Stéphane Hessel i els drets humans

L’autor de ‘Indigneu-vos!’ ha presentat el llibre a Barcelona.
Té noranta-tres anys i és l’únic redactor de la Declaració Universal dels Drets Humans encara viu. Stéphane Hessel, nascut a Berlín, però parisenc des dels set anys, ha esdevingut la veu de molta gent, sobretot jove, gràcies a ‘Indigneu-vos!’, un manifest de menys de seixanta pàgines que insta a reaccionar contra les injustícies del món i a rebel·lar-se pacíficament. Ahir va ser a Barcelona per presentar l’edició catalana del llibre (vídeo), que, en francès, ja compta un milió i mig d’exemplars venuts. Segons va explicar el mateix Hessel “la declaració dels drets humans no es compleix.”

Més informació i font de la notícia: Vilaweb

Indigneu-vos!

“Indignez-vous!”: Stéphane Hessel nos subleva contra la sumisión a los valores financieros

Sábado 08 de Enero de 2011 20:48  Mercedes Arancibia

Un editorial publicado en el diario Libération el pasado 30 de diciembre y firmado por Paul Quinio (sí, en la prensa francesa aparecen firmados y encabezados por la palabra “editorial”), se ocupa, como otros muchos textos aparecidos en los últimos días, del gran éxito del año: un pequeño manifiesto de apenas 30 páginas titulado “Indignezvous!” (“Indígnense”), escrito por un filósofo y antiguo miembro de la resistencia francesa, de 93 años, llamado Stéphane Hessel, que se vende al precio de 3 euros.

Más de medio millón de personas han comprado ya el libro, un fenómeno que para el editorialista no responde ni al precio ni a la notoriedad del autor, sino a algo “que le conecta con el individualismo” inherente a esta época: “que cada cual disponga de su pequeña dosis de indignación solitaria”. Y lanza un aviso para navegantes: “Stéphane Hessel ha puesto el dedo en la llaga de un deseo de indignación. A la izquierda le toca ahora transformarlo en futuro”.

Indignez-vous! ha arrasado en el momento de elegir los regalos de Navidad. El periodista de Libération Jérémy Marillier ha recogido declaraciones de varios libreros parisinos. “En diciembre va a figurar en los extractos de todas las tarjetas de crédito. Libros como este pueden contarse con los dedos de una mano. Varias veces nos hemos quedado sin stock, los distribuidores no pueden cumplir con todos nuestros encargos”, asegura un librero de Seine-Maritime; otro de la rue Parmentier, en el centro de la capital, asegura que “el editor (Indigéne, que dedica dos empleados a tiempo completo al seguimiento de las ventas del libro) parece desbordado, y los clientes no paran de reclamarlo”. Con sus más de 500.000 ejemplares vendidos, Indignez-vous! ha ganado ya en ventas al reciente Premio Goncourt, “La Carte et le Territoire” de Houellebecq.

Por su precio “ha venido a substituir a la caja de bombones, y es mucho más original”, asegura el joven vendedor de una librería de Montmartre. “Es el regalo ideal para ponerlo en el plato… Nadie quiere quedarse sin su ejemplar del Hessel”. Para el encargado de una gran superficie, situada en uno de los suburbios parisinos, se trata de “una de nuestras mejores ventas del mes”. “Es un libro que hay que regalar para animar las tertulias”, declara una vendedora de Nancy.

Pero, ¿que tienen las páginas de Indignez-vous! que han conseguido atrapar de tal forma a los lectores franceses? Para Harlem Désir, diputado europeo y número dos del Partido Socialista francés, fundador en su día de la ONG Sos Racisme, “es un libro de rebeldía, de indignación, que se inscribe plenamente en nuestra época. Se subleva contra la sumisión, contra la dictadura de los valores financieros. Y dice que el mayor peligro sería la resignación (…) Hessel es un hombre modesto y auténtico. Plantea las cuestiones sociales en términos morales, hace un llamamiento a la ética y a la responsabilidad personal (…) a los 93 años se dirige a los jóvenes predicando una rebelión humanista y optimista (…) Es una llamada a la reflexión, no un programa político; es un llamamiento a la sociedad a partir de unos valores, recordando que la mayoría de ellos ya estaban enunciados en el programa del Consejo Nacional de la Resistencia (el órgano que dirigió y coordinó los distintos movimientos de la Resistencia Francesa, la prensa, los sindicatos y los miembros de partidos políticos contrarios al gobierno de Vichy a partir de mediados de 1943, al que perteneció Hessel, ndlr). En él aparecen los valores de justicia social, de prevalencia del interés general sobre los intereses particulares, de basar la vida colectiva en los valores republicanos (valores que, hasta el día de hoy, representan el mayor de los orgullos para todos y cada uno de los ciudadanos franceses, ndlr)… (…) Quiere construir una sociedad de la que podamos sentirnos orgullosos, pero no presenta la más mínima ambigüedad: no es un programa político”. “Predica un cierto radicalismo, pero construido en torno a un proyecto común. No expresa una utopía revolucionaria, que no podría cumplirse. Stéphane Hessel ofrece encontrar una esperanza… por eso este librito ha encontrado tanto eco”.

