Francisco Zarandieta, “La educación por Internet

La educación on-line

 

 

Francisco Zarandieta, “La educación por Internet”, Anaya Multimedia, Madrid, 2002, 352 páginas, 9 €.

 

 

Internet es un estupendo medio para difundir conocimientos y adquirirlos. En pocos años la educación a distancia y, en concreto, a través de Internet ha pasado a ser valorada por la mayoría de los docentes como un buen método de difusión y una excelente herramienta de documentación.

Uno de los problemas que tiene la red es la poca cultura que existe hoy en día sobre el uso de Internet con fines formativos: todavía encontramos personas que no han usado un ordenador en su vida. Este problema sumado al de la lentitud en la red son los dos escollos que poco a poco irá superando nuestra sociedad. Esta guía práctica de “La educación por Internet” se repasan los conceptos básicos para principiantes, y al final del libro nos adentra en una parcela muy interesante: la de la autoformación en la Red.

Debido a la cantidad de información que hallamos en Internet, es fácil que encontremos cursos, ejercicios de formación. Puede que estemos en la antesala del futuro de la educación. Ya existen muchas universidades en todo el mundo, y también en España, que ofrecen la posibilidad de estudiar una carrera universitaria a través de Internet, como por ejemplo: http://www.uoc.es.

El mayor porcentaje de la formación on-line se da en aspectos relacionados con la informática, resultando bastante complicado acceder a formación de temas, como ciencias sociales, matemáticas, etc. El problema fundamental es dónde buscar. La respuesta está en los portales educativos o los buscadores educativos que nos propone el libro. Veamos algunos ejemplos:http://www.educared.net/asp/global/portada.asp o http://www.pntic.mec.es.

Pero no sólo de páginas culturales y buscadores vive el alumno, también puede encontrar en la red apuntes, libros y trabajos. El truco como tal no existe, lo que ocurre es que Internet se sustenta en el principio de compartir. Por este motivo encontramos muchas páginas en las que existen trabajos, apuntes, libros, publicaciones, revistas, guías, etc; en definitiva, todo lo que podríamos encontrar en un campus universitario. Toda esta formación se encuentra de forma gratuita, sólo es cuestión de tener las direcciones a mano y libros como éste ayudan a encontrar guías de navegación en los procelosos mares de Internet.

J. A. Aguado

LA CENA DEL PREMIO NADAL

LA CENA DEL PREMIO NADAL

 

 

 

La temporada literaria da su pistoletazo de salida esta Noche de Reyes en el Hotel Ritz de Barcelona, bajo la luz amarilla de las farolas de la Gran Vía los convidados llegan con una puntualidad británica a la cena a las nueve de la noche. Conecto el ordenador para escribir y me encuentro que para tener Wi-Fi tengo que pedir las contraseñas en la recepción del hotel. Uno se pregunta cuál es la razón por la que un Macdonald´s o un Starbucks ofrezcan gratis el acceso a internet y un hotel de cinco estrellas tenga su acceso codificado. Enigmas kafkianos que pueblan nuestra existencia. Consigo las claves y me pongo a investigar sobre el premio más antiguo y el primero del año.

Descubro que el premio está marcado por el año 1948 cuando Miguel Delibes gana el Nadal por “La sombra del ciprés es alargada” a partir de este momento la novela de postguerra ya se escribe con mayúsculas. El otro nombre que marca el premio en sus inicios es Carmen Laforet quien ganó la primera edición del Premio Nadal con “Nada”, una novela que nos habla de una calle Aribau y una joven llamada Andrea cuya vida seguimos con la devoción del peregrino. Con estos dos nombres como padre y madre del premio, ahora que ya tiene una edad avanzada podemos decir que el premio ha servido para que nuevas plumas aparezcan dentro del panorama de las letras. Este año no ha sido el caso porque un corredor de fondo como Álvaro Pombo la persona más anciana en la sala ganaba el premio después de descubrirse los seudónimos, porque en estos premios los escritores importantes siempre ponen un nombre falso y un título falsos, otras de esas cuestiones kafkianas que tiene la vida que nunca entenderé por mucho que me expliquen los agentes literarios y los jefes de prensa de las editoriales.

