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Inés Boza y Carles Mallol.

Mientras la razón duerme

 

El jardín es el ámbito en que la naturaleza aparece sometida, ordenada, seleccionada, cercada. Por eso constituye un símbolo de la conciencia frente a la selva (inconsciente), como la isla ante el océano. La Sala Tallers estos días, dentro del proyecto T6, nos ofrece una verdadera isla de imaginación gracias a la compañía de danza Senza Tempo, dirigida por Inés Boza y Carles Mallol. La pieza que la compañía representa lleva por título “El jardí inexistent”. El trabajo de Senza Tempo se mueve en la frontera entre la danza y el teatro, buscando un lenguaje escénico que provoque las emociones del público y lo traslade al mundo de su imaginario. El espectáculo contiene otras historias en su interior, otras claves de lectura, en la línea de anteriores producciones, como “Peixos a les butxaques” (Mercat de les Flors, 2002), “Frena mi amor” (Festival Viva Cité, 2001) o la “Trilogía del agua”, compuesta por “Capricho” (1994), “Lazurd” (1998) y “Zahoríes” (2000). Los creadores del espectáculo han querido exponer las convenciones de la escenificación del teatro del Siglo de Oro; si a este dato le añadimos el hecho de que el jardín era el atributo femenino en los emblemas de los siglos XVI y XVII, tenemos una obra llena de pasiones. En los jardines tienen lugar muchas veces acciones de conjunción, o se guardan tesoros, lo cual está en plena conformidad con los significados simbólicos.

En la selva desordenada de hoy en día los medios de comunicación muestran a diario fotografías aberrantes de torturas a presos iraquíes en las que se hace verdadera aquella vieja filosofía que dice que el hombre es un lobo para el hombre; cuando creíamos que nosotros, las democracias occidentales, no actuábamos como los bárbaros resulta que no hay distingos entre aquí y allí como aprendimos en Barrio Sésamo cuando éramos niños. Aquí parece que domina la ley de la selva, es decir, la ley no de los principios morales de Occidente, sino la ley del más fuerte.

Senza Tempo nos pone en escena el poder absoluto de la imaginación, muy en la línea de Pina Bausch. Seis personajes viven en un jardín ordenado por la imaginación y la creatividad: personajes que salen de una vieja nevera, un personaje que juega con un coche sobre unas vías de tren o aquellos personajes que viven el amor y el desamor durante el tiempo que dura una hermosa canción. Con un estilo vivaz e incisivo, Senza Tempo nos propone con esta colección de espléndidas visiones una sucesión de instantáneas sobre unos personajes que tratan de aprender a vivir y a amar en un mundo complejo y cambiante donde los electrodomésticos parecen ser un hilo conductor: lavadoras, aspiradores, neveras, televisiones, etc. En este jardín artificial del brotan electrodomésticos como si fuesen margaritas los personajes buscan formas de realizarse a través del amor, los recuerdos y las esperanzas, sin un ápice de cinismo o sentimentalismo. Senza Tempo ha construido una pieza con inteligencia, humor y un evidente amor por la tradición shakesperiana. Tal vez todos seríamos un poco menos asnos si hiciésemos de la selva terrible del mundo un jardín donde brotase la imaginación prodigiosa.

J. A. Aguado

 

Roberto Rossellini

GREC 2000: La Comedia del Arte

 

De la mano real de Mauricio Scaparro sale la Cooperativa Teatral Gli Ipocriti para poner en escena “Pulcinella” a partir de un guión cinematográfico inédito del director de cine Roberto Rossellini. Se trata de un legendario montaje, a cuyas espaldas tiene las tablas de todos los escenarios del mundo, incluso Broadway. Ahora dentro de la programación “Nàpols al Grec”, tuvimos ocasión de contemplarlo en el Teatre Poliorama.

