Mientras la razón duerme
El jardín es el ámbito en que la naturaleza aparece sometida, ordenada, seleccionada, cercada. Por eso constituye un símbolo de la conciencia frente a la selva (inconsciente), como la isla ante el océano. La Sala Tallers estos días, dentro del proyecto T6, nos ofrece una verdadera isla de imaginación gracias a la compañía de danza Senza Tempo, dirigida por Inés Boza y Carles Mallol. La pieza que la compañía representa lleva por título “El jardí inexistent”. El trabajo de Senza Tempo se mueve en la frontera entre la danza y el teatro, buscando un lenguaje escénico que provoque las emociones del público y lo traslade al mundo de su imaginario. El espectáculo contiene otras historias en su interior, otras claves de lectura, en la línea de anteriores producciones, como “Peixos a les butxaques” (Mercat de les Flors, 2002), “Frena mi amor” (Festival Viva Cité, 2001) o la “Trilogía del agua”, compuesta por “Capricho” (1994), “Lazurd” (1998) y “Zahoríes” (2000). Los creadores del espectáculo han querido exponer las convenciones de la escenificación del teatro del Siglo de Oro; si a este dato le añadimos el hecho de que el jardín era el atributo femenino en los emblemas de los siglos XVI y XVII, tenemos una obra llena de pasiones. En los jardines tienen lugar muchas veces acciones de conjunción, o se guardan tesoros, lo cual está en plena conformidad con los significados simbólicos.
En la selva desordenada de hoy en día los medios de comunicación muestran a diario fotografías aberrantes de torturas a presos iraquíes en las que se hace verdadera aquella vieja filosofía que dice que el hombre es un lobo para el hombre; cuando creíamos que nosotros, las democracias occidentales, no actuábamos como los bárbaros resulta que no hay distingos entre aquí y allí como aprendimos en Barrio Sésamo cuando éramos niños. Aquí parece que domina la ley de la selva, es decir, la ley no de los principios morales de Occidente, sino la ley del más fuerte.
Senza Tempo nos pone en escena el poder absoluto de la imaginación, muy en la línea de Pina Bausch. Seis personajes viven en un jardín ordenado por la imaginación y la creatividad: personajes que salen de una vieja nevera, un personaje que juega con un coche sobre unas vías de tren o aquellos personajes que viven el amor y el desamor durante el tiempo que dura una hermosa canción. Con un estilo vivaz e incisivo, Senza Tempo nos propone con esta colección de espléndidas visiones una sucesión de instantáneas sobre unos personajes que tratan de aprender a vivir y a amar en un mundo complejo y cambiante donde los electrodomésticos parecen ser un hilo conductor: lavadoras, aspiradores, neveras, televisiones, etc. En este jardín artificial del brotan electrodomésticos como si fuesen margaritas los personajes buscan formas de realizarse a través del amor, los recuerdos y las esperanzas, sin un ápice de cinismo o sentimentalismo. Senza Tempo ha construido una pieza con inteligencia, humor y un evidente amor por la tradición shakesperiana. Tal vez todos seríamos un poco menos asnos si hiciésemos de la selva terrible del mundo un jardín donde brotase la imaginación prodigiosa.
J. A. Aguado