Discutía con mis comensales el escritor y crítico Xavier Borrell y con el jefe de prensa de Proa Xavier Gafarot sobre el papel mediático de los escritores. Como no hace muchos años había programas, económicos de producir, donde había unos cuantos invitados, algunas actuaciones de artistas en directo y entre los invitados algún escritor que venía a hablar de todo un poco y también de su libro. Pero ahora ese tipo de programas ha desaparecido. Los espectadores del 2012 no buscan cultura en la televisión, buscan básicamente entretenimiento. La espectador no busca desafíos intelectuales que acostumbra a asociar con el aburrimiento, de ahí el éxito de programas como “Sálvame Deluxe”, que es otra de esas cuestiones incomprensibles y kafkianas que tiene la vida.

Desde aquel invierno de 1944 cuando Carmen Laforet presentó su novela “Nada” mucho ha llovido, nombres que han quedado en la historia de la literatura y otros que ha barrido el tiempo, pero todos ellos escribieron para un premio y el hecho de escribir de encargo les supuso forzarse a ellos mismos como lo hace un publicista o un guionista de televisión, a los cuales les dan un esqueleto y tienen que rellenarlo con carne. Sin duda Álvaro Pombo con su novela “El temblor de héroe” nos dará horas de entretenimiento, pero también de alimento para la inteligencia, cosa que en estos tiempos de crisis ha sufrido serios recortes.

J. A. Aguado

 

 

 

 

Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Word, “According to The Rolling Stones”,

PALABRA DE STONE

Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Word, “According to The Rolling Stones”, Planeta, Barcelona, 360 páginas, 60 €.

 

Planeta lanza en España la autobiografía oficial del cuarenta aniversario de la mítica banda. Por primera vez, escrita por ellos mismos, la verdadera autobiografía de los Rolling Stones. En primera persona, los miembros de la banda de rock más famosa del mundo nos cuentan la historia del grupo precisamente ahora que celebran los cuarenta años de éxitos ininterrumpidos. El libro, con prólogo de Jordi Tardà, cubre cuarenta años de música, al reflejar la vida y el trabajo: “Una de las cosas que nos han mantenido en el candelero –aparte de que somos un espectáculo muy visual – es que nos hemos tomado esas pausas, de manera que las giras se convierten en auténticos acontecimientos”.

Los Stones, además, han abierto el archivo gráfico de la banda y los archivos privados de cada uno de ellos para incluir en este libro abundante material inédito. Por primera vez nos hablan de sus orígenes, de los problemas con las drogas, de los momentos en que la banda estuvo a punto de romperse y nos cuentan los motivos por los que los Stones han conseguido perdurar para convertirse en un icono mundial. Poco sabían los propios Rolling Stones que su nombre -inspirado por el título de una canción de Muddy Waters, “Rollin Stone Blues”- resultaría tan adecuado. Formados en 1962, continúan hasta hoy como el grupo musical en actividad con mayor vida en la historia del rock. A través de más de cuatro décadas en la música, los Stones han seguido rodando, adaptando su sonido, pero sin alejarse mucho de sus orígenes como banda amante del blues y las guitarras: “La mayor parte del trabajo de grabación lo hicimos como le gusta a Keith, tocando el material veinte veces, dejándolo reposar y después volviéndolo a tocar otras veinte, más o menos como en el jazz. Keith es un músico de jazz en muchos sentidos”.

Una de las características que ha permitido al grupo sobrevivir a su propio deseo de destrucción es el hecho de ser el circo rockero de más envergadura, lo que hace que existan muchos intereses a su alrededor. El de los Stones es un show de ciencia ficción digno de Spielberg, con unos cuantos millones de watios más en materia de luz, proyecciones de vídeo a go-gó y material visual de todas las texturas. Quien ha asistido a un concierto de la banda lo recuerda toda su vida.

Desde las muchas veces que se les ha dado por muertos y aunque sea a golpe de resurrección, los Stones siguen en pie de guerra. ¿Vendieron como Fausto su alma al diablo, a cambio de la eterna juventud? Desde luego, Jagger demuestra en cada concierto sobre todo excelente forma física, cuando en cualquier concierto interpretan, aún brincando, “Brown Sugar”, esa vieja loa de los Stones al pinchazo de heroína: “Canadá fue la hora de la verdad. Estalló la mierda como nunca antes. Me enfrentaba a la posibilidad de una condena de siete años en la cárcel”.