La pieza es una comedia agridulce de la más alta escuela de la Comedia del Arte. El argumento nos habla de un grupo de hombres napolitanos del siglo XVII empeñados en hacer teatro. El viejo maestro –interpretado por Lino Mattera- muere y su sucesor decide dejar atrás patria chica y familia y partir hacia la corte parisina para comprobar en qué consiste el alto teatro francés; dicho personaje está interpretado por el excelente cantante Massimo Ranieri. En su largo viaje convierten la barca de madera en una carreta y ésta en un escenario donde se obra el milagro, el de la metamorfosis de la máscara y el actor. La obra se convierte así en el canto triste del que está del otro lado, el inmigrante, el que deja sus raíces para buscar fortuna en otras tierras. En su triste caminar sus vidas se ven aligeradas por la presencia de una mujer que se incorpora a la compañía. Recordemos que el teatro en el siglo XVII era cosa de hombres, la Comedia del Arte nace cuando las mujeres llegan a las compañías, pero no mujeres en general sino las mujeres educadas para esa cultura del teatro en Europa.

Mauricio Scaparro ha apostado por la simplicidad de una puesta en escena elemental, si puede dirigir con un foco ¿por qué hacerlo con trescientos? Lo cierto es que el resultado ajusta la forma al fondo para ofrecer un espectáculo que transmite la fuerza elemental del teatro clásico. La energía que fluye de los actores italianos que unen tradición y vanguardia en un ejercicio que los aproxima a las compañías italianas de 1500 a 1600, capaces de hacer todos los tipos de teatro. O sea, con pocos actores ofrecían las comedias cómicas de rutina, obras pastoriles, comedias populares así llamadas, drama popular, mixto entre trágico y cómico, y podía también hacer tragedia clásica, todo ello gracias a la máscara y la música. Estos dos últimos elementos marcan el ritmo de “Pulcinella”.

El libreto de Roberto Rossellini y la dirección de Mauricio Scaparro confrontan la Europa civilizada del noble y refinado Molière con la Europa popular del cómico-bufón. La llegada a París permite en la segunda parte del espectáculo que el espectador confronte a los profesionales de lo cómico y lo grotesco con los profesionales de la alta cultura. El resultado no puede ser más interesante, nada puede pasar por encima de la dignidad, uno no puede una mañana disfrazarse de asno lleno de campanillas porque así lo haya diseñado el poder, en este caso el rey. Uno debe ser fiel a sí mismo y no venderse por cuatro perras, ese es el mensaje que nos trasmite la obra.

“Pulcinella” es una obra de teatro sumamente inteligente, profunda y espiritual, que toca el alma napolitana para elevarla en el aire como una canción triste más valiosa que el dinero, y que hace de lo puramente particular un ejemplo universal.

           J. A. Aguado

Alfredo Sanzol

 

De la dictadura a la democracia

 

Una serie de escenas del pasado reciente se nos presentan estos días en el Teatre Lliure del barrio barcelonés de Gracia, con el barniz del pasado, para pasar cuentas sin irá, pero sí con mucho humor, humor negro, sarcasmo e ironía. Alfredo Sanzol (1972) ha escrito unas pequeñas piezas teatrales con unos diálogos intensos y coherentes desde el punto de vista de la intensidad emocional, dos horas de espectáculo de un hombre que nació cuando murió Franco por lo que su infancia se nutre de los fantasmas de la transición. Estas miniaturas teatrales o micropiezas están escritas con una lengua ligeras y legante, con unos diálogos entre personajes intensos y coherentes desde el punto de vista de la Historia de este país. “En la Luna” con el miedo, la incomunicación, el rencor, el sarcasmo y las ganas de hacer reír.

Si “Días estupendos” nos gustó cuando estuvo en la Villaroel y “Delicades” en el Poliorama eran buenas histoiras “En la luna” es aún mejor. El espectador encontrará humor, ternura, ironía y reflexión sobre la realidad de forma directa porque el dramaturgo como Cervantes tiene oído para el lenguaje de la calle. Sanzol ha realizado varias instantáneas, como películas cortas o relatos breves con la intensidad de una Julio Cortázar, un Truman Capote o un Pere Calders, con sólo unos breves diálogos el espectador entrar de lleno porque lo que ve de alguna manera lo ha vivido o sentido en sus propias carnes.

