“Una voce in off” (1962) de Xavier Montsalvatge

Xavier Montsalvatge frente a Jean Cocteau

 

En el Gran Teatre del Liceu hemos podido ver “Una voce in off” (1962) de Xavier Montsalvatge junto a “La voix humaine” de Francis Pulenc (1959) con libreto de Jean Cocteau. Ambas estéticamente unidas por el talento del director de escena y escenografía Paco Azorín. Dos óperas del siglo XX unidas por su brevedad, una hora. Otro vaso cumunicante es la trama argumental: dos mujeres se enfrentadan a su dolor, dos perdedoras en el tablero de la vida. Dos mujeres por los caminos de la desesperación a causa del abandono y la muerte. Las dos mujeres se cogen a una tabla de salvación que es la voz del enamorado a través de tecnologías tecnológicas: magnetófono y teléfono. Las dos óperas presentan a dos cantantes muy poderosas, fuertes e intensas para dar vida a estas dos protagonistas cercadas por la soledad de su existencia: Ángeles Blancas y María Bayo.

Dos mujeres frente a sus dramas, al mando de unas vidas que experimentan un cambio, una etapa termina de forma dramática para enfrentarse a su destino desde las cenizas, todo con un tono íntimo y discreto. En el caso de “La voix humaine” la orquesta, después del descanso, aparece en escena detrás de la habitación donde se representa el drama telefónico, dando a la pieza un tono intimista que se refuerza con una iluminación fría.

Dos piezas en las que dos mujeres deseperadas expresan sus setimientos profondos y bellos, y en el fondo estamos hablando de algo tan manido y tan cotidiano como la decepción amorosa, dos perlas en medio del estercolero de la existencia. ¿Quién a lo largo de su existencia no se ha sentido cercano a estas dos mujeres? Supongo que más de un lector.

Dos mujeres solas ante la desgracia del desamor, de la traición, del vertiginoso descenso hacia los infiernos de saberse víctima de una tragedia. Todo lo que amamos se convierte en pasado, en olvido, en ceniza. Los amores que en un momento creímos mágicos y eternos se convierten con el paso del tiempo en ficción, en cadáveres de los que un día fueron y son las mujeres quienes tienen más conciencia de este tipo de procesos psicológicos. Nos queda lo que hemos vivido mientras nuestra memoria esté intacta, luego una fotografía, una película, un recuerdo vago. Las dos ópera nos sitúan en el momento final, en el broche, de ahí la intensidad de unas piezas en un acto. Un sentimiento punzante y totalmente sincero de las dos mujeres que nos acompañan durante dos horas. La nostalgia de los momentos felices, la nostalgia de la felicidad, se hace presente en las voces femeninas que nos atrapan y nos paralizan en los asientos del Gran Teatro del Liceu. El presente es desgraciado, pero realmente el pasado fue feliz. ¿Tristeza frente a felicidad? Esa mezcla entre sufrimiento y dolor más allá de Proust es la que pone en escena estas dos piezas que nos conmueven por su fragilidad, lejos del deliro romántico, encontramos reflexiones y emociones que sólo una mujer puede mostrar de estar forma.

  1. A. Aguado

 

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