“Flor de nit” en el Teatro Almería Víctor Álvaro

Flor de nit

En el Teatro Almería Víctor Álvaro dirige una versión del espectaculo musical producido por Dagoll Dagom en el año 1992 con textos de Manuel Vázquez Moltabán y letra de Joan Lluís Bozzo y por supuesto la música de Albert Guinovart. El musical nos plantea el tema de la dobe conducta, la moral del día y la moral de la noche, el industrial laborioso y noctámbulo lleno de canciones, alcohol y cabaret donde se encuentran artistas y gentes con dinero, señores ricos y señoritas de moral distraída en el marco del Paralelo. Un mundo caduco al que se mira con la nostalgia de un tiempo pasado. Un homenaje a una ciudad, Barcelona, situada entre la vunguardia y el populismo. Un musical que recoge la esencia de la poesía del gran Manolo Vázquez Montalbán.

A menudo los espectáculos del Teatre Almería tratan de encontrar en el pasado algunas de las explicaciones del presente, en esta pesquisa de Víctor Álvaro siempre encontramos un universo melódico y melancólico, un tesoro artístico, una joya entre tranta falsificación. Este cabaret que nos presenta es como un pasiaje envielto en brumas, se trata del universo a la deriva de los perdedores, un territorio que trataba de sobrevivir a la miseria y al acrueldad que imponen los tiempos. Una historia blanca de día, pero de noche roja. Las caretas de la doble moral caen al suelo porque como decía Manolo este mundo no es como lo esperábamos. Hay en los textos de Manolo Vázquez Montabal el pesimismo del intelectual de izquierdas, el punto de vista de aquel que no se casa más que con su propia inteligencia e independencia. Al volver a escuchar estas letras a uno le viene la lágrima melancólica al rabillo del ojo.

Entre el espectáculo de Dagoll Dagom y el de Víctor Álvaro hay muchos puentes, pero un camino paralelo que no se cruza el de la intimidad, reduciendo la orquesta a tres músicos y haciendo de esta historia anterior a la Gerra Civil un espacio para la memoria y el deseo. Este es un espectáculo mucho más metafísico, lleno de momentos en voz baja con un ciclo de fondo azul, estamos ante la obra de un peota de la escena.

Más que perderse en el sexo de los ángles de un musical, esta versión de “Flor de nit” recupera la esenica más brechtiana de un cabaret muy centroeruopeo, en el que la realidad inmediata de la vida cotidiana es omnipresente y se opone a la rigidez de un musical de fantasía. La realidad es vivida desde dentro y desde la emotividad y el sentimentalismo de una canción, dejando en el puro hueso todos los engordes de los grandes musicales con orquesta en el foso.

A mi entender, esta línea esencialistas pone sobre la mesa la densa complejidad de la vida individual y colectiva, de una ciudad a las puertas de una guerra que se llevó por delante a muchas vidas. La tragedia final es la puerta que abre el drama colectivo que sufrimos y que no dejó ni un solo resquicio a la felicidad.

J. A. Aguado

 

 

 

 

 

 

 

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