Un eco que se ha traducido en impresionantes cifras de ventas,y un número record de ediciones desde el pasado 20 de octubre, cuando se publicó la primera de 8.000 ejemplares: el 27 de diciembre se puso a la venta la décima. Para la editorial Indigène “es un sueño hecho realidad”, aunque para el editor, Jean-Pierre Barou, antiguo militante de la Izquierda Proletaria, “no se trata de dinero sino de ideas”. Y de un hombre, Hessel, miembro de la resistencia y antiguo embajador que “tiene ideas porque las ha practicado”.

Stéphane Hessel ha renunciado a sus derechos de autor, al menos en principio. Cuando las ventas rebasaron los 300.000 ejemplares sugirió a los editores que dieran su parte al Tribunal Russell, al que apadrina desde sus orígenes. De los 3 euros que se pagan por la compra de Indignez-vous!, el 55% se lo lleva el distribuidor, que a su vez paga a los libreros; el 45% restante se reparte entre el editor, el IVA, los gastos de devoluciones y los gastos de producción.

“¿Demasiada indignación puede matar la indignación?” se pregunta hoy en un artículo el diario digital Rue 89. Para este periódico declaradamente de izquierdas, al inesperado éxito de 2010 están empezando a surgirle “las primeras críticas en 2011. Sobre todo de algunos lectores de lo que Anne Fulda llama en su crónica de Le Figaro “una especie de nuevo Pequeño Libro Rojo”. Críticas a las conocidas posturas pro palestinas del autor y a las simpatías socialdemócratas manifestadas en una entrevista en el mismo Rue 89: “Elogia los méritos de Martine Aubry, Pierre Mendes-France, Edgar Morin e incluso Dominique Strauss-Khan (actual presidente del FMI) y guarda distancias con la extrema izquierda”.

El pasado 31 de diciembre, el diario Le Monde pidió a distintas personas que explicaran los motivos que tenían para indignarse. El neuropsiquiatra Boris Cyrulnik se decía “indignado de que (Hessel) nos pida que nos indignemos, porque la indignación es el primer paso del compromiso ciego. Hay que pedirnos que razonemos y no que nos indignemos”. EL 5 de enero, Luc Ferry, filósofo y ex ministro de la derecha, se dirigía directamente, esta vez desde las páginas de Le Figaro, al autor del libro: “Querido Stéphane Hessel, en un libelo que ha conseguido un éxito colosal, nos invita a la indignación. ¿Está seguro de no haberse equivocado de dirección? La verdadera moral, decía Pascal, se burla de la moral”

En un perfil de Stéphane Hessel escrito por Eric Aeschimann, donde se le define como “la esencia de la historia”, se dice que nació en una familia judía en Berlín, en 1917, y llegó a Francia en 1925. Su madre, pintora, fue el modelo del personaje de Catherine (Jeanne Moreau) en la película de Truffaut Jules et Jim. Su padre tradujo a Proust al alemán junto con su amigo el filósofo Walter Benjamin.

