La ética del intelectual
Bajo la dirección de Josep Maria Pou se representa en el Teatre Goya de Barcelona “Pendre partit” una obra escrita por el guionista cinematográfico sudafricano Ronald Harwood. La pieza consigue hacer reflexionar al espectador sobre el papel del artista en la realidad de la Alemania nazi. Esta pieza de teatro nos sitúa ante la Alemania post-nazi de 1946, en el momento en que los vencedores de la guerra llevan a juicio a los colaboradores necesiarios en los crímenes contra la humanidad perpetrados por el Tercer Reich.
El espectador está en el banquillo del jurado y el juicio se desarolla en el escenario. El papel de fiscal acusador lo lleva el comandante Steve Arnold, en su vida civil inspector de seguros,- interpretado por un magnífico Andrés Herrera- y el acusado el director de orquesta Wilheim Furtwängler, uno de los mayores directores de orquesta del siglo XX – que encarga el propio Jose Maria Pou-, junto a ellos, el reparto lo cierran Sandra Monclús, Anna Alarcón, Pepo Blasco y Sergi Torrecilla.
Durante la etapa de gobierno nazi en Alemania, el director de orquesta toma la decisión de permanecer al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín. ¿Esta era una decisión acertada? ¿El intelectual debe dejar su país en tiempos de gobierno militar?, otro colega como Bruno Walter o Otto Klemperer se exiliaron en protesta por la política de los nazis. A partir de esta decisión, Furtwängler tendrá que navegar entre su pasión por la música de Beethoven y las intrigas de los dirigentes hitlerianos.
El tema de la pieza es el papel del intelectual en situaciones políticas de falta de libertades. ¿Es cada artista de un régimen dictadorial un agente de la propaganda del régimen bajo el cual vive? ¿Arte o política? ¿Dónde están los límites entre el indivuduo y el artista? ¿La influencia de la obra musical en el púbilco? ¿Las distintas posibilidades interpretación de la música? ¿El artista frente a la sociead? ¿la música tonal o atonal? Y frente a estas interroagaciones la música de Beethoven, siempre Beetohven y un paisaje moral por los suelos.
Un escenario con un edifico en ruinas con los cristales rotos por los bombardeos, que dejó Berlín totalmente arrasada, sólo una iglesia quedó en pie, es el escenario dantesco donde se desarrolla el juicio al director de orquesta. De alguna manera este juicio pretende establecer las bases de lo que será una nueva ética, una nueva forma de hacer política, sobre los escombros la humanidad intenta reconstruir una sociedad con nuevos valores.
Pasados los años, con la perspectiva del tiempo uno comprende que fue una decisión equivocada, y que debería haberse marchado, pero eso es fácil cuando las cosas cobran una cierta distancia, sin duda los intelectuales que se quedaron en Berlín, y no fue el único, fueron utilizados por Hitler come ejemplo de la “superioridad moral y artistia alemana”, las fronteras entre política y arte sin duda son muy delgadas y tienden a romperse por la pared más fina. El artista se encierra en su torre de Babel como el periodista en el concepto objetividad, ambos se ven atrapados los grilletes del presente.
- A. Aguado