SALA BECKETT

Pau Miró i la postveritat

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Aquest Festival Grec 2017 ens està deparant sorpreses en la dansa amb espectacles meravillosos como el del grec Dimitris Papaioannou, però també en el món del teatre de text, de la paraula. Entre les joies de la corona està el text de Pau Miró Un tret al cap que aquests dies es representa amb gran èxit de públic i crítica a la Sala Beckett. L’autor d’obres com Singapur, Victòria o Plou a Barcelona fa un pas més en la seva carrera amb una peça que busca els espais interiors i vulnerables de l’ésser humà. 90 minuts de bon teatre interpretat per tres actrius que insuflen vida als personatges. Es pot considerar Un tret al cap com una peça teatral que fa un retrat de l’estat del periodisme en l’actualitat: la precariedat laboral, l’arribada d’internet a suposat un canvi en les redaccions i en la forma en què s’enfoca el treball del periodista, la poca investigació, el no qüestionament de les fonts, l’impacte de les postveritat en la qual és difícil distingir la mentida manipulada de la veritat, l’enfonsament de la bombolla financera implica que l’empresa pren mesures amb les plantilles, menys personal per la mateixa feina, el canvi generacional, la jerarquia, la manca de llibertat professional. Aquests són els temes de fons que aborda Pau Miró a aquest drama. Un drama amb grans dosis d’ironia i tendresa al cinquanta per cent. Aquesta barreja de ficció realista i sàtira ens deixa espectants des del primer minut. Molt allunyada de la temàtica de la seva anterior obra Pau Miró ens ofereix una aguda observació de l’estat de l’ofici de periodista i el estat de salut de la premsa. Tres dones amb un fi sentit per de la ironia i el sarcasme. Ja no recodo l’última vegada que una obra de text m’ atrapés en les seves urpes d’una manera tan viva i tan vulnerable.

L’Emma Vilarasau interpreta una periodista de fama i amb una carrera a l’esquena que és acomiadada del diari on treballava i en el qual havia aconseguit premis importants. Viu amb la seva germana, escriptora de contes infantils, amb una malaltia terminal i que li serveix de consciència, de martell que qüestiona o matisa les forma de veure el món, aquest personatge està interpretat per una esplèndida Imma Colomer, al costat d’elles apareix la jove periodista que intenta obrir-se un camí a cops de destral, la Mar Ulldemolins. La jove que aspira a convertir-se en una periodista amb treball, se les enginya per introduir-se entre les dues germanes. Ella afalaga, atrau, sedueix, però també traeix, com en l’obra de Joseph L. Mankiewicz Tot sobre Eva.

Els tres personatges de l’obra de Pau Miró fan que es plantegin l’ètica i la responsabilitat individual davant de la realitat. La direcció de l’espectacle busca des de la mentida que és el teatre, un punt de veritat o de connexió amb la realitat, i, sens dubte, ho aconsegueix. En aquesta recerca aconsegueix un equilibri que dona als personatges una profunditat que els fa pròxims a l’espectador.

Les notes del piano ens obren les portes d’un pis vintage en què ens qüestionem els que ens passa tant socialment com individualment a través d’un treball com el del periodisme que està canviant tant com la nostra percepció de la realitat.

  1. A. Aguado

Somos unas ratas y otros episodios de horror publicitario

En los años setenta Peter Turrini (1944) crea “Caça de rates”, una crítica impresionante a la sociedad de consumo, de acción rítmica y estructura implacable. La pieza es un ejercicio de contar toda la vaciedad de nuestras vidas, como medio de autoanálisis, exorcismo y liberación final, que tuvo mucho que ver con la propia peripecia vital de un dramaturgo que empezó escribiendo en agencias de publicidad. Precisamente la publicidad nos crea paraísos artificiales a los que nos enganchamos en nuestra búsqueda del mundo feliz, por eso el consumo innecesario de productos publicitados que en realidad no nos hacen ninguna falta se convierte en una barrera que sofoca nuestros incendios interiores más íntimos.

En esta primera pieza, que treinta años después de haber sido escrita se representa en la sala Beckett, el dramaturgo vienés quiso indicar, bosquejar, insinuar, aludir… pero su ópera prima es una invectiva salvaje contra la publicidad en general, contra la sociedad de consumo y contra las máscaras que continuamente nos ponemos para ocultar nuestras verdaderas señas de identidad.

Se trata de una pieza espeluznante, en la que los sentimientos más compartidos con los espectadores son los de horror y asco ante tanto detritus humano. La sala Beckett estrena estos días la versión catalana de una historia que no ha perdido actualidad, bien al contrario, la peripecia de esta pareja, hombre y mujer (Josep Julien y Maria Lucchetti), nos retrata a nosotros mismos. Los dos tratan de dilucidar el misterio de sus personalidades, en sus largos momentos de contemplación de la basura urbana a las afueras, con el motor parado, en el coche, los focos encendidos, la música sonando y las escopetas en el asiento de atrás, cargadas, siempre dispuestas para que su amo dispare a las ratas que circulan por allí.

