Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo. Después vieron que no llevaba banderas ni arboladura, y pensaron que fuera una ballena. Pero cuando quedó varado en la playa le quitaron los matorrales de sargazos, los filamentos de medusas y los restos de cardúmenes y naufragios que llevaba encima, y sólo entonces descubrieron que era un ahogado […]
Gabriel García Márquez, 1968.
Queridos alumnos, fue un placer leeros el otro día este cuento del gran nobel colombiano. Casi como en un juego de espejos, ese momento de lectura me trasladó a otro pretérito en que yo era el alumno que escuchaba, con auténtica fruición, la magia que destilaban las palabras literarias de estos renglones.
Desde aquí, mi agradecimiento a Salva, el profesor de literatura que me lo leyó entonces. Siempre he creído que si hoy soy, como él, profesor de literatura, es gracias a aquel y otros parecidos momentos de lectura.
¡Juanjo! Este es el “cuento” que nos leíste en clase, ¿no es así? Debo decirte que me encanta la manera en que el autor describe las diferentes escenas y sobre todo los detalles que menciona (aunque no entienda la mayoría de vocabulario) , es fascinante. No recuerdo el motivo por el cual nos lo leíste, pero la verdad es que es una auténtica pasada.
Espero que nos sigas leyendo en clase como llevas haciendo durante todo este tiempo, te lo dice una auténtica admiradora. Nos vemos mañana en clase, ¡besos!
Tus palabras son mi aliento. Gracias, preciosa. Soy consciente de que lo apretado de este fin de curso me ha hecho aplazar más de una lectura. Espero poder compensarte.
Este y otro cuento de García Márquez me decidieron a embarcarme en la aventura universitaria de la filología hispánica.
Buenas tardes Juanjo, este relato me ha resultado de lo más intrigante. Desde mi punto de vista he observado como la imaginación de los niños distorsiona los objetos que ven, ya que el ahogado ha pasado de ser un barco pirata a una ballena y, finalmente, el pobre hombre. Ya entiendo lo que nos dicen muchos profesores actualmente, lo de que nosotros no tenemos mucha imaginación; a mí no se me hubiesen ocurrido esas cosas ni por asomo.
Me parece todo un acierto que la perspectiva inicial sea la de los niños (aunque al realismo mágico, en rigor, no le haga falta). Por otro lado, no estoy de acuerdo en que no tengáis imaginación. Y menos aún tú. Fíjate que yo creo que si un día estuvieses en nuestra playa, frente a nuestro mar, acompañado de esos niños a los que diviertes y educas (un adulto no puede evitar hacerlo cuando acompaña a un niño, aun sin querer), serías capaz de incitarles o de acompañarles en inventivas parecidas.
Me acuerdo de que este cuento lo leíste en clase porque, como bien dices en los comentarios (antes o después de leerlo; no lo recuerdo) dijiste que cuando tu profesor, que acabas de desvelar que se llama Salva, te leyó en clase este cuento fue cuando decidiste que te dedicarías a la filología hispánica, y es bueno saber que algunas personas eligen su profesión por momentos que le han marcado en su vida.
Y decirte que, este cuento me recuerda a una película que no hace mucho que vi y en la que sucedía lo mismo; a lo lejos, en el mar, se podía ver algo, una silueta, y pensaron que era un barco. Cuando se acercó más, vieron que por desgracia era un cadáver; pero, a diferencia de este, no se había ahogado.
¡Nos vemos en clase!
Paula, a mí también me ha gustado siempre recordar aquel crucial momento otorgándole toda su significativa trascendencia. No obstante, he de reconocer que previamente ya existía en mí cierta inclinación (más consciente o menos consciente; eso es lo de menos) hacia la literatura y su herramienta pura, la lengua.
Juanjo, a nosotros (bachillerato artístico) no nos has leído nunca este fragmento, ¿no?
Por fin me he acordado de pasar por aquí y, como todo el mundo comenta los fantásticos poemas de amor que cuelgas, yo comentaré el que me ha parecido más morboso y no es un poema.
No he visto relación entre el título y el texto, supongo que debo leerme todo el texto para relacionarlo, pero he de decir que el título así, a primera vista me ha llamado la atención ya que el concepto de “muerto” y el de “belleza” generalmente no se acostumbran a relacionar. Intentaré leérmelo entero más adelante.
Muchas gracias, Juanjo, por leernos estos fragmentos por las mañanas, haces que los lunes sean más pasables.
