Lunes día 4 de septiembre.
Hoy me he sentido bastante bien, simplemente porque los días de veranos fueron muy secos. Pero venía el peor mes del año: Septiembre. Cuando las nubes desprenden esas gotas de agua que suavemente o todo lo contrario, mojan a la gente. Por eso mismo me inventaron para que esas minúsculas y pesadas gotas cayeran sobre mí y no sobre las personas. Muchas veces me siento un poco mal, porque en el momento en el que mi dueña, una señora más bien mayor de pelo oscuro, con la cara un poco demacrada por los años y menuda, me saca de su bolso de piel marrón, sé que acabaré mojado. Esa idea no es que me quite el sueño, pero sí que en algunas ocasiones no me hace sentir demasiado bien. Ella no obstante, es bastante considerada conmigo, normalmente me trata con suavidad y no me suele dejar en sitios muy fríos. Estoy viendo las nubes como se empiezan a oscurecer, me parece que mañana le seré útil a alguien. Además he visto como mi dueña se preparaba el chubasquero y las botas para mañana, señal de que saldrá de casa. Así que por hoy lo dejaré que mañana será un día duro.
Martes día 5 de septiembre.
Después de un día tan cansado como hoy, como ya era de esperar, me encuentro aquí, escribiendo de nuevo. Os haré un breve resumen de lo que me ha ocurrido. Muy pronto por la mañana, no sé exactamente a qué hora, me cogió rápidamente y me arrojó a su bolso marrón de piel como de costumbre. Solo salir a la calle pude percibir, y a la vez oler, ese aroma que desprende la hierba mojada y que contrasta con el suelo húmedo. Sin dudarlo a penas, me cogió de nuevo y me abrió. Cuando estuve ya centrado encima de su cabeza empezaron los saludos matinales con la gente del pueblo, que si la frutería, ahora el quiosco y ¡cómo no! Me iba chocando innumerables veces con otros paraguas, y se oía de fondo, disculpe, lo siento y así infinitas veces. Pero yo me pregunto: ¿No somos nosotros quienes nos chocamos? Parece ser que los dueños no lo ven así. Mientras reflexionaba sobre el tema, un golpe frío me sacó de mis pensamientos. Ella, me cerró y entramos en un banco y me dejó junto a los otros paraguas en un sitio donde nos reunimos todos, me parece que se llama paragüero. Después de una media hora de espera, observe que ya estaba de vuelta. Así que me preparé para las gotas de nuevo, pero esa vez no, las gotas no cayeron, así que me mantuvo en su mano a la espera de que lloviera, pero las nubes no se decidieron. Abrió la puerta de casa y como ya estaba seco me puso en mi sitio de siempre, su armario al que yo suelo llamar cama. Hasta ahora que me encuentro escribiendo encima de una bufanda y rodeado de ropa. ¿Qué haré mañana? Todo depende de las gotas y las nubes.
Anna Aparicio 3r C
Anna, el text està molt ben escrit, sembles realment un paraigües !! Descrius molt bé les situacions que viuen els paraigües, els diferents punts de vista dels paraigües i dels humans, algo tan normal per nosaltres, i que per ells és la cosa més estranya del món…