No es una historia adornada con las buenas intenciones del que pretende olvidar episodios duros como los relacionados con las drogas y con la compleja relación entre morritos calientes Mick Jagger y Keith Richards. Desde luego el libro no se corta un pelo y pasa revista desde el conocimiento directo en carne viva: “¡Después de todo, lo único que hizo Hill al irse fue tener tres niños y poner una tienda de fish and chips!”.

Para diferenciarse de otros artistas que viven de la nostalgia, los Stones siempre lanzan un disco con canciones nuevas antes de ponerse en marcha: es su forma de demostrar que siguen en activo y un ingrediente necesario para evitar que se oxide el repertorio en directo.Aunque su turbulento estilo de vida parecía condenarlos a una extinción prematura, el grupo británico que mejor encarna los vicios y las virtudes del rock ha sabido convertirse en una institución respetada por todos, incluyendo a aquella sociedad bienpensante que intentó destruirlos. Está claro que este es un mundo de resistentes cuando todavía se animan a montar nuevas giras. Después de cuarenta años la clave está en la voluntad de seguir creciendo.

J. A. Aguado

Anna-Kazumi Stahl, “Flores de un solo día”

Bajo el signo de la pluralidad cultural

 

Anna-Kazumi Stahl, “Flores de un solo día”, Seix Barral, Barcelona, 2003, 444 páginas, 22€.

 

 

Hija de una japonesa y de un norteamericano sureño descendiente de alemanes, Anna-Kazumi Stahl nació al norte de Luisiana, Estados Unidos, en 1962, y se crió en la colorida ciudad de Nueva Orleáns. Su experiencia familiar la hizo crecer con el dinamismo y vitalidad de la mezcla de culturas de distintos continentes. Comenzó a escribir de niña como un pasatiempo para los días de lluvia. A los dieciséis años viajó a Boston para estudiar, y luego a Tubinga, Alemania, desde donde recorrió Europa. Más tarde, en California, realizó un doctorado en Literatura Comparada. Cuando visitó por primera vez Buenos Aires, con una beca universitaria en el año 1988, sintió una gran atracción por la gente y su modo de ser, y quiso aprender el idioma. Se instaló en Argentina en 1995. Publicó en su segundo idioma, el español, su primer libro, una colección de cuentos titulada “Catástrofes naturales” (1997). Vive en Buenos Aires, donde escribe, trabaja como profesora de Letras y realiza traducciones.

“Flores de un solo día” es su primera novela. En una prosa compacta, densa y minuciosa, pero amable y sin trampas, “Flores de un solo día” nos cuenta una historia tan fascinante y misteriosa como la propia historia de Kazumi Stahl: la vida de dos mujeres que por una mezcla de azar y compromiso construyen su biografía en Buenos Aires, en la década del 90, y que viven de un negocio cuyas técnicas y habilidades forman parte de una herencia familiar, la floristería. La vida apacible de Aimée se trastorna el día que recibe una carta anunciándole que ha sido nombrada absoluta heredera de una fortuna. Su mundo de rutina feliz y sin cuestionamientos, su levedad como la de las flores con las que trabaja a diario, de pronto se quiebra. Aparecen las incógnitas del pasado, las dudas, la conciencia de los vínculos difusos en su historia personal. Y acepta el reto. El viaje será definitorio para comprender el origen de tantos e inesperables abandonos. La riqueza narrativa y la intensidad de los climas que logra la novela responden a la manera en que todo eso se potencia con los enigmas de un viaje inexplicado, con el dramatismo ajustado de una historia que proviene de la Segunda Guerra Mundial, con la sutil manera en que se deja ver el pasado en el presente, con la complejidad sin rebuscamientos de un personaje como Hanako, uno de los personajes más fascinantes de la literatura, (y su expresividad sin palabras) o como Aimée (oscilando entre su deseo de saber y su deseo de no saber qué es lo que se aloja exactamente en el pasado de su historia familiar). La novela funciona y emociona.

J. A. Aguado

Julio Ramón Ribeyro, “La tentación del fracaso”

Cierto desencanto de las cosas

 

Julio Ramón Ribeyro, “La tentación del fracaso”, Seix Barral, 2003, 677 páginas, 26 €.