Raro y gratificante a la vez es ver actores tan versátiles, se lanzan diálogo tras diálogo, historia breve tras historias breve a interpretar a otro personaje a tumba abierta desdoblándose continuamente en mil caras con un objetivo común hacer reír al espectador.

Los actores interpretan a multitud de personajes mezcla intriga, cinismo, sarcasmo, melancolía, tristeza y humor, pero mucho humor, y todo ello desde la emoción, sus nombres son Juan Codina, Palmira Ferrer, Nuria Mencía, Luis Moreno, Jesús Noguero y Lucía Quintana. Hay en este viaje al pasado un deseo de recuperar la memoria histórica, de no olvidar, de pasar cuentas sobre temas que se quieren enterrar en las cunetas de las carreteras.

“En la luna” no muestra un tipo de teatro interior preocupado por el análisis psicológico del individuo, sino que se proyecta hacia la sociedad, aunque a veces en clave poética o metafórica un tanto kafkiana. El espectador sólo debe ir descubriendo historia a historia las pequeñas mentiras con las que vivimos. El resultado de todas estas tramas argumentales, talento interpretativo y trabajo sobre la realidad es una obra con un humor perverso y una fe política tonificante. Ideal para los que no queremos dejar de tener memoria histórica.

J. A. Aguado

 

Carlos Santos

La supervivencia del latín

Un grupo de profesores del área de lenguas fueron al Teatre Nacional de Catalunya a disfrutar de “Ricardo i Elena”, una pieza de teatro cantada en latín que se representa en Barcelona a cargo de la compañía de Carlos Santos. El fin que se persigue es que los alumnos entre doce y dieciocho años asistan, se familiaricen con el teatro y, por partida doble, con la cultura clásica, porque para la Enseñanza Secundaria sería aconsejable la existencia de, al menos, un año en el que se impartiese como crédito común obligatorio la asignatura de Cultura Clásica. Los profesores conspiradores definían como necesidad la enseñanza del latín aunque, conscientes del empuje de otras disciplinas ahora en boga en algunos planes de estudio de los llamados transversales -caso por ejemplo de créditos variables mucho más divertidos como jardinería o el parchís-, admitirían que pudiera ser opcional.

Estaba claro que se trata de profesores conspiradores. Que Atenea les proteja. En todo caso, la obra de Cales Santos les trazó un puente entre el latín y la estética combativa de un músico al que no le gusta grabar discos y que empezó a tocar el piano a los cinco años. Apenas pasada la adolescencia era un virtuoso del instrumento, con el que interpretaba a los clásicos. Poco tiempo después se convirtió en intérprete de los compositores de vanguardia europeos, pero a la vez fue uno de los primeros, a este lado del Atlántico, en interesarse por los compositores americanos. Y luego pasó a la dirección musical, en su trabajo con el Grup Instrumental Català, con sede en la Fundación Miró de Barcelona.

A mitad de los setenta, decide tocar sólo su propia música, extiende sus intereses hacia el vídeo y la escritura y realiza trabajos en ese estilo difícil de clasificar en el que ya brillan los poemas visuales de Joan Brossa. Durante algunos años, en el aspecto musical, centra su interés en la voz, componiendo e interpretando solos vocales, trabajo del que queda el disco “Voice Tracks”. Después volvió al piano, que en realidad nunca había abandonado. Pero es al final de los ochenta cuando Santos da un nuevo giro a su carrera, que es en el que se centra últimamente: la unión de elementos teatrales y musicales; se dedica a la creación de espectáculos en los que música, teatro y danza, con protagonismo especial del vestuario y la iluminación, se unen creando un género nuevo, destinado además sólo a su visionado en directo. En ello está con “Ricardo i Elena” en el Teatre Nacional de Catalunya. Entre mujeres que tocan el piano con los pies y crucifijos que sobrevuelan el escenario, Carles Santos ha conseguido que los profesores conspiradores tengan su músico y que la ironía sea capaz de derrotar a la peor de las tragedias.

