Monthly Archives: noviembre 2018

Inflamable selección indomable

No me cojas cariño
que casi no me queda.

♦ ♦ ♦

Nada me hará
lo suficientemente
dulce como para que
me acaben comiendo.

♦ ♦ ♦

Existe un instante, quizá
más definitivo que aquel
que transcurre cuando alguien
escupe en la dignidad de otro.
Es el instante en el que
el escupido se levanta
para demostrar que aún
puede hacer uso de ella.

♦ ♦ ♦

Me dijiste
«Nadie te hará daño».
Por favor,
vuelve a ser alguien.

♦ ♦ ♦

Mi talón de Aquiles
es el momento en el que dejé
de ser el tuyo.

♦ ♦ ♦

Tengo la certeza
de que nos dejaremos
llenos de dudas.

♦ ♦ ♦

Carta breve al amor de mi vida

Querido:

Hoy empiezo una nueva.

 @srtabebi, 2017

Hojas muertas

Lo había conocido una tibia tarde de otoño, a la hora mágica en que el sol doraba, malheridas en los árboles o muertas en las aceras, las hojas caducas de los plataneros del vecindario. Se enamoró enseguida de sus ojos de hombre y su boca de hombre, de sus pies de hombre y sus manos de hombre. Luego vendrían la mirada y los susurros, el andar y las caricias, y ese cuidado exquisito que él iba a poner en todo lo que fuese destinado a ella.

Siete otoños se habían ido sucediendo desde entonces. Y siete inviernos, siete primaveras y seis veranos. Y algunas discusiones. Y algunas manos alzadas también. Resultaba difícil ahora saber en qué estación de qué año se alzó la primera antes de caer con violencia y lacerar su rostro asustado. «Con lo que yo te quiero», le dijo aquella primera vez y las que la sucedieron.

«Con lo que yo te quiero», le parecía estar oyendo decir también ahora, mientras notaba cómo le faltaba el aire, cómo se comprimían sus carótidas y se aplastaba su tráquea bajo la presión animal de aquellas manos, las mismas manos de las que ella se había enamorado una vez, durante cierto otoño de hojas muertas en las aceras.

Gonzalo Montesierra, 2018

Círculo (‘Ruby, my dear’: Thelonius Monk)

Cómo esta música discorde
inventa las nostalgias de un amante
Cómo insisten las notas en la fuga
de lo que tal vez fueran -sí lo fueron-
obstinadas señales de alegría,
crepusculares ya,
ensayos dolorosos de un decir
queriendo conocerse.

No sé si eran de amor:
escuetas y precisas resuenan como notas
de un afán inspirado,
de un perfecto y fugaz descubrimiento,
como si nada fueran más que música.
Y, sin embargo, cómo reavivan,
cómo aclaran los sueños,
cómo escuece este oírlas por sorpresa.

 Icono Fco.Díaz de Castro Francisco Díaz de Castro, 1995

Don’t explain (Billie Holliday)

Canción imaginada, tú
sí sabes ocultar las evidencias
del hálito quemado de un suspiro,
el reverbero hiriente de una voz
a solas en el cuarto de un hotel.
Tú callas la certeza innecesaria,
sólo tú arrebatas el rencor,
la vergüenza y el asco de recordar la usura
—esa usura feroz del sentimiento—
ejercida a conciencia ante unos ojos
entrecortadamente incrédulos
y con amor aún.

Sigue sonando,
que dure un poco más mi ensueño,
mientras impartes tu caricia
como brisa de octubre entre las hojas.

. Icono Fco.Díaz de Castro Francisco Díaz de Castro, 1995