Soñé que…

Tomando a Arturo Casanova, el protagonista de la novela de Ana Alcolea Donde aprenden a volar las gaviotas, como fuente de inspiración, los de han descrito uno de sus sueños. Todo lo más inverosímil, incoherente y surrealista del mundo de los sueños ha sido plasmado en sus relatos. A continuación algunos ejemplos:

Clàudia Domingo (3º ESO A):

La verdad es que me habían hablado de ello, pero cuando lo ves en persona es muy diferente. Es cierto, se distingue un túnel y una luz en su final, aunque se trate de una pasarela y el faro de un barco.

Los guías son seres de luz, seres que han vivido ya tantas vidas que en su recorrido se ha escrito un punto y final. Este consiste en conseguir aportar algo grande al mundo. El guía 76 se presentó:

– Buenos días, soy  Lope de Vega. Eres la última en llegar, ven – dijo bajito-.

Durante varios meses, viajamos en ese barco, pasando noches extrañas y siendo testigos de una serie de pruebas que no tenían ningún sentido. También recibíamos pequeños mensajes después de esas excursiones nocturnas que tampoco parecían ocultar significado alguno

Por última vez, los barcos nos dejaron en una especie de isla muy húmeda. Entre las rendijas de un imponente portal cubierto de hiedra, se colaba una luz cegadora a la vez que angelical. Uno a uno, los guías iban haciendo pasar a todos los humanos por la habitación iluminada que se escondía detrás de las maderas del portal.

Tan solo con pestañear, ya estaba fuera de la monstruosa estructura metálica. Dentro de mí latía el corazón con más fuerza que nunca.

Y al fin, desperté. Sudada, entré en la habitación de mis padres. Los miré pensativa desde la puerta, hasta que sonó el despertador.


Antonia Adamovici (3º ESO A):

Cuando era pequeña siempre tenía un sueño, que se podría decir que también era una pesadilla. Ahora ya no lo tengo pero me guastaría explicarlo porque en su momento fue muy desesperante.

Me encontraba corriendo escaleras abajo, unas escaleras infinitas, que nunca se acababan por más que yo corría. Detrás de mí, había unas figuras raras que no las podía reconocer por mucho que me girara para intentar verlas bien y que me perseguían, aunque nunca me alcanzaban, jamás las perdía en mí carrera escaleras abajo. Las figuras hacían ruidos raros, como si quisieran que me asustara más de lo que estaba, eran ruidos como los de un cuchillo al rasparlo en un plato. Al levantarme estaba muy asustada y sudada, a veces también me levantaba llorando. Suerte que ya no tengo esta pesadilla.


Mariona Lajarín (3º ESO A):

He tenido varios sueños recurrentes a lo largo de los años que han dejado su huella en mi ficción de una u otra forma.

En mi sueño más recurrente siempre me encuentro en casas que recién estoy habitando, están muy desordenadas y tienen muchas habitaciones, unas muy oscuras y otras con mucha luz, y grandes ventanales….el problema es que siempre las estoy ordenando, limpiando, decorando y por lo general, tengo que lavar mucha ropa. A veces en mis sueños son partes de casas que ya he vivido antes, y en otras son casas que debo habitar, pero que no las conozco.´

La última que recuerdo, tenía una característica muy especial; era en una parte de campo, la casa era de madera y con muchos ventanales, muy bonita y acogedora, tenía muchas puertas que daban a jardín de entrada y otras al patio trasero. Yo siempre quiero vivir en ellas, a veces me siento cómoda.


Júlia Ferré (3º ESO A):

Estaba dormida y de repente empecé a soñar… Era pequeña en la vida real, pero creo que no era igual en el sueño, ahora os explico por qué.

Practicaba natación, el día siguiente tenía una competición muy importante para mí, así que tenía que ir a entrenar, pero me quedé dormida y al despertar ya había pasado media hora de clase, así que tuve que prepararme la bolsa con el bañador, las gafas de agua, etc. Muy rápidamente, bajé al garaje a coger el coche e irme, y así lo hice. Llegué a la piscina y solo al bajar del coche oí que me gritaban: “no te mueves, quédate aquí”; tenía miedo, así que permanecí quieta, me cogieron por la espalda y me amenazaron diciéndome que no me moviera, continué sin decir nada. Empezaron a arrastrarme por el suelo, no sé por qué, pero prefería quedarme callada por miedo a que me hicieran daño, continuaban arrastrándome, avanzando, no pasaba nadie por aquella calle, tenía miedo, mucho miedo. De repente sonó mi despertador, no continué soñando, desperté, menos mal, parecía todo tan real…


Isabel Zafra (3º ESO B):

Me despierto en la “nada” más absoluta, de repente unos ojos de color azul brillante invaden todo el espacio y yo respondo con un  intento de grito, el cual no me sale. En un segundo, noto como si estuviera cayendo, un  viento frio invade cada parte de mi cuerpo, dejándolo inmóvil por segundos.

Intento correr, pero no puedo, en un abrir y cerrar de ojos noto una mano que me coge la pierna y empieza a tirar y no puedo hacer nada para impedirlo.

Entre mis gritos y risas, veo una luz que me llama, poco a poco la nada se convierte en una casa, una casa pequeña y fea, todo sigue a oscuras excepto la casita.

Me acerco poco a poco a la casa, de manera involuntaria, mi brazo se levanta y aparenta que va a llamar al timbre, pero por fin despierto.


Aida Campos (3º ESO B):

“Venga Aida, es hora de levantarse”. Era mi madre avisándome de que si no me daba prisa, iba a llegar tarde. Como cada mañana desayuné y seguidamente me fui con Clàudia andando. Llegamos muy rápido, como si nos hubiéramos pasado algunas calles. Al llegar a la entrada del instituto, nos asombró no ver a nadie, pero como las puertas estaban abiertas, decidimos entrar. Pensamos que tal vez nos habíamos retrasado un poco. Por los pasillos no había ni un profesor, ni un alumno.

Llegamos a nuestras aulas, tampoco había nadie. Estábamos a punto de caer en la desesperación cuando al pasar por uno de los laboratorios vimos a un hombre. Rápidamente, le explicamos lo que nos ocurría y nos dijo: “¡yo soy el culpable de todo esto! Todos los profesores y alumnos están aquí, dentro de esta máquina atrapados y cuando pulse este botón, se activará una cuenta atrás y desaparecerán para siempre” no nos dio tiempo a reaccionar cuando ya había pulsado el botón “10, 9, 8…3, 2, 1…” “Piip, Piip, Piip” De un salto, me desperté con el corazón en la boca. Era mi despertador. Todo había sido producto de mi imaginación.

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Una resposta a Soñé que…

  1. isaac diu:

    Me he quedado con ganas de saber qué hubiera pasado si no hubiese tocado el timbre.

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