Sin duda la dinamización de los procesos creativos está en la base que sustenta la catedral gótica que es el trabajo de este genio del piano que tuvo unos padres, Ricardo y Elena, unos de tantos padres, en blanco y negro, que llenaron nuestras vidas durante toda una época y que con trabajo han pasado de los tonos grises al color. Dentro del espectáculo son un pretexto metafórico que sirve para ordenar una serie de elementos en apariencia salvajemente puesto en escena. Tal vez la supervivencia del latín dependa de la indecente energía de la furia de un pianista, de una exuberante impertinencia sexual en un mundo lleno de tecnología y canciones de amor espantosas.

 

   J. A. Aguado

José Sanchis Sinesterra

         Teatro contra el olvido

 

Pareciera que la comedia se diese de tortas con la comedia. Cosa extraña y coplera es ésta de mezclar guerras y comedias. Los muertos ganan en número al de los vivos, es cosa cierta según las estadísticas establecidas entre cadáveres, momias y esqueletos desaparecidos o borrados: cuanto más reciente el muerto, más inquieta al vivo y sus remordimientos. Saludan su ausencia las cosas que tocó, los seres que conoció hasta perderse en la nada.

Los muertos veteranos, antiguos, ya casi no son muertos ni nada, pues sobre sus huesos descarnados se posó hace mucho el pájaro del olvido. Guerra no dan ninguna, y temor tampoco, pues perdieron no sólo todo el peligro que llevaban de vivos, sino también todo su poder evocador; y transmitir, lo que se dice transmitir, sólo transmiten algo, el lejano eco del tiempo, seguramente, a los historiadores y a los antropólogos, pues los forenses, que también están en el ajo, prefieren los muertos un poco vivos todavía, aquellos que conservan casi todas las señas de su anterior identidad y, lo que es más interesante, la explicación exacta de su abandono del mundo.

Pero, como siempre en la vida tiene que haber un “pero”, el del dramaturgo que escribe contra el olvido de la historia, sentado en su mesa de trabajo escribe y escribe contra el olvido, contra la nada, contra la ausencia, contra… abriendo las persianas de la emoción. Con sus pesquisas literarias muele a palabras el tiempo que se nos fue, y los muertos-muertos resucitan en la escena como ocurre hasta el uno de abril en el Teatre Nou Tantarantana, donde se representa la revisión de “¡Ay, Carmela!”. Se recuerda a los muertos, muertos dados de baja en el estadillo de los vivos, la expectación morbosa de encontrarse en escena dos cómicos hechos de la materia de la condición humana, lejos quedan los héroes de cartón piedra, son personas que aparecen en escena de la mano del valenciano José Sanchis Sinesterra: fueron muertos de la Guerra Civil.

La verdad es que en aquellas fechas funestas nos matamos tanto, sembramos de tal modo el suelo de difuntos, agujereamos tanto el cielo para meter a las víctimas del desastre, que los actores no podía ser una excepción. Carmela, interpretada de forma pasmosamente maravillosa por Pilar Martínez, es un ánima que deambula por el teatro vacío, fantasmal. Por fortuna, Paulino (el gran Pep Molina), siempre con la más intima tristeza y cobardía, conversa para conservar su viveza en medio del repugnante lodazal humano de nuestra Guerra Civil, luchando contra la nada, los huesos y el polvo, y la soledad remota, y el olvido.

