Rafael Álvarez “El Brujo”

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Rafael Álvarez, “El Brujo”

 

 

Rafael Álvarez “EL Burjo” vuelve al Teatro Condal bajo la sombra alargada del gran Fernando Fernán Gómez, que fue quien hizo la versión reducida. Su dilatada trayectoria profesional es su mejor carta de presentación, sus recursos de actor llena todo el escenario. Tal vez no sepa lo que sabe el maestro Francisco Rico sobre el texto del siglo XVI, pero a fuerza de ponerlo en escena e investigar sobre este muchacho ha creado un espectáculo tierno, melancólico, divertido e sarcástico. Rafael Álvarez nacido en la localidad cordobesa de Lucena en 1950, alcanzó popularidad con series televisivas como Juncal y Brigada Central, sus trabajos de televisión y cine son las caras de un actor en plena plenitud de sus facultades. Nada de la naturaleza humana le es ajeno a sus espectáculos, desde que comenzó en el teatro independiente de los años setenta hasta en su propia compañía.

El Lazarillo de Tormes es la obra emblemática de la picaresca: humor más ironía, en un mundo donde domina el hambre. El hambre es el motor del aprendizaje y el pobre Lázaro aprende a base de golpes. Este pregonero de Toledo nos cuenta el “caso” por el principio: sus progenitores y las peripecias de su madre. El “Brujo” lleva 25 años representado este Lazarillo de Tormes. Ironiza sobre su carrera de monologista, cuando dice que empieza haciendo la Odisea, sigue por “El asno de oro” y termina a medio camino entre el Lazarillo y las mujeres de Shakespeare, el estrés del que sobrevive a los espadazos del “sentido común” de los gobernantes.

Una hora y media en la que el actor se presenta solo y hace todos los personajes, se pone en la piel de Lazarillo como del ciego o del clérigo. Unos personajes que no tienen diero y sus riquezas están en la sabiduría y en la forma de vivir o sobrevivir entre oraciones y canciones para las mujeres que están de parto o las malcasadas, una limosnita por amor de Dios, toda una filosofía práctica de los humildes sin suerte.

En la historia enfatiza en lo que le interesa y avanza a la velocidad del rayo por la parte del texto que pasa como en una lectura diagonal en forma de cantinela medieval de juglar. Rafael Álvarez ironiza sobre el poder, sobre los políticos que ponen el IVA sobre el porno al cuatro por ciento, el fútbol al diez y el cine y el teatro al 21. Ironiza sobre su propio oficio y todo del zurrón de su experiencia en altavoz de los ciudadanos en la plaza pública. Ironiza sobre el nivel de los espectadores y aparecen por escena en la palabra del actor cordobés: el pequeño Nicolas, La Caspedal, Deguindos, Rajoy, Montoro, El rey, la Merkel, los conservadores de Valencia… No deja gobernante sin cabeza. La crisis y los recortes. Lo demás está en la imaginación del espectador, como en claro oscuro de Zurbarán como una pintura hiperrealista de Antonio López, el misterio y las cosas esenciales están en el arte interpretativo de este grande de la escena llamado Rafael Álvarez, “El Burjo”.

  1. A. Aguado

 

 

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