Era medianoche, no podía dormir. No podía parar de pensar en lo que me había pasado y en cómo lo afrontaría al día siguiente. Estaba tan preocupada por lo que le diría a mi abuela que no sé ni cómo no me había explotado la cabeza en aquel momento.
Al día siguiente al fin logré decirle aquello que deseaba, pero no se lo tomó muy bien, y aquello me afectó bastante, así que decidí salir e ir a dar un paseo por la playa para desconectar un poco de todo. Entonces lo vi. Era un chico rubio, con unos ojos azules que era como mirar un océano, nunca antes lo había visto por allí. Como estaba un poco enfadada no le dije nada, aunque tampoco hizo falta, ya que fue él quien me habló. Le dije que qué hacía hablándome si no lo conocía de nada, pero bueno, me caía bien. Luego empecé a pensar que era un poco pesado y plasta. Aunque era guapo, era más tonto que las piedras, el pobre.
Al final pensé que podía ser retrasado. Le ignoré y me fui. Me llamó y yo salí corriendo, al cabo de unos minutos vi un morenazo, vaya morenazo…
Era tan guapo que me quedé embobada mirándolo mientras corría, no prestaba atención al camino y tropecé con una caracola de mar. Caí y me llené de arena. Él vino corriendo para ver si me había hecho daño.
Y ésta es la historia de cómo conocí a Ángel y por qué tengo una caracola de mar en mi mesita de noche.
Iniciado y terminado por Esther Q. Vallès, 4t B
La redacción de la Ester fue la mejor xDDD sobre todo la parte de: “era más tonto que las piedras, el pobre”. Me gustó mucho hacer eso de las cuatro manos..
A vegades la historia podia allargar-se més perque no queda gaire clara.
hi ha comentaris que estan molt be i son graciosos, pero ho trobo massa curt.
la historia comienza bien, pero no tiene un texto fluido. El rubio es prescindible.
En general la encuentro bastante entretenida y se podría sacar provecho de ella.
Esta historia esta bastante bien, comparado con los nuestros.