“¡Ay, Carmela!, teatro contra el olvido en el Nou Tantarantana. Un trabajo de actores que es una maravilla, una de las versiones de la pieza más inteligente y estimulante. Teatro para recordar mayormente, hay que repetirle al espectador que no queda otra salida que huir hacia adelante, declararle la guerra al olvido y dedicar una tarde de sus vidas a revivir la emoción, los sabores, las lágrimas y las sonrisas de un tiempo que fue el nuestro. Si no lo tenemos presente,eee caeremos mañana en los errores del ayer.

J. A. Aguado

Eurípides, Racine, Sèneca, Miguel de Unamuno, Sarah Kane, Llorenç Villalonga, Salvador Espriu

On habita el desig

 

Fedra, la princesa cretenca que s’enamora apassionadament del seu fillastre Hipòlit, el fill de Teseu, és el personatge en què centra la seva atenció Pep Pla a la Sala Beckett de Barcelona. La història de Fedra ha estat reescrita per Eurípides, Racine, Sèneca, Miguel de Unamuno, Sarah Kane, Llorenç Villalonga, Salvador Espriu i altres, entre les versions més modernes i recents la de la dramaturga brasilera establerta a Barcelona Marilia Samper (1974).

Eurípides va escriure dues tragèdies sobre Hipòlit. La Fedra d’Eurípides és una dona apassionada, ardent, tempestuosa, posseïda per Afrodita i, pels designis d’aquesta deessa, ha de caure enamorada fins a la desmesura d’Hipòlit, que representa l’home cast, enemic de les passions mundanes, amant de la naturalesa i de la caça. Davant la impossibilitat de l’amor Fedra apareix com un personatge femení ple de passió, intel·ligència, astúcia i voluntat. Fedra mostra una ombrívola forma de descriure la vida de l’ésser humà, una gran neguit. Per Racine Fedra és una dona malalta d’amor, incapaç de resistir a les dues grans forces del seu destí, de manera que desperta en l’espectador compassió i respecte, es tracta d’un personatge esquinçat per la vergonya.

Don Miguel de Unamuno des del seu sentit tràgic de la vida va tornar al mite amb una dona que acaba suïcidant-se. Al segle XX tenim la versió de Llorenç Villalonga i de Salvador Espriu.

La versió de Marilia Samper entreteixeix la història de tres dones unides pel dolor i la desmesura d’un sentit tràgic de l’existència. D’una banda hi ha la història de Vera (una esplèndida Anna Güell) una d’aquelles grans actrius que es poden comptar amb els dits d’una mà que està representant el mite de Fedra, el vell joc de les caixes xineses o la història dins de la història, en la qual l’actriu veterana intenta recuperar les cendres de la seva joventut en el cos del jove actor que encarna el paper d’Hipòlit. La segona dona és Freddy (Mercè Anglès), la cambrera d’un pub enamorada del seu jove cunyat i finalment la tercera en discòrdia és Sarah (una increïble Montse Morillo), que interpreta una jove lesbiana torturada interiorment fins a la frontera on el suïcidi és una forma de no patir. Enmig d’aquest món femení el fosc objecte de desig es diu Jaume Madaula.

Una escenografia rovellada amb llits d’hospital, somiers sense matalàs, runes, un escenari molt al Samuel Beckett. Pep Pla realitza un immersió total en la vida d’aquestes tres dones, en les seves contradiccions, les seves paradoxes, en els verins que la vida inocula en les seves vides, en el desig i la mort. No es pot esperar més d’un mite com Fedra. No se la perdin acaba aquesta setmana.

J. A. Aguado

 

Salvador Távora al Victòria

De vegades el món és injust amb els creadors de bellesa i art, bona feina i reconeixement de vegades no van de la mà. Així va passar amb “Carmen”, una òpera de Georges Bizet composta el 1875, l’obra que en la seva estrena va ser un fracàs rotund, avui és un clàssic la música i serveix d’inspiració a molts artistes, mes enllà de la música o de l’ òpera, en aquest cas el teatre.