¿Cómo expresar el verdadero carácter de la sociedad de consumo? Dicho de otro modo: ¿qué mejor metáfora de nuestra realidad de teletienda que la metáfora de las ratas? Esto no es sólo una analogía o los términos de una comparación que a lo sumo permitan al espectador hacerse una idea que una vertedero con realismo sucio, sino que es también un camino hacia el alma de la realidad. Por eso el escenario no podía ser otro que un espacio transformado en una cloaca, un basurero.

Las reseñas críticas, en su afán de orientar al espectador con un gasto mínimo de energía analítica, refieren la obra de Peter Turrini a la de autores como Peter Handke o el propio Thomas Bernhard (modelo de intelectual austriaco inconformista). El teatro de Peter Turrini tiene autonomía más que suficiente para no precisar de referencias ajenas a su propia entidad, es el abanderado de la libertad en las artes, el final de la obra donde intervienen dos actores más (Andrés Moreno y Marc Rodríguez) así lo atestigua. Destaquemos, finalmente, la calidad de la adaptación al catalán realizada por Eugeni Bou, tanto más excelente cuanto más endiabladas son las dificultades a las que sin duda ha tenido que hacer frente.

J. A. Aguado

DE HURACÁN EN SALA BECKEETT

 

 

 

El teatro alternativo se niega a estar domesticado, bajo el imperio del mercado. Salas como la Beckett en Barcelona luchan por un producto interesante. Se imponen la necesidad de trabajar con imaginación, que se agudiza cuando careces de dinero. Este es el caso de “Huracán” de Enric Nolla. La creatividad no puede estar aplacada por una subvención que no llega. No podemos consentir que éste sea un mundo de jóvenes mudos. Y en un solo mes de trabajo puedes hacer un espectáculo si sientes y tienes la necesidad de hacerlo, aunque lo sitúes en el campo, ahora que todo el mundo hace alabanza de corte.

Mariana vive en una casa dominada por las mujeres, sus tías Misericordia y Fecunda. El día de su primera comunión ocurrirán hechos terribles que desencadenarán un huracán de sentimientos profundo y negros. En una aldea hundida en el campo, en mitad de un bosque y aislada después de una durísima geografía exterior que se funde con la geografía sentimental de unos habitantes que viven entre el asombro y el terror.

La contemplación de lo desconocido se disfrazará de visión adivinatoria que se realiza a través de la luz de una cerradura, que Misericordia tiene el poder de ver. Mercè Arànega realiza una interpretación hermosa y perturbadora. Pero la infancia se nos desvela aún más terrible que el mundo de los adultos, como si la maldad irrumpiera en la vida, y la transformara dotándola de un sentido nuevo, alterando el curso de los días repetidos en el mundo rural.

La aldea de “Huracán” es un pueblo de cazadores, un lugar de vegetación salvaje y exuberante. La caza se convierte en una obsesión que junto a la presencia del alma de la abuela muerta, aunque sea con muletas, dejan al espectador de piedra. Lo sagrado irrumpe en escena a través del trabajo infatigable de Àngela Jové.

“Huracán” de Enric Nolla es la historia de la envidia. Como nos dejó escrito Antonio Machado: “La envidia de la virtud hizo a Caín criminal”. Envidia pueblerina y malsana, de familias enfrentadas, de niños rencorosos y mujeres sin rumbo. “Huracán” es la negación del mundo. El extraordinario de las seis mujeres que intervienen en la pieza crea las atmósfera de un mundo inhabitable, el mundo que empezó en el lado oscuro.

Salas como la “Beckett” sirven para esto: para imaginar un instante de esplendor. Fija “Huracán” un instante privilegiado: en la medida ínfima del instante mágico en el que la aparición de los espíritus marcan el futuro de nuestras vidas miserables, el instante donde cabía la posibilidad de elegir un camino que abriese o cerrase las puertas de la vida, las posibilidades fueron desaprovechadas por estas seis mujeres en busca de un futuro que se cierran. Se tapian las posibilidades porque ellas entran en el tiempo que no controlas, el tiempo que te controla a ti, el tiempo del dolor y la cólera.

J. A. Aguado

 

 

 

On habita el desig

 

Fedra, la princesa cretenca que s’enamora apassionadament del seu fillastre Hipòlit, el fill de Teseu, és el personatge en què centra la seva atenció Pep Pla a la Sala Beckett de Barcelona. La història de Fedra ha estat reescrita per Eurípides, Racine, Sèneca, Miguel de Unamuno, Sarah Kane, Llorenç Villalonga, Salvador Espriu i altres, entre les versions més modernes i recents la de la dramaturga brasilera establerta a Barcelona Marilia Samper (1974).

Eurípides va escriure dues tragèdies sobre Hipòlit. La Fedra d’Eurípides és una dona apassionada, ardent, tempestuosa, posseïda per Afrodita i, pels designis d’aquesta deessa, ha de caure enamorada fins a la desmesura d’Hipòlit, que representa l’home cast, enemic de les passions mundanes, amant de la naturalesa i de la caça. Davant la impossibilitat de l’amor Fedra apareix com un personatge femení ple de passió, intel·ligència, astúcia i voluntat. Fedra mostra una ombrívola forma de descriure la vida de l’ésser humà, una gran neguit. Per Racine Fedra és una dona malalta d’amor, incapaç de resistir a les dues grans forces del seu destí, de manera que desperta en l’espectador compassió i respecte, es tracta d’un personatge esquinçat per la vergonya.

