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Primero fue una película australiana dirigida por Stephan Elliot que se estrenó en las pantallas de los cines en el año 1994, y pronto se convirtió en una película de culto para los colectivos LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero). Broadway recogió el testigo y llevo la idea a los escenarios de las capitales del mundo con tradición en los musicales como Londres o Nueva York. Ahora ha llegado a Barcelona, tras triunfar en Madrid, de la mano del grupo Balañà al Teatre Tívili.
Marcos Cámara es el productor que se enamoró en Londres de la parte vital y divertida del musical, donde el espectador sobre todo va a divertirse y dejarse arrastrar por los temazos que tiene el musical. Y un musical vitalista no podría tener otro director artístico y responsable del casting que Àngel Llàcer.
Este montaje reproduce el de Londres escenográficamente con un autobús de 10 toneladas de peso sobre un escenario adaptado para la ocasión, este autobús es a la obra lo que el barco a “Mar i cel” es decir la joya de la corona, tiene cincuenta motores, diez ordenadores etc., todo funciona con baterías todo es exatamente igual que en Londres, las cantantes volando sobre las cabezas de los bailarines y los actores confiere el otro punto fuerte del montaje.
El musical trata sobre el viaje de tres artistas drag que atraviesan el desierto australiano a bordo del autobús de da nombre al musical, en un viaje hacia el descubrimiento del significado de la palabra “amistad”.
Con 40 artistas sobre el escenario, un vestuario de más de 500 trajes, 200 pelucas, tocados, sobreros, 150 pares de zapatos, 23 cambios de escena y sobre todo la fuerza de sus canciones puestas a punto por Manu Guix, que lleva la dirección musical y los arreglos vocales. 23 canciones que todos hemos tarareado alguna vez, desde los éxitos de Madonna a Tina Turner, Cindy Lauper, la gran Gloria Gaynor, los imprescindibles Village People, hasta la maravillosa Donna Summer.
“Priscilla reina del desierto” es un musical comprometido, como lo fue la película, y trata de forma muy divertida y vitalisga el tema de las familias diferentes al patrón que marca la Inglesia Católica, se trata de la visibilidad gay, los padres homosexuales que ejercen con responsabilidad, fuera de los esquema convencionales o tradicionales. Y las frecuentes agresiones e incomprensiones que sufren a diario los colectivos LGBT. El espectáculo pone su granito de arena a la labor pedagógica de los artistas que reflejan en sus obras una realidad no siempre feliz. El mérido del musical es el de unir el placer con la educación, lo que los clásicos latinos llamaban el “prodesse et delectare”, ideal de todos los que nos dedicamos a esto de la pedagogía. Su forma de tratar temas que en ocasiones se sirven desde la cocina del drama o la tragedia, nos resulta atípicamente perfecta, que es un placer ser espectador de un musical que entra en vena.
- A. Aguado