Salvador Távora porta quinze anys rendint-li homenatge a Bizet amb un espectacle que ha portat per a tot el món, amb braus i sens braus. Des de la creació del muntatge, als jardins de Peralada fins a aquest espectacle que podem veure aquests dies al Teatre Victòria del Paral·lel barceloní, ha sofert evolucions, de totes elles la més essencialista i pura és la que aquests dies es posa en escena, el muntatge “Carmen. Òpera andalusa de cornetes i tambors” explica la vida d’una dona que va morir assassinada per voler ser lliure sent pobra, dona, obrera i gitana.

L’obra que ens presenta Távora és plena de simbolismes: el clavell, el ganivet, el cavall, el flamenc, les campanes, els militars, la dansa, el tabac, … tot té cabuda en aquesta peça electritzant. L’actuació de la banda de cornetes i tambors marca el ritme com una maquinària de rellotgeria perfecta amb els seus engranatges col·locats al seu lloc a força d’intentar buscar la força i la bellesa.

L’espectador s’obre pas entre el zapateado i lliçons d’Història com l’escena on apareix l’execució de Riego i amb Carmen enarborant estàtica la bandera de la Constitució de 1812. Hi ha en la peça un aire de llibertat i revolta que ens arriba amenaçat en tot moment per aquesta navalla Albacete que domina l’escenari des del terra. La llibertat moltes vegades està amenaçada, sobretot la llibertat femenina, aquesta dona només volia ser lliure. És Carmen, tot un mite. La història d’aquesta cigarrera de Triana, que van matar pels seus amors en la Porta del Príncep de la Real Maestranza, té el valor del testimoni de la brutalitat masculina, que un dia si un altre també, des de fa segles, ve marcant la vida de moltes dones.

Ens agrada aquesta versió sense brau, l’espectacle no li fa cap falta. El moment més emotiu per al públic és quan un cavall blanc balla amb Carmen, amb enorme proximitat. Ballarina i cavall s’entrellacen moguts pel ritme de la música. Entre les extraordinàries habilitats del vell Salvador Távora hi ha la de fer llum sobre els llocs comuns de la tradició plàstica del sud, li treu partit als llocs comuns com els encaputxats de la Setmana Santa, l’espectador surt del teatre amb una sèrie d’imatges pictòriques que reforcen aquest festival ple d’inspiració, creativitat i poesia visual.

J. A. Aguado

SalaFlyhard de Jordi Casanovas

SalaFlyhard de Jordi Casanovas

 

La SalaFlyHard és molt petita, es tracta del local d’assaig del dramaturg Jordi Casanovas convertida en teatre, una sala alternativa on el dramaturg català i la seva companyia posa en escena les seves produccions. De dijous a dilluns a les nou del vespre. En total quaranta espectadors per funció. Un espai on combina el verd i el vermell, l’esperança i la sang. El preu de l’entrada és a gust del consumidor, cinc o deu euros, segons la butxaca de cadascú. El servei està empaperat amb les crítiques que ha anat rebent durant aquests anys de creació el dramaturg. La sala amb uns mitjans tècnics rudimentaris serveix perfectament per amb treball i tenacitat presentar els nous projectes que ens sorprenen agradablement amb una dramatúrgia moderna del nostre temps i una ferocitat intel·lectual i un humor assassins.

El teatre és un art comunicatiu. Quan un entra al teatre, ha d’estar amb l’ànim disposat a descobrir d’una vegada què és el que passa en aquest món. Aquesta obra ens mostra una batalla desesperada per la pròpia identitat i les lleis del mercat, tot i que tots tenim un preu, el dramaturg sembla dir-nos que encara queden valors en peus com la dignitat en “Nits de ràdio dos punts zero”. Una comèdia divertida sobre certa premsa que es dedica a mostrar les seves misèries morals en públic sense cap vergonya. Quadre conductors d’un programa de ràdio – “Ho busca però no ho Trobo” – Candela, Llorenç, Pedrio i Anna davant l’oient i enfront d’ells mateixos. Clara Cols és Candela la directora del programa, Pablo Lammers és Llorenç, Sergio Matamala és Pere i Alícia Portes és la becària. El programa té uns oients molt especials, les veus posen: Jordi Armengou, Sergi Belbel, Sergi Bittan, Roser Blanch, Mònica Bofill, Jordi Casanovas, Marina Fita, Oriol Genís, Carles Lammers, Wanda Lammers, Gim Segarra, Graciela Soñez i Annabel Totusaus.

