-
¿Los romanos eran sostenibles?
Los romanos no conocían el concepto de “sostenibilidad”, ni puede decirse que tuvieran una conciencia ecológica como la entenderíamos hoy en día. No obstante, sí hicieron observaciones de tipo ecológico y también actuaron de manera que los recursos de los que disponían se aprovecharan al máximo. Hoy amontonamos chatarra, electrodomésticos usados u ordenadores debido a un consumismo que facilita la compra de un nuevo producto antes que la reparación o reciclaje. La experiencia de reciclaje en Roma es totalmente distinta a la de nuestras ciudades modernas. La sociedad romana reciclaba en buena medida sus materiales y reaprovechaba de diverso modo metales, madera, vidrio, y restos de ánforas. Los metales eran demasiado valiosos como para permitirse el lujo de tirarlos. Juvenal nos ofrece un ejemplo concreto en el caso de una cabeza de bronce que representaba a Sejano, consejero de Tiberio. Cuando el personaje en cuestión cayó en desgracia la cabeza se fundió y de ese metal hicieron jarrras, calderos, sartenes y orinales. La madera también se reutilizaba y acababa en la cocina o en los braseros. Como envases comerciales los romanos utilizaban sobre todo las ánforas, que podían contener vino, aceite, garum (salsa de pescado muy apreciada en la cocina)… Cuando se rompían podían reutilizarse en la construcción. En cuanto al vidrio, hay testimonios de que existía una recogida casa por casa de vidrios rotos que luego volvían a utilizarse.
Hoy en día generamos una gran cantidad de desechos orgánicos derivados de la comida sobrante que en muchos casos no se aprovecha. En Roma lo que sobraba era consumido por los esclavos o por los animales de corral o los cerdos de la casa (no olvidemos que algunas zonas de Roma tenían huertos particulares y conservaban un ambiente rural). Había también una recogida de huesos que luego eran utilizados para fabricar cuchillos, peones de juego u otros utensilios.
-
¿Más que ahora o menos?
Es evidente que hoy la “sostenibilidad” es una idea cada vez más extendida y que da lugar a múltiples actuaciones concretas. También es cierto que los problemas medioambientales son mayores en la actualidad, puesto que las posibilidades de un impacto mayor sobre el medio natural son ahora más fuertes. Sin embargo, de la respuesta a la pregunta anterior se desprende que en ciertos aspectos los romanos tenían una mayor necesidad de “reciclar” sus escasos recursos al máximo.
-
¿Qué actitud tenían los griegos respecto la naturaleza? ¿Y los romanos?
Las actitudes eran variadas. Siempre hablando en términos generales, griegos y romanos valoraban la naturaleza como sede de los dioses, lo cual por ejemplo les llevaba a la preservación de los elementos naturales situados en los lugares sagrados. Otra actitud era tomar a la naturaleza como objeto de conocimiento en lo que destacaron los griegos. Entre ellos, Aristóteles y su discípulo Teofrasto son los que más información sobre la naturaleza y la biología nos han dejado en sus escritos. En la ciudad de Alejandría, cuna del saber helenístico, también se le dio importancia a los conocimientos del medio natural poniéndose los medios para un estudio directo de animales y plantas. Sin embargo, existía en Grecia y Roma un deseo de dominio del mundo natural, más acusado entre los romanos que pretendían crear en la naturaleza una especie de segunda naturaleza como dice Cicerón: De igual manera, todo lo que pueda ofrecer la tierra lo dominamos: nos aprovechamos de los campos, de los montes. Nuestros son los arroyos, los lagos. Nosotros plantamos cereales, árboles; hacemos las tierras fecundas gracias a la conducción de las aguas. Nosotros separamos, dirigimos, desviamos el curso de los ríos. En una palabra, con nuestras propias manos nos atrevemos a construir en la naturaleza una especie de segunda naturaleza. En suma, griegos y romanos se movían entre el respeto sagrado, el estudio y el dominio.
-
¿Cuál era su actitud con los animales?
Con los animales existían varias actitudes. Por un lado existía una relación afectiva con ellos, sobre todo con las mascotas, como vemos en el caso del conocido poema de Catulo al pajarillo de Lesbia, o en los sentidos epitafios dedicados a perros por sus apenados amos. Pero por otro lado las necesidades de los juegos del anfiteatro hacían que se cazara sin medida provocando, por ejemplo, la extinción de elefantes, rinocerontes y cebras del norte de África y la desaparición de hipopótamos del Bajo Nilo.
-
¿Intentaban evitar desastres naturales causados por la sobreexplotación de la naturaleza?
No existía una “conciencia ecológica”, por lo tanto en general se explotaba la naturaleza hasta que esta diera de sí.
-
¿Tenían el concepto de intentar no ensuciar mucho?
Roma era una ciudad sucia. Tenemos datos de abandono de cadáveres y objetos en las calles y de que se arrojaba la basura a la vía pública. Además había personas que hacían sus necesidades en la calle (cacatores) y existían animales sueltos. Contra estos problemas se hicieron leyes que prohibían el abandono de cadáveres, dejar sueltos a los animales o contaminar los acueductos y también contra los que hicieran sus necesidades en lugares públicos. Se mejoraron las cloacas y se puede pensar en la existencia de un servicio público organizado de limpieza y recogida de basura.
-
¿Tenían el concepto de aprovechar el agua?
