Una de las cosas de las que siempre he escuchado al decir que estudio latín es que “es un estudio en vano de una lengua y que es irrelevante, ya que al ser una lengua muerta, no tiene ninguna utilidad.”

La gente suele asociar el latín con algo antiguo y desfasado. Yo creo, que el latín no sólo sirve para algo, sino para muchas cosas.

En mi opinión nadie puede dominar la lengua castellana, catalana u otra lengua romance sin el latín, ya que el castellano, el catalán, el gallego, el francés, el portugués, el italiano o el rumano no son más que dialectos del latín.

Así que el latín nos ayuda a conocer nuestra propia lengua. Igual que, como se suele decir, para conocer nuestro presente, hemos de conocer nuestro pasado, para conocer bien nuestra lengua, hemos de conocer a su madre, el latín, y a su tía lejana, el griego.

Aparte de que también con el conocimiento del latín y del griego se pueden aprender más fácil y rápidamente muchas lenguas como las romances y las indoeuropeas como el inglés, alemán, ruso…

El latín es la lengua de la filosofía, la teología, política, historia. Sabiendo lenguas clásicas se pueden comprender los conceptos de estas disciplinas.

Y aunque parezca mentira, el latín también es la lengua científica internacional. Los nombres científicos de todos los animales y plantas están en latín. Los símbolos químicos proceden de las primeras letras de su nombre latino (Fe = ferrum). Los nombres de las constelaciones también están en latín y el de las estrellas son los nombres de las letras griegas. Los nombres las enfermedades, virus y bacterias proceden del griego.

Y con esto se puede deducir que el estudio de lenguas clásicas puede resultar realamente útil para, dicho previamente, el estudio de lenguas europeas, la historia, la filosofía e incluso para mejorar los conocimientos ya adquiridos de nuestra propia lengua, ya sea catalán o castellano.

Andrea Gómez

2º Bachillerato Latín