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Esta cinta gastada que conservo
entre fotos y cartas
y el olvido creciente de tu voz.

No volví la cabeza ni mis ojos lloraron
cuando te abandoné,
tú sin ti para siempre.

Luego lo más preciado se borró de las cintas.

Y te buscaba
en la masa de instantes,
en el eco de voces superpuestas
que llamaban para qué sé yo qué.
Pero tu voz, la broma,
tus retrasos, los besos
o el te quiero en susurro,
esa voz de fantasma que yo busco
es ya sólo el silencio que se graba
cuando pasa la cinta
y nadie dice.

Icono Fco.Díaz de Castro Francisco Díaz de Castro, 1995

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