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Perdóname por ir así buscándote

Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eras.

 Pedro Salinas, 1933

Pájaros


Yo
no vengo a enseñarte mis canciones,
voy a descubrir tu música
para que me toques y escuches
lo bien que sonamos juntos.
No tienes que devolverme la mirada,
basta con que te des la vuelta y veas
que todo el amor que tengo para ti
es un óleo espalda contra espalda.
Yo
no vengo a pintarte las paredes,
voy a acariciar tus humedades
para saber dónde tengo que dejarte las flores.
No voy a contarte lo que solo puede hacerse,
pero déjame decirte que tu escudo es de roble
y mi lengua ruge de fuego.
Yo
no vengo a decirte lo que tienes que hacer
estas son mis manos,
este es el mapa:
reinventa el destino.
Que no habrá próximas veces
que cada una de ellas se proclame última.
Que cuando cuentes conmigo
se multipliquen tus dedos
como gotas de mercurio estallando contra el suelo,
y tu cuerpo
tienda a infinito sobre el mío.
Yo,
que no he venido a darte razones para quedarte,
voy a comerte la locura
para relamerme los labios cuando piense
en
ti
a
solas.
Sírvete,
que esta noche me sabe la boca a Xavier Dolan,
y nunca creí en los besos de película.
Yo
no vengo a detenerte,
voy a contarte con cadenas
de papel y palabras
la libertad.
No me tienes en la palma de la mano,
quiero perderte,
quiero que me pierdas,
quiero que cuando se te ocurra apretar el puño
recuerdes que somos agua.
Que yo no sé mentir,
voy a protegerte tanto
que en mis ojos encontrarás siempre la verdad
lo que todavía no existe
el principio de la lluvia
el origen del frío a la izquierda del tiempo
tu pelo
enredando
lo inalcanzable.
No sigas los caminos marcados,
rompe la brújula
y disfruta del tiempo perdido
(como si fuera lo único que no recuperaremos jamás).
Yo
no vengo a decirte <>,
voy a quererte
porque es la única manera que conozco de cantar victoria.
No me digas adónde vas,
vuelve
y tráete en los bolsillos carreteras de historias
como nunca la nuestra:
la que nunca empieza
para nunca acabar.
Que no seré tu pacto,
ni tu rey,
ni tu republicano.
Voy a llenarte el mar
de música embotellada
para que cuando llores
en el fondo
te quede una canción.
Para que cuando vivas
y la sal de otros te carcoma los labios,
les cuentes nuestra historia a los niños del puerto.

Diles que tú
eres lo más bonito
que esta vida
ha hecho por devolvérmela.
Diles que tú,
eres poesía
y con mi voz
pronunciarás tu nombre.
Diles
que
tenemos
alas
y las alas
son
del
cielo.

 Chris Pueyo, 2017

La niña fea

niña feaLa niña tenía la cara oscura y los ojos como endrinas. La niña llevaba el cabello partido en dos mechones, trenzados a cada lado de la cara. Todos los días iba a la escuela, con su cuaderno lleno de letras y la manzana brillante de la merienda. Pero las niñas de la escuela le decían: “Niña fea”; y no le daban la mano, ni se querían poner a su lado, ni en la rueda ni en la comba: “Tú vete, niña fea”. La niña fea se comía la manzana, mirándolas desde lejos, desde las acacias, junto a los rosales silvestres, las abejas de oro, las hormigas malignas y la tierra caliente de sol. Allí nadie le decía: “Vete”. Un día, la tierra le dijo: “Tú tienes mi color”. A la niña le pusieron flores de espino en la cabeza, flores de trapo y de papel rizado en la boca, cintas azules y moradas en las muñecas. Era muy tarde, y todos dijeron: “Qué bonita es”. Pero ella se fue a su color caliente, al aroma escondido, al dulce escondite donde se juega con las sombras alargadas de los árboles, flores no nacidas y semillas de girasol.

 ana-marc3ada-matute Ana María Matute, 1956

Inmortal

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Fuiste inmortal
el tiempo que una ola
tardó en borrar tus pasos sobre la playa.
Pero no lo sabías.

Fuiste inmortal
el tiempo que la nieve
detuvo los caminos hacia tu casa.
Y tú no lo sabías
Yo te nombré,
tú eras como un poema:
pájaro en el oído sombra encauzada
agua vencida.

Fuiste inmortal.
Fuiste la luz de un fuego.l
Fuiste la sangre oscura de de las palabras
Y tú no lo sabías.

Tú nuinca lo sabías.

Pero después
el mar cubrió la arena,
la nieve se deshizo
y el alud de nosotros llegó a tu casa.

 Capturaprado Benjamín Prado, 2002

Las dos mitades

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aquí
donde no llegan
la traición
el engaño
ese oleaje oscuro
que nos gasta
que arroja nuestras vidas
sobre la arena
caracolas rotas
y moluscos vacíos

allí
en ese lado
la cicatriz
y el óxido
la sangre sin delfines
y la canción del cuervo
que echa su cera negra en la mujer dormida

aquí
donde llegabas
con una mano llena de nieve otra de fuego
eras escarcha encima de las rosas
sol sobre el río helado
dime qué puedes darme
qué perderías por mí

abro un libro
alguien dice
los sueños pierden su color más rápido
que las flores cortadas

abro un libro y allí
la ceniza que esconde
palomas incapaces de volver de la muerte
o la roca de cuarzo
que fue la calavera de luz
o la noche que tira de nosotros
hacia el sueño
como un león que arrastra una gacela herida

abro un libro y aquí
los árboles que buscan sus nombres en mis ojos
la soledad azul
la palabra sin víboras
la fruta sin veneno

Donde acaba mi mano comienza el precipicio

 Capturaprado Benjamín Prado, 2002

Claroscuro

Isla de cuarzo,
luz de maíz y noche
de las violetas.

Miro tus ojos
que le arrancan al mar
látigos verdes.

Miro tu piel,
estela de la luna,
volcán nevado.

Misterio claro,
manantial con delfines,
isla sin lobos.

Limpieza oscura,
mi rosa del desierto,
mi ángel herido.

Capturaprado Benjamín Prado, 2002

Números romanos

XCV
Ojalá que alguien muy, muy feliz
nos esnife
cuando seamos ceniza.

CV
Ojalá que encuentres
a una persona
que sea paraíso,
sol sin nubes,
ola de agua fresca en un día de calor asfixiante.

Ojalá que lo hagas,
y lo digo de verdad.

Me contento con saber
que nunca encontrarás
un desastre como yo.

CX
La vida es eso que pasa mientras…
Así, sin más.
Así que espabila.

CVIII
No iba a funcionar.
Tú me llamabas pequeña;
yo siempre me creí una gran mujer.

@srtabebi, 2017

Date cuenta

Una despedida, si es de ella
no duele lo máximo que puede doler
en el mismo instante en el que la ves irse.

Para saber si de verdad era ella,
espera a que un día que estés en un lugar
concurrido
escuches un tono de voz parecido,
espera [a] que un día en una calle
veas su color de pelo
espera [a] que una noche, mirando por la ventana,
empiece a llover.

@srtabebi, 2017

Rima VII

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma
y una voz como Lázaro espera
que le diga: “levántate y anda”!  

Icono G.A.Bécquer G. A. Bécquer, 1868

Redondillas

Redondillas (1)

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

 Icono sor Juana Ines de la Cruz Sor Juana Inés de la Cruz, 1680