La finalitat que persegueix aquesta obra és delectar-nos i al mateix temps reflexionar sobre el que està passant en cadenes com Telecinco amb programes com “Sálvame”, on les misèries dels periodistes es converteixen en els temes que apassionen els espectadors. D’altra banda la comèdia ret un homenatge a programes de Rac1 com “Tot és possible” un programa de servei on cap pregunta es queda sense resposta. Però més enllà de les qüestions pràctiques el programa de ràdio de la comèdia s’endinsa en qüestions espirituals com els llibres d’autoajuda de Jorge Bucay. El resultat és una obra càustica en què mostra com moltes vegades els propis sentiments dels professionals del periodisme són tractats amb irrisió, i mostrat com un mitjà per aconseguir certs fins. El poder Jordi Casanovas consisteix a reunir tots aquests variants i plantejar a l’espectador el problema amb moltes dosis d’humor.

J. A. Aguado

Xavier Albertí

Josep Maria de Sagarra al TNC

 

Xavier Albertí com a director del TNC aposta per la recuperació del teatre català amb produccions com les de Pitarra o Sagarra. Una programació la d’aquesta temporada que té com a objectiu un teatre per a la reflexió cívica, que aporti eines de pensament i de debat als espectadors. En aquesta tasca de concienciació i recuperació del patrimoni cultural català s’inscriu la producció de “Ocells i llops” de Jose Maria de Sagarra (1894/1961). L’obra va ser escrita en plena postguerra, entre l’any 1947 i 1948. En aquells anys el dramaturg estava entestat a adequar la llengua literària a la llengua viva, en fer que els seus personatges expressessin una llengua rica que venia de la formació literaira l’autor, arrodonida per les seves lectures i un vocabulari familiar après amb molta apliació de la terra, del bosc i de l’ornitologia, i per la seva dedicació a la traducció sobretot de Shakespeare.

L’obra es va estrenar a Barcelona el 23 de novembe de 1948, al teatre Apolo, amb l’actriu Maria Vila en el paper protagonista de Lucrècia i amb Pius Daví interpretant al doctor, va ser retirada de cartell i ratllada moralment, era uns temps foscos per la cultura i per a la gent d’aquest país. Josep Maria de Sagarra tracta en aquest obra el tema de la hipocresia dintre de la família, el món de la protagonista és el de les viatges famílies burgeses catalanes de tota la vida que practiquen una doble moral o un mirar a una altra banda, amb una manca total d’autocrítica, a la recerca d’una felicitat artificial. Com en gairebé totes les grans obres de la literatura de tots els temps la família és el tema nuclear que estructrua l’esdevenir de la peça. Des del primer moment un entra en els secrets de les famílies, les veritats que no es compten, els secrets més inconfessables que la moral no permet que surtin a la superfície. L’obra estableix una intensa relació entre el que es diu i el que s’oculta.

Superada la barrera moral de l’estrena, l’obra posada al dia pel TNC està dirigida per Lurdes Barba a la manera d’una sèrie televisiva encapçalada per Carme Conesa ens situa directament en l’imaginari de la peça amb la seva roba i el seu món de casa de nines amb ocells engabiats. Al costat de Conesa un fantàstic doctor Francesc Luchetti, Roser Tàpieas, Nausica Bonnín, Llorenç Gonzàlez, Jaume Madaula, David Bagés i Montse Pérez. Actors tots ells que han entès que Sagarra tractava el seu teatre de cara al públic, aquesta és una peça que pot interessar a tot tipus d espectador. Passada la Guerra Civil, la seva escapades a París li proporcionen a l’autor una distància de la realitat i es produeix una renovació en el seu teatre sempre prenent com a punt vital de la seva dramatúrgia la importància del dolor humà. Al costat de l’obra es pot llegir les Memòries de Sagarra com a obra de plenitud per entendre molts dels aspectes que van conformar la seva vida. Sens dubte un encert la producció del TNC de la oba que ens recorda a un Josep Maria de Sagarra poeta, novel·lista, assagistes, articulista i per sobre de tot dramaturg magnífic que va saber renéixer de si mateix, reinventar-se per commoure als seus espectadors.