Los viejos fantasmas nos acecharan o vienen a pasarnos factura podemos ver en librerías textos inéditos o reediciones de Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Carlos Fuentes, Mario Benedetti, Gabriel García Márquez, y en este caso de Julio Ramón Ribeyro (Lima 1929- 1994).No sé por qué curiosa razón el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro nunca participó de los beneficios y las facilidades que tuvieron aquellos narradores que integraron el ya famoso “boom” de la literatura latinoamericana.Ribeyro es un autor de transición entre los más sólidos clásicos de la literatura latinoamericana y sus más espectaculares renovadores. Esa involuntaria “culpa” lo tuvo apartado del éxito inmediato, pero también le permitió, desde ese apartamiento, ir componiendo una obra tan densa como sugerente, tan seductora como imprescindible.Julio Ramón Ribeyro estudió leyes en la Universidad Católica de Lima y se licenció en Periodismo en España. Entre las principales obras del escritor peruano destacan “Los gallinazos sin plumas”, “Tres Historias”, “Las botellas y los hombres” y ensayos como “La casa sutil”.

Un día en mi vida se presentó el cerdo que sale en un cuento de Julio Ramón Ribeyro titulado “Los gallinazos sin plumas” y se me zampó, y el cerdo también se zampó al tiovivo de sangre y platino con todos los dedos dentro, gira que te gira, por lo que al cerdo le estalló el vientre y yo volé de nuevo hacia el campo de la imaginación.

Seix Barral acaba de publicar un libro imprescindible en toda biblioteca que se precie de tal nombre: “La tentación del fracaso”, título que abarcan los diarios de Julio Ramón Ribeyro, lo más interesante es la visión del mundo y en cierto sesgo descarnado de las cosas. Julio Ramón Ribeyro es un modelo de control artístico y de profundidad, de densidad simbólica, de buen uso de recursos y técnicas narrativas, destacándose en el retrato de personajes impregnados de sus peculiaridades más íntimas, con especial predilección por los marginados y fracasados, víctimas de un orden social que aniquila toda individualidad. Ribeyro se detiene y analiza a la clase media a la que él perteneció, con todas sus características: el desencanto, la lucha por la supervivencia cotidiana, la frustración, los sueños no realizados, etc.

Desde finales de los años cuarenta el escritor peruano fue dando forma a un diario personal que lo acompañó durante múltiples viajes y estancias en España, Francia, Alemania, Bélgica y Perú. Inéditos hasta la fecha en nuestro país, estos diarios que abarcan el periodo 1950-1978 ponen por primera vez al alcance del lector español un paisaje literario fascinante, el que enmarca la vida y la obra de un narrador excepcional. En estas páginas se podrá encontrar a Ribeyro al desnudo, expuesto a los avatares de la cotidianidad, aunque con una asombrosa conciencia artística de su oficio literario. “La tentación del fracaso” se publicó por primera vez en 1987, en ellos cuenta su vida: “Un amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha olvidado la letra. Los amigos desarrollan en nosotros nuestras virtudes potenciales. Una persona sin amigos corre el riesgo de no llegar jamás a conocerse. Cada amigo es un espejo que nos refracta desde un ángulo distinto. Cada amigo crea en nosotros una zona de contacto, un campo propicio al desarrollo de un determinado tipo de amistad. Es por ello que podemos tener dos amigos íntimos que no lleguen jamás a comprenderse entre sí. Perder un amigo significa muchas veces neutralizar un sector de nuestra personalidad”. Este diario es uno de los modos que asume la biografía individual del escritor para confesarse, la cual comprende, además, a las memorias, la autobiografía y las confesiones, modalidades que ciertos estudiosos denominan “Géneros Introvertidos”. Se trata de una forma de narración intercalada, de temática autobiográfica, bastante libre en lo que atañe al estilo y la composición. En estos diarios, así como en las memorias, confluyen tres instancias que se identifican en un solo sujeto: el autor, el protagonista y el narrador. Desde una perspectiva estrictamente narratológica no existe ninguna diferencia entre el diario de un escritor y el de cualquier otro individuo. Constituye un error, por tanto, establecer “subgéneros” diarísticos según quién emita el texto.

En estos diarios, Ribeyro desarrolla toda su inventiva, pone de manifiesto una gran capacidad lúdica, deja libre a su imaginación y demuestra, a partir de la brevedad y la síntesis, sus excelentes dotes para la prosa.

