Àngel Guimerà

EL MUNDO NATURAL FRENTE A LA BARBARIE DE LA CIVILIZACIÓN

 

La maldad es contagiosa. Hablemos de la captura de voluntades. A lo largo de la historia los seres humanos son rehenes del poder y el teatro ha plasmado esa realidad en multitud de ocasiones a través de metáforas más o menos afortunadas. Ojo por ojo y diente por diente. La virtualidad del espectáculo teatral tiene por lo menos el mérito de hacernos contemporáneos de todas las miserias del mundo. Lo sombrío y negativo es que esa sociedad del espectáculo engendra un «voyeurismo» y una crueldad de mirada que viene enseguida a contradecir ese mérito.

Esta reflexión sobre el comportamiento humano viene provocada por la puesta en escena de una nueva versión de ese alegato contra las diversas formas de mezquindad humana que es el clásico “Terra baixa”, de Àngel Guimerà, representado hasta el mes de febrero en la “Sala Gran” del Teatre Nacional de Catalunya en una versión dirigida por Ferran Madico. Desde Homero a Conrad, de Robinson Crusoe a Gulliver todo es viaje por las profundidades de la condición humana. La pieza del dramaturgo catalán es una herramienta para comprender mejor la idea del ecologismo utópico gracias a la creación de esa la figura clave que es Manelic: un poco de teoría del buen salvaje unida a dosis aceptables de ecologismo.

Lo que ocurre es que el tema que planteó Àngel Guimerà sigue vivo: toda esa barbarie de las tierras bajas frente a la pureza de los montes, tiene bajo la mirada de Ferran Madico un contexto extremadamente moderno, despojando la puesta en escena de conceptos románticos edulcorados.

La realidad contemporánea ha devenido tan compleja que no puede ya confiarse en la elucubración solitaria de una mente, por despierta que ésta sea, ni en una ideas esquemáticas sobre el bien y el mal, como ocurría a finales del siglo XIX. Y, sin embargo, en los momentos caóticos, cuando una civilización se desintegra y entra en los siglos oscuros de la barbarie, son los escritores retirados del mundo quienes preservan la lucidez de la razón en espera de entregarla a las nuevas generaciones. Un pueblo que ande políticamente descaminado, por atajos de dictadura o lodazales de oligarquía, se encamina culturalmente a la barbarie. Cuanto más avanza por él más retrocede en civilización y refinamiento de costumbres.

Àngel Guimerà fue un excepcional dramaturgo, dotado de exquisita sensibilidad para la crítica del comportamiento humano, no a través del casticismo respetable, sino a fuerza de desnudar cada una de las pequeñas mezquindades de su embrutecimiento. La pendiente por donde se desliza el embrutecimiento colectivo tiene obstáculos naturales idealizando el mundo de la naturaleza, explotando el viejo tópico del buen salvaje.

“Terra baixa” enseña al espectador de nuestros días que sólo un sobresalto de la opinión puede detener la caída libre hacia la completa degradación de las costumbres, y cambiar en sentido ascendente el rumbo del instinto moral y los criterios del gusto público.

J. A. Aguado

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