 Al olmo viejo, hendido por el rayo
Al olmo viejo, hendido por el rayo
 y en su mitad podrido,
 con las lluvias de abril y el sol de mayo.
 algunas hojas nuevas le han salido.
 ¡El olmo centenario en la colina
 que lame el Duero! Un musgo amarillento
 le mancha la corteza blanquecina
 al tronco carcomido y polvoriento.
 No será, cual los álamos cantores
 que guardan el camino y la ribera,
 habitado de pardos ruiseñores.
 Ejército de hormigas en hilera
 va trepando por él, y en sus entrañas
 urden sus telas grises las arañas,
 Antes que te derribe, olmo del Duero.
 con su hacha el leñador, y el carpintero
 te convierta en melena de campana.
 lanza de carro o yugo de carreta:
 antes que rojo en el hogar, mañana,
 ardas de alguna mísera caseta,
 al borde de un camino;
 antes que te descuaje un torbellino.
 y tronche el soplo de las sierras blancas;
 antes que el río hasta la mar te empuje
 por valles y barrancas,
 olmo, quiero anotar en mi cartera
 la gracia de tu rama verdecida.
 Mi corazón espera
 también, hacia la luz y hacia la vida,
 otro milagro de la primavera.
A un olmo seco
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