Don Miguel de Unamuno des del seu sentit tràgic de la vida va tornar al mite amb una dona que acaba suïcidant-se. Al segle XX tenim la versió de Llorenç Villalonga i de Salvador Espriu.

La versió de Marilia Samper entreteixeix la història de tres dones unides pel dolor i la desmesura d’un sentit tràgic de l’existència. D’una banda hi ha la història de Vera (una esplèndida Anna Güell) una d’aquelles grans actrius que es poden comptar amb els dits d’una mà que està representant el mite de Fedra, el vell joc de les caixes xineses o la història dins de la història, en la qual l’actriu veterana intenta recuperar les cendres de la seva joventut en el cos del jove actor que encarna el paper d’Hipòlit. La segona dona és Freddy (Mercè Anglès), la cambrera d’un pub enamorada del seu jove cunyat i finalment la tercera en discòrdia és Sarah (una increïble Montse Morillo), que interpreta una jove lesbiana torturada interiorment fins a la frontera on el suïcidi és una forma de no patir. Enmig d’aquest món femení el fosc objecte de desig es diu Jaume Madaula.

Una escenografia rovellada amb llits d’hospital, somiers sense matalàs, runes, un escenari molt al Samuel Beckett. Pep Pla realitza un immersió total en la vida d’aquestes tres dones, en les seves contradiccions, les seves paradoxes, en els verins que la vida inocula en les seves vides, en el desig i la mort. No es pot esperar més d’un mite com Fedra. No se la perdin acaba aquesta setmana.

J. A. Aguado

La economía liberal puesta a debate

 

 

 

 

Esta es una historia tierna y cruel como la vida misma. La experiencia aterradora de un adolescente en periodo de formación que contempla como su padre arrasa una humilde aldea por intereses económicos. La lucha interna entre el amor paterno y la barbarie de las excavadoras que destrozan el cuerpo de un niño resulta ser causante de la aparente locura del protagonista de esta pieza de teatro. “El cas Gaspard Meyer” se representa hasta el 12 de enero en la sala Beckett y nos plantea el tema del capitalismo salvaje.

Opiniones para todos los gustos; algunas para echarse a llorar. Y es que en la ciencia económica se han instalado el caos y la frivolidad. Dispersas por todo el planeta, una serie de multinacionales están dispuestas a todo tipo de comportamientos salvajes con el medio natural, sobre todo en zonas de selva virgen, con el único fin de sacar tajada económica sin tener en cuenta el impacto sobre el medio o las personas que viven en él; sobrados ejemplos tenemos en Brasil, aunque en este caso se centra en una aldea de Madagascar. Uno de los asertos en que suelen coincidir los estudiosos de la economía es que el sistema necesita una renovación. La caída de los regímenes comunistas, lejos de favorecer a la economía liberal ejercida de forma racional, su gran antagonista, la ha expuesto a una realidad deficiente. Lo cierto es que no tenemos que mirar ni en Brasil, ni en Madagascar, basta con mirar las costas gallegas teñidas de negro para comprender la magnitud de la tragedia. Estamos hablando de armadores y traficantes que ponen encima de la mesa el capitalismo salvaje y se olvidan por completo de la ecología. “El cas Gaspard Meyer” es una espléndida metáfora de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Ante los acontecimientos podemos actuar como el protagonista y quedarnos mudos, en un estado catatónico y autista o rebelarnos y hacer alguna cosa.

El sistema capitalista no puede complacerse en el triunfo, sino aplicarse a encontrar las fórmulas que lo adecuen al tiempo presente, que por un lado recuperen su esencia (en los tres principios básicos de la ideología liberal: la legalidad, la libertad y la propiedad) y, por otro lado, lo doten de los recursos precisos para atender a las nuevas necesidades de la civilización.

Gaspard Mayer es la metáfora que el dramaturgo francés Jean-Yves Picq (1947) emplea para mostrar una fábula poética y mágica sobre el mundo material y descarnado de la economía. Fue estrenada en 1994 y ha sido traducida al catalán por el profesor Carles Batlle; la interpretación corre a cargo de Oscar Intente y Andreu Rifé, y la dirección la ha llevado a buen puerto Toni Casares. Se trata de un espectáculo producido por la propia Sala Beckett, a la cual desde aquí reclamamos que siga en esta línea de producir magníficos espectáculos, aunque implicándose un poco más y no apueste por montajes ya vistos en Francia o Alemania, sino que se atreva vía “L´Obrador” a fomentar la producción propia, tan huérfana de padrinos.

Sostenida con un realismo mágico, “El cas Gaspard Meyer” es un magnífico retrato de uno de esos tiburones de la economía que pese a triunfar en su vida profesional fracasa como padre y acaba siendo víctima de su dramática y desolada forma de vida. En definitiva un “tour de force” emocional, salvaje y compulsivo.

J. A. Aguado

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