Corrió asustada. Huía de algo que aún no sabía bien qué era. Temor a lo desconocido. No podía parar de correr y de llorar. Oía gritos detrás de ella y pasos que avanzaban rápidamente. En su interior una voz le obligaba a parar, sabía que no aguantaría mucho más. Pero de repente tuvo una idea: giraría por la siguiente calle. En ese tramo las calles estaban desordenadas y se cruzaban entre ellas. Pero no hubo manera, seguía oyendo aquellos pasos que tanto le incomodaban. Tenía la sensación de estar en medio del rodaje de una película de terror, esas que tanto le gustaban y se habían vuelto en una pesadilla para ella. Siguió corriendo, hasta que se vio encerrada en un callejón sin salida, no tenía más remedio que enfrentarse a su desconocido perseguidor.
Se decidió a volverse y entonces, con lágrimas en los ojos, gotas de sudor por la frente y manos bien apretadas por la inseguridad, descubrió que le seguía un hombre trajeado, que quería devolverle el bolso que se había dejado en la silla del restaurante donde había comido. Después de todo, pudo respirar hondo, darle las gracias a aquel amable señor y volver a casa aliviada.
3r C, empezada por Cristina Márquez