La escritura forma parte de nuestras vidas. Nos ayuda a comunicarnos y sin ella relacionarnos sería mucho más complicado.
Nunca me había parado a pensar el papel tan importante que ocupaba en nuestro día a día, hasta el día en que le conocí.
Le vi, estaba apartado de todos los otros chicos y no entendía por qué. Sin pensármelo dos veces me acerqué a él para presentarme. Le hablé de quién era, lo que me gustaba y qué me había llevado a ese lugar. Pero él no me respondió y entonces fue cuando lo entendí. Él era diferente a todos ellos, incluso era diferente a mí. Él no me hablaba porque no podía oírme, era sordo. Estaba indecisa y me quedé sin saber qué hacer. Le apunté mi número de móvil y mi nombre en la mano. Él me sonrió y yo le devolví la sonrisa. Me encaminé hacia el metro. Iba pensano en si me llamaría o no, cuando entonces caí en ello. Él no me llamaría jamás, pues no podríamos tener una conversación si él no podía oírme. Me sentí muy mal por no haber pensado en ello antes. ¿Qué habría pensado él de mí? ¡Qué estúpida! Mi mente se cerró por completo y me cabreé mucho conmigo misma. Tonta, tonta, tonta…
Al salir del metro, un sms llegó a mi móvil citándome para el siguiente jueves. No me lo podía creer, me había cerrado tanto en mí que no había pensado en las miles de oportunidades que te dan las nuevas tecnologías. A partir de entonces, la escritura fue algo indispensable para los dos.
Núria Lite, 3r B