Naturalizado en 1937 fue llamado a filas al comenzar la guerra; hecho prisionero, se evadió y se unió al general De Gaulle en Londres. Enviado a Francia en 1944 fue detenido y deportado a Buchenwald, donde falsificó su identidad. Volvió a evadirse, le detuvieron, saltó de un tren en marcha y se unió a las tropas norteamericanas. Tras la liberación, entró a trabajar en la Secretaría General de la ONU y fue uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El gobierno de Mitterrand le elevó a la dignidad de “Embajador de Francia” y desde su jubilación se dedica a militar en favor de los “sin papeles” y los palestinos. Es Oficial de la Legión de Honor (una de las más altas condecoraciones que concede el Estado francés) desde 2006. Apoyó a Michel Rocard en las elecciones de 1985 y el año pasado figuró en un lugar testimonial en las listas de Europe Ecologie (el partido que lidera Daniel Cohn-Bendit). Desde hace varias décadas milita en el Partido Socialista.

TEXT EN FRANCÈS: Indignez-vous

Miedo a ‘Mein kampf’

MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO

EL PAÍS  –  Cultura – 17-11-2010

El 30 de abril de 2015, 70 años después del suicidio del autor al que hizo millonario, Mein Kampf pasará a dominio público y cualquiera podrá publicarlo libremente.

No es que se haya editado poco: según algunos cálculos, de la más importante obra “teórica” y autobiográfica de Adolfo Hitler se habrían vendido más de 50 millones de copias, 10 de ellos en Alemania. Incluso en algunos países se ha convertido recientemente en best seller: ahí tienen, por ejemplo, la edición publicada en Turquía en 2005, que logró vender en solo dos meses más de 100.000 ejemplares.

La historia editorial de Mi lucha es compleja. Desde 1945, el land de Baviera es el propietario legal del copyright para todo el mundo. Con alguna notable excepción: Hitler vendió los derechos de traducción en lengua inglesa e, incluso, en 1939, litigó (y ganó el juicio) contra un editor norteamericano que había infringido el copyright. Pero Mein Kampf sigue prohibida en Alemania, donde solo se autoriza la reventa de ejemplares anteriores a 1945. La tarea de los actuales derechohabientes consiste principalmente en impedir la difusión de la obra y poner trabas a las traducciones, controlando férreamente su difusión en el extranjero. Redactado parcialmente durante la estancia de Hitler en la prisión de Landberg, donde cumplía una cómoda condena tras el Putsch de la cervecería (1923), Mein Kampf fue publicado entre 1925 y 1926. El éxito de masas le llegó en 1933, cuando la popularidad de Hitler disparó las ventas hasta 1,5 millones de ejemplares, convirtiendo a su autor en un hombre rico, lo que aprovechó para renunciar (con publicidad) a su sueldo de canciller. A partir de ese momento, el libro fue tratado como una especie de biblia y fetiche del nacionalsocialismo: se regalaba a las parejas que contraían matrimonio y en otras ceremonias familiares y sociales, llegando a ser rápidamente un objeto habitual en la mayoría de hogares alemanes. Durante mucho tiempo, este libro repugnante y de lectura tediosa, que incita al odio racial y a la agresión expansionista, y cuyo único interés reside en permitir cierta aproximación a la idea que tenía de sí mismo y al ideario político del mayor genocida de la historia, se ha beneficiado del morbo suscitado por prohibiciones y censuras. Situado en medio del debate entre intencionalistas y funcionalistas, en los últimos años se han multiplicado los llamamientos a derogar, en nombre de la libertad de expresión, una prohibición basada en el temor de que sus contenidos pudieran subvertir el orden democrático, reavivando los virus de la intolerancia, la exclusión y el fanatismo. Para algunos críticos, el tabú sobre la publicación del libro tendría que ver con que los prohibicionistas le atribuyen inconscientemente poderes taumatúrgicos. Como si Hitler estuviera todavía de algún modo en Mein Kampf y pudiera ser conjurado.
El debate se agudiza ante la próxima caducidad del copyright. La comunidad judía de Alemania también se encuentra dividida respecto a si es conveniente o no levantar la prohibición, aunque en Israel pueda adquirirse la traducción hebrea del libro. El Instituto de Historia Contemporánea de Múnich anuncia una “edición crítica” y, en cierto modo, canónica, para contrarrestar -dicen- los efectos de las ediciones populares que se publicarán en todo el mundo. Pero aún no está claro que vaya a levantarse el veto en Alemania, lo que resulta contradictorio. Especialmente porque se sigue rodeando a Mein Kampf, que en condiciones normales interesaría a muy pocos, del aura magnética de lo prohibido. En el fondo, la censura de este libro insostenible y tedioso se basa en la desconfianza hacia la gente y, lo que es más grave, en la creencia supersticiosa en sus poderes disuasorios para las actuales generaciones de alemanes. La libertad de expresión, una conquista de la democracia, no se lleva bien con el miedo a la ciudadanía.