J. A. Aguado

Rossini

Rossini versus Joan Font

 

L’òpera de Rossini és sinònim de fantasia i imaginació. La comèdia i “Els Comediants” li vénen a l’òpera dr Rossini com anell al dit. No és d’estranyar que l’òpera que obre la temporada del Gran Teatre del Liceu “Il barbiere di Siviglia” es l’hagin encarregat a un dels grups teatrals amb una trajectòria més dilatada, més de quaranta anys en això de buscar el costat positiu de la vida en peces teatrals plenes d’innocència, descobriments, enginy, creativitat, espurna, llum i color sobre les coses grises de la quotidianitat abalan a la companyia catalana “Els Comediants”.

“Il barbiere di Siviglia” està considerada l’obra mestra de l’opera buffa. Figaro és un personatge gairebé de l’Edat Mitjana entre la Trotaconventos del Harcipreste de Hita i “La Celestina” i el Arlequí de la Commedia dell’Arte. Aquest teixidor de trames és capaç d’aconseguir amb el seu enginy i cara dura el que els diners mai a assolit aconseguir: l’amor d´una dona.

L’obra és una crítica, molt pròpia de l’època en què va ser escrita la peça, es tracta de posar al descobert els arranjaments matrimonials entre els vells i les jovenetes de casa bona, en matrimonis de convinença. L’amor triomfa i els joves viuen la seva vida de color de rosa sent feliços i menjant perdius sobre un gran pastís.

Una peça en dos actes de tres hores de durada que val la pena només per veure el inconbustilbe don Carlos Chausson interpretant a Bartolo, el vell avar i desitjós de casar-se amb la jove Rosina, de la qual vol obtenir el seu dot i la seva joventut. Carlos Chausson és un mestre de la ficció i tan veritable en el seu ofici com la vida mateixa. La seva interpretació és compulsiva, ens diverteix i sovint ens deixa atònits la seva veu, els seus moviments i les seves màscares, la seva interpretació té l’habilitat de tornar fascinant i significatiu els petits detalls de la Rossini. Al costat de Carlos Chausson el jove tenor argentí Juan Francisco Gatell en el paper del comte d’Almaviva o el farsant Lindoro, màscares per a un tenor que en tot moment està a l’altura del toc teatral. A Rosina l’encarna Annalisa Stroppa, que va donar vida a una jove dolça i plena de força en les decisions que afecten a la seva vida. Finalment cal destacar el paper de barber que fa que des d’un inici l’obra ens atrapi, Mario Cassi interpreta un Fígaro sorprenent i ple de vitalitat.

El segell Comediants en el visual ho posa Joan Guillén amb una escenografia senzilla, simple i colorista i un vestuari marcat pel joc de colors que ens fan somiar amb la força dels somnis ple de lirisme. Com a teló de fons de l’òpera Joan Font posa als seus actors que es pengen d’un llum o transformen un enorme piano vermell en un llit, atrapen un barret en un arbre o fan del piano una barca per navegar els mars de la passió amorosa, … en un escenari dins l’escenari, en un joc de caixes xineses que sotmeten a l’espectador a seguir dues trames paral·leles, dues històries que en el fons són la mateixa, la història del joc, diversió, entreteniment, esbarjo i plaer, es pot demanar alguna cosa més.

J. A. Aguado