Brillan las cosas. Y aunque parezca mentira
el cielo retorna, azul chispeante.
Pero no resuelve el enigma
por el que he decidido esperarte.
Ahí estás tú: debajo de negra incertidumbre,
debajo de todas estas nubes,
pensando por qué el río chirría.
Por qué no queda rostro de tu imagen.
Por qué no hay más luz en la oscuridad.
Por qué irrita el sol ardiente
Y de pronto, no estás. Un adiós en tu blanca sonrisa.
En tus ojos se deshace
un mundo de amor negro.
Ya te fuiste, te esfumaste.
Nada queda de ti. La ciudad gira:
son ahora gestos habituales.
Patricia Ortín, 3r B