Todos los monos del mundo [Roger Wolfe]

Uno de los sofismas más extendidos entre las legiones de capullos televisivos que últimamente nos asedian, y que se afanan por ocultar su mediocridad bajo el denominador común del «comportamiento democrático», es aquello de que «Mi libertad termina donde comienza la libertad de los demás». Los cojones, va a terminar. Lo que no termina nunca es la gilipollez de la gente, que suele ser geométricamente proporcional a su celebridad. ¿Cómo que mi libertad termina donde empieza la de los demás? ¿Y cuando la mía termina a dos palmos de mis narices y la del otro a dos kilómetros de la valla electrificada de la última mansión de lujo que se acaba de construir? ¿Entonces qué pasa? ¿Que yo me callo y habla él? [..]

Todorov: ‘La experiencia totalitaria’

El filósofo Tzvetan Todorov

Todorov: “Los países democráticos han heredado el mesianismo comunista”  El filósofo presenta ‘La experiencia totalitaria’, una recopilación de ensayos y perfiles en torno al comunismo y el fascismo.

Madrid. (EUROPA PRESS). – El autor búlgaro Tzvetan Todorov, quien describe los países democráticos como herederos del mesianismo comunista, ha presentado en Madrid el libro ‘La experiencia totalitaria’ (Galaxia Gutenberg), una recopilación de ensayos en torno al comunismo y el fascismo.

En la presentación, Todorov ha subrayado que el comunismo heredó en el siglo XX la actitud mesiánica del colonialismo y que, tras la caída del Muro de Berlín, las democracias occidentales han ocupado el vacío totalitario para “invadir estados en nombre de la igualdad”.

Según el autor, “no se puede hablar de que el neoliberalismo sea totalitario”, pero sí de “ciertas herencias del totalitarismo” en una ideología que “rige todos los aspectos de nuestras vidas”. “El neoliberalismo está desmantelando la idea del Estado”, ha afirmado. “Esto se ve en las soluciones que han dado los distintos gobiernos a la crisis económica, que atienden los problemas inmediatos pero no las causas estructurales de la crisis. Como consecuencia, en tres años podríamos tener una crisis mucho peor”, ha explicado el autor.

En su opinión, hay varios candidatos para sustituir al comunismo como amenaza global, entre los que figuran los estados islamistas, que no tienen un líder claro; países anacrónicos como Cuba y Corea del Norte y la gigantesca China, que se ha abierto a los mercados. “En este contexto, La UE y Estados Unidos, que rechazan cualquier afinidad con los totalitarismos, no están a salvo de la contaminación, y esto se puede ver en las invasiones mesiánicas en nombre de las ideas o en la extensión de la xenofobia”, ha dicho.

Según Todorov, quien ha señalado que las expulsiones de gitanos en Francia forman parte de una “maniobra de despiste”, la xenofobia y “el miedo al inmigrante” se está extendiendo por el Viejo Continente, en un momento crítico en que la gente no ve más allá de sus tierras.

El cuerpo de esta publicación, traducida al español por la intérprete Noemí Sobregués, está compuesto de nueve ensayos sobre el periodo de dominación del totalitarismo, que comienza a principios del siglo XX y que se extiende hasta la caída del Muro de Berlín.

La experiencia totalitaria
La publicación, en la que el autor rinde tributo a maestros de la talla de Germaine Tillion, Raymond Aron o Mijaíl Bajtín, traza un retrato casi novelesco del dictador soviético Iósif Stalin y de la salvación de los judíos en Bulgaria durante la II Guerra Mundial.

Tzvetan Todorov, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008, tuvo que esperar hasta la caída del Muro para abordar su experiencia como ciudadano de un estado totalitario y, para ello, se centró en su faceta como historiador a partir de los años noventa.

Durante su carrera, Todorov ha publicado diversos trabajos, entre los que figuran ‘Mijail Bajtín: el principio dialógico’ (1981), ‘Las morales de la historia’ (1991), ‘Elogio del individuo. Ensayo sobre la pintura flamenca’ (2006) y ‘El espíritu de la Ilustración’ (2008).