.
MAV

Cites sobre la Democràcia

La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás.
Winston Churchill (1874-1965) Político británico.

La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo.
Abraham Lincoln (1808-1865) Político estadounidense.

No niego los derechos de la democracia; pero no me hago ilusiones respecto al uso que se hará de esos derechos mientras escasee la sabiduría y abunde el orgullo.
Henry F. Amiel (1821-1881) Escritor suizo.

La democracia ha surgido de la idea de que sí los hombres son iguales en cualquier respecto, lo son en todos.
Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.

Para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión.
Paul Auster (1947-?) Novelista y poeta estadounidense.

Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado.
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.

La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las ordenes.
Charles Bukowski (1920-1994) Escritor estadounidense.