Y allí dentro vi miradas de opresión,
miradas de desconcierto,
de desorientación,
miradas serias,
de preocupación.
Vi ojos atentos a la nada,
ansiedad,
parsimonia,
amor,
complicidad entre dos
y entre tres.
Vi ceños fruncidos enmarcando
miradas de confusión,
de molestia,
de impaciencia,
de sueño,
de sueños.
Vislumbré ilusión y simpleza.
Seguridad, temor, compasión.
Éramos muchos en hora punta.
Yo, como es habitual,
expectante en mi asiento de siempre:
al fondo a la izquierda
junto a la ventana;
y restos de soledad en las pestañas,
dueña de una de esas miradas que incomodan.
Esa mañana almacené todas las miradas que,+
un día,
serían para ti.