Pep Plà sparring de Emma Vilarasau
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Pep Pla ha vuelto a pisar el escenario como actor tras 10 años dirigiendo y gestionando entre bambalinas los destinos del CAET y del festival TNT. Interpreta a Pierre el marido de Anne (Emma Vilarasau), una mujer vacía que a los cincuenta se encuentra en caída libre: alcohol, pastillas, paranoia y delirios. Una mujer en una casa grande donde se han ido todos, los dos hijos, Sara y Nicolás, y el marido está siempre trabajando o cuando no en seminarios, la llama del amor se ha apagado hace años.
Una hora y cuarenta minutos en la sala Villarroel. La obra se entrenó en París en el año 2010 interpretada por la actriz Catherine Hiegel que recibió el Molière al año siguiente. El autor, el dramaturgo francés Florian Zeller (París 1979) es un especialista en la indagación de la soledad de los padres entregados a sus hijos, de tal modo que el espectador no sabe si lo que está ocurriendo es real o es un efecto de una mente enferma, sabemos que la realidad que presenta existe, pero los hechos están deformados o focalizados. Esta versión tiene el sello de André Lima, actor y director vinculado con la compañía Animalario.
El director insiste en la yuxtaposición, en el caos y en el pase de la realidad a la ficción. En un complejo mecanismo de tiempo que hace recaer el trabajo sobre los actores, de ellos depende la verdad de la obra. Pep Pla es un sparring de Emma Vilarasau, no se trata del enemigo, el marido destructor. Hay una diferencia entre la pelea directa y el sparring. La pelea destruye, mientras que el sparring prepara al adversario para desarrollar sus habilidades de boxeador, Emma crece en este ring imaginario donde Pep Plà entra y sale continuamente en un afinadísimo ejercicio de réplica o silencio para provocar el efecto deseado por el Andrés Lima. Emma ataca una y otra vez al hígado, a los riñones, al mentón, golpes bajos y crueles que en ocasiones hacen reír al público en un efecto de extrañamiento. Hay en escena de la Villarroel mucho oficio, tablas y talento.
Emma explora la fragilidad de su personaje. La fragilidad de la gran actriz que transmite al público la zozobra de estar vivo, despierto, ser consciente de la desolación interior y la vulnerabilidad. Este búsqueda llena de verdad es lo que hace llenar cada día el teatro y prorrogar las funciones.
Esta mujer que siente el síndrome del nido vacío, esa sensación general de soledad que los padres siente cuando los hijos abandonan la casa para vivir sus vidas. El hijo Nicolás que se va para vivir su vida, Òscar Castellví, junto a su pareja Élodie, Ester Cort. De esta lucha materno filial nace el humor negro.
La mare nos lleva de la compasión, al terror, del terror a la angustia vital, de la angustia vital la humor negro, del humor negro a la desesperación. La obra es un carrusel de emociones agotador. El espectador empatiza con esta mujer en caída libre y los personajes que la rodean. La mare e una mirada sarcástica sobre la soledad, la pareja, la familia y el abandono… expone nuestros fantasmas más ocultos. No se la pierdan.
- A. Aguado