Por cierto no he podido evitar relacionar este título con ésta canción, aquí te la dejo: http://www.youtube.com/watch?v=H03VpvUtm6k http://www.traduceletras.net/es/antony-and-the-johnsons/i-fell-in-love-with-a-dead-boy/338864/
Carla, quisiera creer que sí os lo leí, pero lo cierto es que esta proverbial desmemoria mía no me da para poner la mano en el fuego. De todas formas, aunque son los menos, hay textos que he leído a un grupo de bachillerato y no al otro. En fin, no sé…
Me hubiese gustado que el comentario lo hubieses escrito una vez leído, no el fragmento, sino el relato completo (en los puntos suspensivos que encierran los corchetes al final del texto, hay un enlace a una URL donde se encuentra el cuento en su totalidad).
En cuanto a la canción de Antony & the Johnsons, lo cierto es que posee cierta sugerente proximidad con la idea central del relato de García Márquez. Además de que pertenece a un grupo musical de lo mejorcito. Lo descubrí hace ya unos años a través de la banda sonoroa de un filme de la Coixet.
Qué bonito cuento.
Me hace pensar que, cuando vemos algo extraño o que desconocemos, siempre lo relacionamos con algo malo y eso no debería ser así. Este pequeño fragmento podría hacernos reflexionar sobre ese asunto.
Me alegra que te guste, Aida. De todas formas, si tu reflexión viene suscitada por el inicio de la narración, no puedo estar de acuerdo contigo. Los niños que juegan (yo me los imagino jugando) en la playa proyectan su fantasía en busca de más juego, de aventura sobre todo (de ahí, los piratas; de ahí, la ballena), un poco al modo de don Quijote cuando ve gigantes donde solo hay molinos o ejércitos de infieles donde solo existen rebaños y pastores.
Cuando escuché por primera vez este cuento, que fue cuando lo contaste en clase, me impactó mucho, hasta tal punto que casi se me sale una lágrima. Es un cuento triste y hermoso el cual tiene una moraleja muy importante y es que a veces no le damos la oportunidad a algunas personas de poder mostrarse como realmente son, de mostrar las virtudes que esconden. En el caso del ahogado, había sido ignorado durante toda su vida por las personas del pueblo y nadie se había dado cuenta de su extremada belleza y cuando estas se dieron cuenta ya era demasiado tarde.
Me alegra que te haya gustado hasta emocionarte, Paola.
La lectura que se supone de la moraleja que extraes es perfectamente válida. Sin embargo, la vida del ahogado no la conocemos; todo responde a la imaginación, echada a volar, de los habitantes del pueblo al que ha ido a parar, empujado por la marea.
Juanjo, a mí, leer no me gusta y, menos, poemas de amor. Pero este pequeño fragmento me despertó una gran intriga y cuando lo acabe de leer (si es que lo hago), aunque no sea a tiempo, prometo comentarte todo en general. Por lo que entendí, al ver algo oscuro siempre transmite miedo y, como hay aventura, me gusta.
Luciano, estaré encantado de que pases por aquí cuando gustes a dejar tus impresiones sobre el texto. He de serte sincero, sin embargo: si buscas aventura, este no es tu cuento.
Si no te gusta leer, acabarás por no hacerlo en cuanto nos quitemos de en medio quienes te obligamos a ello, aunque sea poco. Y, en tu vida habrá muchos menos mundos de los posibles. 😥
¿Te imaginas? Mi predicción resulta errónea y tú, apareces por esta bitácora, apartas las telarañas de esta entrada, le limpias el polvo y me dejas tu comentario de lector. 😯 😉
No te sientas mal, Juanjo, jajajajaj, me haces recordar al malo de la película, que, con un látigo, nos obliga a hacer cosas que no nos gustan. Como ya te expliqué antes, no me gusta leer poesía; pero, en cambio, leo el diario (Mundo Deportivo y Sport, que el As y el Marca dicen muchas mentiras, jajajaja). Muchas gracias por este gran año y, personalmente, he de decir que aprendí muchas cosas contigo. ¡Gracias y hasta la próxima!
P. D.: no dudes, que en cuanto menos te lo esperes, en verano (siendo vacaciones) seré tan malo como para hacerte corregir algunas faltas de ortografía, jajaja.
Ja, ja, ja… Luciano, voya a arriesgarme con esta intuición: ¡Eres culé! 😆
Y gracias a ti por reforzar mi autoestima docente con tu halagüeño comentario: si algo le satisface a quien trata de enseñar es que le digan que, con él, se aprenden muchas cosas.
Un abrazo.
P. D.: Estaré encantado de corregirte las faltas que se tercien, por muy de vacaciones que estemos ya.