Wonderland” de la Gallim Dance Company

 

El individuo “verus” la masa

 

Este año echamos en falta más espectáculo en el recinto Grec que da nombre al Festival de teatro más imporante del verano catalán. Uno de esos contados espectáculo fue “Wonderland” de la Gallim Dance Company, una pieza de danza contemporánea que plantea, de forma muy física, la ruptura entre el individuo y la masa, curiosamente en la mísma línea que Ayn Rand en el espectáculo que pudimos ver en la Sala Fabià Puigserver, en esta ocasión una pieza de teatro de texto de cuatro horas en neerlandés.

Las dos piezas por caminos distintos de expresión de la mente humana se planetean temas como el que si puede un creador mantenerse fiel a sus ideales o traicionarlos por el dinero o el éxito social. En el caso de la danza contemporánea contraponiendo el movimiento de un bailarín contra el resto, la antítesis funciona visualmente. En el caso de la obra de Ayn Rand se enfrentan el arquitecto que busca el dinero y el éxito social y el arquitecto que busca la honestidad, en una sociedades donde manda el capital y la corrupción está a la orden del día, los ideales de un creador puro son difíciles de mantener.

Después de muchas luchas, movientos contrarios y dificultades varias los creadores de ambas piezas parecen decirnos que lo que realmente debe guiar nuestra conducta es nuestra mente, nuestro instinto de individuo, la masa es gregaria y aplasta la libertad. En el mundo de la danza contemporánea la visión de los bailarines movíendose como metáfora de la sociedad es fuente para el debatre y la discusión.

La mentalidad del rebaño frente a la singularidad de la oveja nos enfrenta a uno de los tema más candentes en este siglo XXI, el individualismo frente al bien común. En el caso de la obra de texto además se introducía el tema del poder de los medios de comunicación para cambiar la opinión de la masa, en la mayoría de los países los medios de comunicación privados están en manos de una persona muy poderosa, que mueve a su interés la opinión de sus lectores. De alguna forma la obra viene a poner en tela de juicio la falta de libertad del profesional del periodismo o de la autocensura que se impone por trabajar en este o aquel medio con esta o aquella ideología. Lo que ocurre es que como pasa en todos los sectores por encima de la voluntad del dueño del medio de comunicación está el mercado que es el que en realidad manda, se trata de vender al fin y al cabo no se puede ir encontra de los lectores parece decirnos Ayn Rand. Con una estética que busca la imagen y el mundo de la comunicación audiovisual las dos obras se entrenta a la lucha del individualismo contra la colectividad y lo hacen para abrir en la mente del espectador un debate que le hace penar. Así el teatro y la danza se convierten en un elemento estético, cargado de belleza, de plasticidad, de elementos visuales cinematográficos o coreográficos que inducen al callejón del pensamiento y el debate, que en estos tiempos tan negros para la lírica no es poca cosa.

 

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