TEATRO ALTERNATIVO
DE HURACÁN EN SALA BECKEETT
El teatro alternativo se niega a estar domesticado, bajo el imperio del mercado. Salas como la Beckett en Barcelona luchan por un producto interesante. Se imponen la necesidad de trabajar con imaginación, que se agudiza cuando careces de dinero. Este es el caso de “Huracán” de Enric Nolla. La creatividad no puede estar aplacada por una subvención que no llega. No podemos consentir que éste sea un mundo de jóvenes mudos. Y en un solo mes de trabajo puedes hacer un espectáculo si sientes y tienes la necesidad de hacerlo, aunque lo sitúes en el campo, ahora que todo el mundo hace alabanza de corte.
Mariana vive en una casa dominada por las mujeres, sus tías Misericordia y Fecunda. El día de su primera comunión ocurrirán hechos terribles que desencadenarán un huracán de sentimientos profundo y negros. En una aldea hundida en el campo, en mitad de un bosque y aislada después de una durísima geografía exterior que se funde con la geografía sentimental de unos habitantes que viven entre el asombro y el terror.
La contemplación de lo desconocido se disfrazará de visión adivinatoria que se realiza a través de la luz de una cerradura, que Misericordia tiene el poder de ver. Mercè Arànega realiza una interpretación hermosa y perturbadora. Pero la infancia se nos desvela aún más terrible que el mundo de los adultos, como si la maldad irrumpiera en la vida, y la transformara dotándola de un sentido nuevo, alterando el curso de los días repetidos en el mundo rural.
La aldea de “Huracán” es un pueblo de cazadores, un lugar de vegetación salvaje y exuberante. La caza se convierte en una obsesión que junto a la presencia del alma de la abuela muerta, aunque sea con muletas, dejan al espectador de piedra. Lo sagrado irrumpe en escena a través del trabajo infatigable de Àngela Jové.
“Huracán” de Enric Nolla es la historia de la envidia. Como nos dejó escrito Antonio Machado: “La envidia de la virtud hizo a Caín criminal”. Envidia pueblerina y malsana, de familias enfrentadas, de niños rencorosos y mujeres sin rumbo. “Huracán” es la negación del mundo. El extraordinario de las seis mujeres que intervienen en la pieza crea las atmósfera de un mundo inhabitable, el mundo que empezó en el lado oscuro.
Salas como la “Beckett” sirven para esto: para imaginar un instante de esplendor. Fija “Huracán” un instante privilegiado: en la medida ínfima del instante mágico en el que la aparición de los espíritus marcan el futuro de nuestras vidas miserables, el instante donde cabía la posibilidad de elegir un camino que abriese o cerrase las puertas de la vida, las posibilidades fueron desaprovechadas por estas seis mujeres en busca de un futuro que se cierran. Se tapian las posibilidades porque ellas entran en el tiempo que no controlas, el tiempo que te controla a ti, el tiempo del dolor y la cólera.
J. A. Aguado