Arrojado a tu luz madrugadora,
 me muero niño y soy todo un deseo
 de varón en continuo jubileo
 hacia tu corazón de ruiseñora.
De trino escalador junto a la aurora
 eres, y voy a ti, y hay un torneo
 donde la algarabía del gorjeo
 triunfa de mí y en mí se condecora.
Arrancados de un sueño o de una fuente,
 por tu espada los límites del nardo
 me mintieron temprana primavera.
Y estoy ahora por ti tempranamente,
 como nadie, de amor herido, y tardo
 en morirme de amor como cualquiera.

