Érase una vez un crucero que zarpó del puerto de Barcelona cargado de gente.
Tenía como destino Haití, cruzando así todo el Atlántico, hasta llegar a sus bellas playas.
Yo subí a aquel impresionante barco y me quedé fascinada de todo lo que ese barco podía albergar en el interior.
Observé como la gente embarcaba con una gran sonrisa y los niños corrían arriba y abajo alegremente.
Me acerqué al borde del barco, apoyándome en la barandilla, y entonces lo vi. Sus ojos azules y su dorado pelo brillaban más de lo habitual en una persona. Dediqué todo el día en seguirle. Al caer la noche ya sabía muchas cosas sobre un hombre al que no había dirigido palabra. Lo que más me interesaba es que estaba soltero. Se alojaba en el camarote 23C junto a su hermano.
A la hora de la cena, en el restaurante Italiano de aquel inmenso crucero, lo vi y me puse a su lado. Yo di el primer paso, hablamos y nos caímos muy bien. Me ofreció quedarme a dormir en su camarote pero no acepté su invitación, no quería quedar como una chica fácil. Quedamos para desayunar a la mañana siguiente. Era perfecto y ¡se llamaba Marco!
Iba a Haití para hacer un reportaje fotográfico.
Y surgió el amor de una manera inesperada y preciosa.
—Así que ya sabéis cómo conocí a vuestro padre.
—¡Qué bonito, mamá!
3r C, empezado y revisado por Laura Gómez
Empieza un poco trabado y con muchos párrafos seguidos. Dice mucho la palabra barco. Luego el texto es más fluido y está bien encajado.