Los que me conocen, saben que amo esta profesión y que la didáctica es una de mis debilidades. Sin embargo, la vida te regala unas circunstancias que son realmente indescriptibles: formar parte del magnífico y acreditado grupo de formadores de profesorado que participan en el Máster de Formación de Profesorado de la UNAE en Ecuador es un sueño que difícilmente podía esperar un profesor como yo, anclado a mi realidad cotidiana.
Por difícil que sea, intentaré dejar por escrito algunas de mis impresiones para retomarlas siempre que me asalte la nostalgia de estos cinco días tan intensos.
Lo primero que me gustaría destacar es el entusiasmo y el cariño recibido por los maestros y profesores, amigos ya, que han participado en las clases. Todos los que hemos hecho nuestros pinitos en formación continua sabemos que no siempre es fácil encontrar receptores predispuestos. En este caso, la sensación ha sido siempre que querían más, que estaban dispuestos a asumir todas las propuestas que queríamos compartir con ellos, eso sí, siempre desde una reflexión crítica positiva. La formación ha sido un encuentro entre dos maneras de explicar una realidad escolar que, en el fondo, no es tan diferente. Tanto unos como otros hemos dado los pasos necesarios para encontrar puntos de unión y de progreso. Los debates y los ejemplos que los participantes han aportado han sido una fuente de riqueza para todos, puesto que las palabras que más ha sonado han sido compartir y cooperar, de ahí la vitalidad que los grupos de lengua han tenido en la plataforma Twitter durante estos días.
A esa voluntad de aunar fuerzas, cabe subrayar el compromiso de este grupo de docentes para con sus alumnos y, ante todo, como motor de cambio en su país. En todo momento he tenido la sensación que cada uno de ellos quería saber más para dar una mejor respuesta a los retos que su nación tiene planteados, y uno de los más acuciantes es, sin duda, la formación de sus jóvenes. He revivido el entusiasmo que yo creí sentir en mis profesores de escuela e instituto y que me condujeron a abrazar esta profesión. El mismo currículo ecuatoriano es un ejemplo de esta voluntad de fomentar la cohesión social, desprendiéndose del concepto de competencia (que siempre huele a individualismo) y situando como su eje vertebrador un perfil de salida del alumnado redactado en primera persona del plural, puesto que la idea es la de caminar, innovar y vivir juntos. Aunque más allá del Atlántico parezca extraño este discurso, creo que la forma más alta de mostrar el amor a un país es trabajando al máximo en el día a día, y este espíritu ha sobrevolado cada una de las sesiones. Un compromiso que se ha plasmado en la asistencia a todas las sesiones de una formación de tres semanas a ocho horas diarias, más los largos desplazamientos diarios de algunos de los alumnos.
El tercer aspecto que me gustaría destacar es la similitud esencial en muchas de las situaciones de aula que acercan las dos realidades: la preocupación por un grupo de alumnado al que le cuesta seguir el ritmo, la dificultad de relación con algunas familias, el papeleo excesivo e innecesario, la dificultad por innovar en muchos contextos a causa de los propios compañeros o de los superiores, los problemas de comprensión y expresión del alumnado…Una situación parecida a la que muchas veces siento en mi entorno próximo: el currículo ampara el cambio y la innovación, algunos peones estamos por implementar esa filosofía, y una amalgama de burocracia situada en medio impide el avance. Creo que la formación didáctica y pedagógica de los gestores educativos intermedios deja mucho que desear en ambas realidades y es un reto a abordar.
Sin embargo, he conocido la dificultad de trabajar en entornos saturados, de entre 40 y 45 alumnos en aulas dotadas de manera muy elemental. Profesores con horarios interminables y unos sueldos que, aunque hayan mejorado, tendrían que ir acorde con la responsabilidad que se les encarga. Todos ellos han mostrado una predisposición a abrirse a nuevas metodologías y a los retos que las TIC ponen a nuestra disposición. Simplemente les faltará el empujón de las autoridades para hacer de esa voluntad, una realidad.
He conocido un país en el que las autoridades facilitan al alumnado un manual “oficial” gratuito, al margen de los criterios comerciales de otras regiones. Unos manuales de lengua y literatura que participan en gran medida de enfoque comunicativo y que introducen algunas unidades francamente interesantes. Los materiales se acompañan de unas guías para el profesorado que comprenden los conceptos clave que se deben abordar en cada nivel educativo.
Una alumna me confesaba que el título de la materia que impartimos con Alba Ambròs les tenía preocupados: Planificación y evaluación educativas en el área de Lengua y Literatura. Realmente no es un título especialmente motivador, pero con el esfuerzo de todos hemos podido desarrollar estrategias de aula para casi todos los bloques del currículum ecuatoriano: expresión escrita a partir de la elaboración de un árbol genealógico de las lenguas, literatura con Veamos Poesía, comprensión lectora de un cuento tradicional ecuatoriano y hemos relacionado lengua con comunicación a partir del concepto de género discursivo. Me parece que el paso de la práctica a la teoría para retornar a la práctica ha sido entendido por todos ellos, gracias a los útiles didácticos que se han manejado.
No quisiera terminar sin comentar la inspiración multicultural de un currículum que quiere visibilizar y dignificar las diferentes variantes lingüísticas del país. Como profesor de lengua catalana sé de los problemas que viven aquellas lenguas que no son potenciadas por los estados y me ha sorprendido el desconocimiento de la lengua Quitchwa por parte de la mayoría de profesorado. Es, tal vez, otro de los retos de la educación en este país: la formación de parte del profesorado en las lenguas originales de estos territorios.
Como muchos de ellos han comentado, se van a convertir en la punta de lanza de la educación ecuatoriana. Deberán ser los encargados de trasladar a sus compañeros todo lo que han ido aprendiendo en estas semanas. Seguro que lo harán de maravilla.
Me llevo la imagen de las caras de tener ganas de aprender de todos ellos, una expresión que no siempre se encuentra a mi alrededor. Como les dije siempre, aquello que les funcione y sirva para que los alumnos aprendan, no dejen de mantenerlo. Pero ármense de valor ante las situaciones difíciles, no se paren ante los problemas y vivan su labor con entusiasmo. Así conseguiremos entre todos avanzar e introducir los cambios necesarios en aquellos ámbitos que presentan problemas.
Me voy de Ecuador feliz por haber recibido la gracia de conocerles y escuchar sus ideas y sus prácticas. Espero ver como, pronto, todo lo que hemos compartido va tomando cuerpo en sus aulas.
Me voy de vacaciones.
Bonita reflexión Joan Marc, espero poder oír una ampliación de detalles bien pronto.
Noves cultures, nous reptes… Un mateix objectiu… Millorar l’educació…