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Flores en mitad de la guerra

Fue un miércoles, día del espectador,
y la película
me lloró
a mí.

Quité la cadena,
como quien abre una ventana, para volver a coger aire
y le atraviesa un fantasma.
Dicen que en la herida está el poema,
por eso llevo en el bolsillo
el tintero de mi pecho,
dos por uno en tu cumpleaños
y una butaca vacía.

Seré el deseo que apague tus velas,
pero abrirás los ojos
y desapareceré.

Seré el miedo a descolgar el teléfono
en un valiente acto suicida
que colgaría mi cuello del cable de tu voz,
quebrando a susurros tu pequeño nombre,
delatándome en el último suspiro.

Después de tanta sangre, amor,
me desangra recordarte
y gimo escribiéndonos.

Hicimos un pacto.
Como la tregua de Navidad para cantar villancicos
entre tus bombas alemanas y mi reloj inglés,
apuntando este breve
…………………………………..alto el fuego.

Tú me miras,
yo nos veo llegar…

La Plaza Mayor guardó silencio,
callando ante la inmensidad,
recomenzando la lluvia,
como si el cielo que nunca creyó en mí
por no
doblegar
mis manos
hubiera orquestado los violines
de la película
que te cuento,
me lloró a mí.

Quién nos lo iba a decir…
Aunque tus finales justificasen mis miedos
y seas lo que el viento se dejó,
torres más altas construimos.

Quién me lo iba a decir…
Aquella tarde
encontré en tus ojos de fuego
la calma.

No sé,
será
que en mitad de la guerra
nos crecieron las flores.

 Chris Pueyo, 2017

La estación

¿Te acuerdas de cuando soñábamos en alto y tú
mirabas la pared y yo la señalaba y tu me
mirabas sentada en bragas en el suelo?
¿Te acuerdas de cuando el sueño se cumplió y tú me
soplaste como una velita con forma simpática
hasta que me fui apagando?

Yo sí,
y aun así,
pienso qué hice mal.

Si no aguantar tu respiración
o si dejarme llevar como hojas que pisotearon los párvulos
aquel otoño que duró todos mis veinte.

 Irene X, 2018.

Poema V

Imagen de StockSnap en Pixabay

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

  Pablo Neruda, 1924

Como siempre quise odiarte

Imagen de Rudy and Peter Skitterians en Pixabay con corazón inserto de ElisaRiva en Pixabay

Te odio de una forma un poco extraña,
con ganas de besarte aunque me muera,
te encanta ser mi muerte sin guadaña,
y yo tan masoquista a mi manera.

Quererte es decorar una montaña,
dejarte alguna estrella en la nevera,
rozar la luna usando una pestaña,
lanzar el corazón en la bolera.

Tu nombre es un cañón que nunca falla,
decirlo siete veces me hace amarte
—si cuentas ocho llega la metralla—.

Si tú me olvidas juro no olvidarte.
Recuerda que esta frase es mi muralla:
Te quiero como siempre quise odiarte.

 Luis Ramiro, 2019

Desmayarse, atreverse, estar furioso

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

 Lope de Vega