La gloria de Roma eran sus acueductos, que aún hoy sorprenden por su monumentalidad. Frontino, el encargado de los acueductos en época del emperador Nerva (96-98 d. C.) nos ofrece una descripción ideal en la Roma se ve “libre” de todos sus problemas medioambientales: “El incremento en el número de depósitos, obras hidráulicas, fuentes ornamentales y surtidores se hará sentir cada vez más en la salubridad de esta misma Ciudad Eterna. Y no menos provecho se extiende a los particulares gracias al aumento de las concesiones del Emperador; incluso aquellos que temerosamente sacaban agua de forma ilegal, disfrutan ahora, libres de cuidados, de estos favores. Y ni siquiera las aguas de desecho quedan estancadas: se han combatido las causas de la contaminación atmosférica, el aspecto de las calles es limpio, el ambiente más purificado y el tufo, que entre los antepasados tan mala reputación dio siempre a la ciudad, ha sido eliminado”. A pesar de todo ello la mayor parte del agua iba destinada al consumo público y sólo los más ricos tenían una toma directa desde los acueductos a sus mansiones. La calidad del agua podía verse perjudicada por las tuberías de plomo por la que circulaba. De ello ya eran conscientes los propios romanos como explica Vitrubio: “el agua conducida por tubos de barro es mucho más saludable que la que llega por tubos de plomo, pues el plomo resulta más perjudicial ya que facilita la presencia de la cerusa que, según dicen, es nociva para el cuerpo humano”.
-
¿Qué residuos desechaban? ¿Cuáles eran los más contaminantes?
Aunque la industria de la Antigüedad estaba muy poco desarrollada, los hornos alfareros y las empresas para lavar y teñir la ropa producían aguas residuales contaminantes. Las minas generaban también abundantes residuos.
-
¿Tenían una agricultura sostenible? ¿Y la ganadería?
Uno de los mayores problemas fue la degradación de los bosques provocada por la necesidad acuciante de madera, por la tala para conseguir pastizales, las cabras o los incendios. No creo que tuvieran el concepto de agricultura o ganadería sostenibles.
-
¿Eran conscientes de cómo podían afectar a su entorno?
Sobre la deforestación, por ejemplo, Platón hacía la siguiente reflexión relativa a la región del Ática y su erosionado suelo: En comparación con lo que había entonces, lo de ahora ha quedado – tal como sucede en las pequeñas islas – semejante a los huesos de un cuerpo enfermo, ya que se ha erosionado la parte gorda y débil de la tierra y ha quedado sólo el cuerpo pelado de la región. Entonces, cuando aún no se había desgastado, tenía montañas coronadas de tierra y las llanuras que ahora se dicen suelo rocoso, estaban cubiertas de tierra fértil. En sus montañas había grandes bosques de los que persisten signos visibles, pues en las montañas que ahora sólo tienen alimento para las abejas se talaban árboles no hace mucho tiempo para techar las construcciones más importantes cuyos techos todavía se conservan. Había otros muchos altos árboles útiles y la zona producía muchísimo pienso para el ganado. Además gozaba anualmente del agua de Zeus, sin perderla, como sucede en el presente que fluye del suelo desnudo al mar; sino que, al tener mucha tierra y albergar el agua en ella, almacenándola en diversos lugares con la tierra arcillosa que servía de retén y enviando el agua absorbida de las alturas a las cavidades, proporcionaba abundantes fuentes de manantiales y ríos, de las que los lugares sagrados que perduran hoy en las fuentes de antaño son signos de que nuestras afirmaciones actuales son verdaderas.
-
¿Construían sus vivendas pensando en aprovechar el agua y otros recursos?
Los romanos intentaban construir sus ciudades y viviendas en los mejores emplazamientos y los tratadistas antiguos daban consejos para comprar la tierra no sólo más fértil, sino más saludable, lejos, por ejemplo de lugares pantanosos. En la construcción de las ciudades, viviendas y lugares de ocio, como los teatros, se recomendaba estudiar los mejores emplazamientos y la mejor orientación. No obstante, una cosa eran las prescripciones y otra la práctica. Frente a las ciudades romanas que se hicieron de nueva planta como Tarraco (Tarragona) Emerita Augusta (Mérida) en las que predomina un trazado regular en cuadrícula perfectamente diseñado, la ciudad de Roma no era un modelo de ciudad regular. Acumulaba deficiencias debidas a su propio emplazamiento como la irregularidad del terreno que suponen las famosas siete colinas, el hecho de que el Tíber se desbordaba con frecuencia inundando los barrios más bajos de la ciudad, o las frecuentes epidemias de fiebres provocadas por el terreno pantanoso (no debemos olvidar que donde hoy se alza el Foro romano existía en su origen un lugar pantanoso). Además, no existía un plan sistemático que regulara el crecimiento de la ciudad y los sucesivos emperadores intentaron arreglar este caos como pudieron.
-
¿Quiénes eran más sostenibles: los griegos o los romanos?
Esta pregunta es de dificil respuesta, puesto que no hay datos estadísticos que nos permitan hacer una comparación. De los romanos tenemos más información, según se ha detallado en preguntas anteriores.
-
¿Eran capaces de entender las causas de los desastres naturales? ¿Intentaban evitarlos?
En el caso de la deforestación, ya aludida, sabían cuales eran las consecuencias y posiblemente también las causas, aunque otra cosa es que les interesara o pudieran poner remedio. El conocimiento de las leyes naturales distaba mucho del nuestro. En el caso del desastre natural de la erupción del Vesubio que asoló entre otros lugares la ciudad de Pompeya, el naturalista Plinio el Viejo, testigo de excepción, murió por intentar ayudar a la gente y desear acercarse para averiguar la causa. No tuvieron, como en la actualidad, medios para detectar la posibilidad de la erupción.