J. A. Aguado

 

Enric Juliana & Julià de Jòdar, “Radiacions

Informe sobre la central atòmica Josep Pla

 

Enric Juliana & Julià de Jòdar, “Radiacions”, Editorial Proa, Barcelona, ​​2011, 107 pàgines, 17’50 €.

 

 

El teatre Romea va acollir la lectura dramatitzada de “Radiacions” sota la direcció de Carles Canut. Les veus de Ferran Frauca, Josep Maria Pou i Toni Sevilla van donar vida a la trobada de dos vells amics que es retroben sobre el pont marítim d’una ciutat de costa. És una obra escrita a dues mans sobre la ciutat de Badalona, ​​pretén ser una radiografia de la societat contemporània a Catalunya: “La vida és un munt de ruïnes insignificants i iròniques”.

El llibre es pot llegir com a resposta a la devastadora crisi immobiliària, com a alternativa per sortir del forat socioeconòmic, per tenir un macro projecte de futur que torni a il·lusionar els desencantats, els catalans decebuts i indignats: la construcció d’una fastuosa central atòmica darrera generació, anomenada Josep Pla. Acostumat a aquests tripijocs, el polític els protagonistes volen teixir complicitats i aliances entre el món financer, el bancari, els governants i les xarxes d’informació per fer viable aquest projecte mastodòntic.

Aquesta és la primera col·laboració literària entre Enric Juliana, subdirector de La Vanguardia i autor de diversos llibres, com ara “La deriva d’Espanya”, i Julià de Jòdar, escriptor amb premis com ara el Carlemany i el Prudenci Bertrana, entre altres, i que ja ha ambientat més d’un dels seus treballs literaris a la ciutat de Badalona. De fet, el Pont del petroli havia estat unió de les seves primeres novel·les: “Aquest nou consens que dius, s’aguanta amb pinces. I a cap amb dos dits de front li passaria paper cap de reprendre l’energia nuclear aixecant una central a les ports d’una gran ciutat. És una bogeria. Ets membre d’un cercle de bruixots nuclears, Salesa? Per això m’has citat aquí? Per fer-me soci i participa dels deliris de la teva maçoneria il·luminada, que fa anys i panys que vol dirigir el país des de l’ombra? Et con com si t’hagués parit … perquè m’ensumo que hi hauran de ser tots”.

La temàtica del llibre ha cobrat una sobtada actualitat amb la situació d’alarma nuclear que viu el Japó a causa dels esdeveniments a la central nuclear de Fukushima. Dos personatges, un periodista i un polític, estan en el Pont del Petroli per parlar de la construcció d’una central nuclear en un municipi que s’assembla molt a Badalona. Un advocat ben relacionat amb la política (Salesa) i un expert en les noves tecnologies, que es fa dir posperiodista (Lamba). El Pont del Petroli, un vell pantalà de Campsa avui reutilitzat com a mirador, apareix en les primeres novel·les de Julià de Jòdar i és el gran supervivent d’un paisatge dur i imperatiu que els dos autors van conèixer bé en la seva joventut. Primer va ser la platja, després el detritus del desenvolupament industrial desbocat, després la higienització i les plusvàlues immobiliàries i ara, després de la volatilització de la bombolla, la incògnita del què fer: “No siguis Borinot, Lamb. En Josep Pla ja ho va intuir l’any 1965. La coneixes, la història d’en Pla i el Programa Atòmic Empordanès? ”

Lamb i Salesa esbotzen amb cruesa els mecanismes contemporanis del poder i, bategant per sota de la seva pell de ciment, el fil dramàtic: la fragilitat, el desassossec incurable: “Ara m’agrades, Lamba. De realitat, mister Twitter, tu en saps un ou. Constato que l’estada a l’estranger et va espavilar. No has fet com aquests col·legues teus, que encara viuen penjats dels mites del periodisme d’investigació i altres romanços justiciers contra el poder “.

De manera penetrant i misantròpica, el duel dialèctic entre els dos personatges porta a col·lació el desgovern democràtic, les corrupteles del poder, els negocis bruts, els estralls de l’especulació urbanística, les polítiques de disseny, els paràsits de torn, etc. Com a distensió, a l’intermedi de les dues parts del llibre hi aparèix un personatge mig shakespearià.

