El mundo imaginario de Thiérrée
A James Thiérrée lo vimos en el Teatre Nacional de Catalunya en las temporadas 2007 y 2011. Ahora vuelve con “Tabac Rouge” para inaugurar el Festival TNT – Organizado por el CAET- con su Compagnie du Hanneton al Teatre Principal, sin duda un inicio de festival de muchísima altura. Sin duda, todos los espectáculos de este creador, de este genio del escenario, son fascinantes. Nadie que le gusten las artes escénicas debe perderse este acontecimiento único en nuestra ciudad. Nos situamos antes unas puestas en escena con un rigor extremo, con un tacto extremo por la fantasía. Thiérrée dibuja una red de sutiles señales poéticas, ejercicios corporales y maquinaria diversa, tirando con un registro preciso, directo al centro de las emociones del espectador. No le hace falta ni una sola palabra, con su gesto, con sus gestos y sus movimientos nos construye una epopeya de la existencia humana.
James Thiérrée es bisnieto de Eugene O´Neill, el nieto de Charlie Chaplin y el hijo de Jean-Baptiste Thiérrée y Victoria Chapli, los creadores de Le Cirque Imaginaire. De la mezcla de todos ellos sale en la laboratorio humano un artista que combina el circo, la danza y el teatro y desde su comienzos su mundo fue una maleta, un escenario pequeño donde proyectar sus sueños, una metáfora del viaje. Es un artista que conserva el sabor del artesano, de lo construido a mano con pasión y reflexión. En este espectáculo que presenta en Terrassa usa barras de metal y ruedas. Acostumbrados a verlo rodeado de pocos bailarines, en esta ocasión se rodea de un nutrido grupo de colaboradores. “Tabac Rouge” nos sitúa en un mundo apocalíptico y delirante con un decorado móvil de tubos y aparatos electrónicos araicos formando un tifón escénico en torno a un rey. Un reino imaginario y una revolución necesaria. El creador bombardea al espectador con ideas e imágenes: muebles viejos, la luz, la música, cualquier pequeña pieza metálica, telas, …. Cualquier elemento nos recuerda algo de su origen, algo sustémico que está en ADN del artista.
Cualquiera de los espectáculos de Thiérrée es un impresionante viaje a los recovecos de la imaginación de un niño, narrado con un estilo en el que prima la fragilidad humana frente a la materia inorgánica. A veces pensamos que estamos dentro de un sueño surrealista, y en otras ocasiones la salida del espectáculo se convierte en una noche a la que le encontramos puntos de vista que antes desconocíamos de la propia realidad. Como Alica ante el espejo, James Thiérrée nos convida a un viaje imaginario, a sus infiernos como los del Bosco, a sus sufrimientos intolerebles, transparentes y sólidos, la imágenes de este creador en todos sus espectáculo juegan muy eficazmente a la sugestión, sin insistir nunca en lo evidente. La sorpresta es otro de los elementos en la baraja que tiene entre los dedos el artista, nos ofrece un crontrapunto imaginario que hace que el espectáculo se deslice hacia otra dimensión y el espectador tenga la sensación de que está contemplando algo único e irrepetibe. Yo de ustedes, amables lectores, no me lo perdería por nada del mundo, ni siquiera por un partido del Barça.
J. A. Aguado