Mi primer amor
 fue como encontrar una aguja en un pajar
 y clavármela entre los dedos.
 Irene X, 2018.
 Irene X, 2018.

Imagen de Jose Antonio Alba en Pixabay
Necesito irme del país a otro país y de allí a otro.
  Ha explotado el miedo en una calle de Granada como si me hubiesen lanzado otra.
  Sé que están ahí, pareciese que alguien vende mis peores recuerdos.
  Alguien da valor a mi importancia y quiero abrazarle.
  Odio los abrazos, no soy nada cariñosa, pero fugazmente tengo la necesidad de hacerlo.
  Quiero llorar en los teatros.
  Decirle a los horrores que sé que están ahí, pero que hay otros peores.
  ¿Quién me está haciendo mala y daño?
  Muy mala y muchísimo daño.
  Repito yo.
  Muy mala y muchísimo daño.
  Me repito como en un caleidoscopio.
  Cada año cumplo diez más y me hago más pequeña.
  Pronto no aguantaré el dolor y la culpa.
Me repito enfermizamente que no he matado a nadie,
  pero es que lo he hecho:
  no hay más que verme.
 Irene X, 2018.
 Irene X, 2018.

No lo creo todavía
 estás llegando a mi lado
 y la noche es un puñado
 de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
 tu rostro tu paso largo
 tus manos y sin embargo
 todavía no lo creo
tu regreso tiene tanto
 que ver contigo y conmigo
 que por cábala lo digo
 y por las dudas lo canto
nadie nunca te reemplaza
 y las cosas más triviales
 se vuelven fundamentales
 porque estás llegando a casa
sin embargo todavía
 dudo de esta buena suerte
 porque el cielo de tenerte
 me parece fantasía
pero venís y es seguro
 y venís con tu mirada
 y por eso tu llegada
 hace mágico el futuro
y aunque no siempre he entendido
 mis culpas y mis fracasos
 en cambio sé que en tus brazos
 el mundo tiene sentido
y si beso la osadía
 y el misterio de tus labios
 no habrá dudas ni resabios
 te querré más
………………………..todavía.
Arrojado a tu luz madrugadora,
 me muero niño y soy todo un deseo
 de varón en continuo jubileo
 hacia tu corazón de ruiseñora.
De trino escalador junto a la aurora
 eres, y voy a ti, y hay un torneo
 donde la algarabía del gorjeo
 triunfa de mí y en mí se condecora.
Arrancados de un sueño o de una fuente,
 por tu espada los límites del nardo
 me mintieron temprana primavera.
Y estoy ahora por ti tempranamente,
 como nadie, de amor herido, y tardo
 en morirme de amor como cualquiera.

Imagen de Free-Photos en Pixabay
Dame la mano y danzaremos;
 dame la mano y me amarás.
 Como una sola flor seremos,
 como una flor, y nada más…
El mismo verso cantaremos,
 al mismo paso bailarás.
 Como una espiga ondularemos,
 como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
 pero tu nombre olvidarás,
 porque seremos una danza
 en la colina y nada más…
Es verdad; pues reprimamos
 esta fiera condición,
 esta furia, esta ambición
 por si alguna vez soñamos.
 Y sí haremos, pues estamos
 en mundo tan singular,
 que el vivir sólo es soñar;
 y la experiencia me enseña
 que el hombre que vive sueña
 lo que es hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
 con este engaño mandando,
 disponiendo y gobernando;
 y este aplauso que recibe
 prestado, en el viento escribe,
 y en cenizas le convierte
 la muerte (¡desdicha fuerte!);
 ¡que hay quien intente reinar,
 viendo que ha de despertar
 en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza
 que más cuidados le ofrece;
 sueña el pobre que padece
 su miseria y su pobreza;
 sueña el que a medrar empieza,
 sueña el que afana y pretende,
 sueña el que agravia y ofende;
 y en el mundo, en conclusión,
 todos sueñan lo que son,
 aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
 destas prisiones cargado,
 y soñé que en otro estado
 más lisonjero me vi.
 ¿Qué es la vida? Un frenesí.
 ¿Qué es la vida? Una ilusión,
 una sombra, una ficción,
 y el mayor bien es pequeño;
 que toda la vida es sueño,
 y los sueños, sueños son.

Fotografía de Jnj en Flickr.
Olas gigantes que os rompéis bramando
 en las playas desiertas y remotas,
 envuelto entre la sábana de espumas,
 ¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán, que arrebatáis
 de alto bosque las marchitas hojas,
 arrastrando en el cielo torbellino,
 ¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad que rompe el rayo
 y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
 arrebatado entre la niebla obscura,
 ¡llevadme con vosotras!
Llevadme, por piedad, adonde el vértigo
 con la razón me arranque la memoria…
 ¡Por piedad!… ¡Tengo miedo de quedarme
 con mi dolor a solas!

Imagen de DanaTentis en Pixabay
Los suspiros son aire y van al aire.
 Las lágrimas son agua y van al mar.
 Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
 ¿sabes tú adónde va?
Asomaba a sus ojos una lágrima
 y a mi labio una frase de perdón;
 habló el orgullo y se enjugó su llanto
 y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
 pero al pensar en nuestro mutuo amor,
 yo digo aún: «¿Por qué callé aquel día?»
 Y ella dirá: «¿Por qué no lloré yo?»