L’obra teatral ens planteja una reflexió irònica sobre el mapa polític de la nostra societat. Els moviments socials i la crisi econòmica porta els dramaturgs a reflexionar sobre la realitat del carrer amb la finalitat que l’espectador que assisteix al teatre entri en diàleg permanent amb el que està succeint al carrer.

J. A. Aguado

Julián Ríos, “Casa Ulises”

La periferia de James Joyce

 

Julián Ríos, “Casa Ulises”, Seix Barral, Barcelona, 2003,269 páginas, 18 €.

 

Proverbialmente se cree en una tradición según la cual de un lado discurre la narrativa seria, la auténtica literatura, y de otro el exitazo popular, las listas de ventas y el circo móvil. Julián Ríos (Galicia, 1941) es uno de esos autores que se toman en serio eso de escribir de una forma personal e intransferible.Desde que se inició en esto de la escritura jamás ha abandonado el rumbo marcado por los juegos de palabras. Su literatura forma parte de una tradición en la que lo verdaderamente importante es la propia escritura.Pocos lectores pueden objetar el valor artístico de la obra narrativa de Julián Ríos, que mantiene su crédito a lo largo del tiempo pues no se hace tributaria del momento histórico en que aparece sino de la corriente estética defendida por el autor a la sombra de su maestro James Joyce. Cuando Julián Ríos publicó en 1982 “Larva” y dos años más tarde “Poundemónium” provocó un notable revuelo entre el colectivo de intelectuales, críticos y profesores. Sus obras iban más allá de la novela experimental: invocaban la potencia del lenguaje y recordaban que la gran literatura es una carrera de relevos en la que manda James Joyce.

Joyce es un autor que transforma en tarea baldía todo intento de traducir su obra. Se podría decir que el punto en que esa obra culmina su tensión no es otro que el resultado de un empeño por alcanzar y plantear una emoción intelectual básicamente incomunicable, a lo que hay que añadir el carácter caprichoso o de respeto al azar que en algunos momentos satura el trabajo de Joyce. La obra de Joyce es una experiencia en el lenguaje, y no en otro lenguaje que en el que Joyce escribió. Como toda experiencia lingüística, entraña todo el conocimiento y la memoria del que escribe y del que lee lo escrito, y así, su arquitectura se disuelve en cualquier intento de transferencia a otra lengua. Eso, que ocurre en cualquier traducción de una manera bastante llevadera, y que no merma en absoluto la función del traductor, adquiere un aspecto devastador en “Ulises” y alcanza un punto de imposibilidad fundamental. Pues bien, otro tanto ocurre con el gallego Julián Ríos.

“Casa Ulises” narra las peripecias de una lectora joven, un lector maduro y un crítico viejo, que recorren el laberinto de Ulises, sala a sala, tantas como capítulos tiene la novela de Joyce.Julián Ríos cumple el imperativo cervantino de que toda buena literatura debe ser crítica y suscitar incertidumbre.Más que experimentar, lo que Julián Ríos hace es forzar el lenguaje modificando frases hechas; desconstruyendo y recomponiendo las palabras y sus relaciones; aprovechando su polisemia, los dobles sentidos o juntando palabras de semejanza fonética. El resultado es una escritura cargada de significados que invita al lector a participar, cómplice y activo, en una lectura que deviene en juego y divertimento.

J. A. Aguado

 

Juan Bas, “La cuenta atrás”

K.O. de Juan Bas al mundo del boxeo

Juan Bas, “La cuenta atrás”, Editorial Destino, Barcelona, 2004, 268 páginas,

 

Es una mutación genética. Para unos, tierna; para otros, temible. Son los boxeadores. Mirada de niño bueno y cuello de toro, parcos en palabras y músculos aceitosos, que ejercen de héroes. Juan Bas (Bilbao, 1959) describe la vertiginosa vida de José Luis Arriola, alias Segalari, un aldeano vasco, levantador de piedras que llegó a ser campeón de Europa de los pesos pesado, para convertirse después en un despojo de sí mismo hasta perder la dignidad y la vida.

Los mismos ojos, idéntico cráneo rasurado, enorme corazón, José Luis Arriola desafía las leyes elementales de la biología. Nunca tuvo la portentosa capacidad de concentración anímica de un Rocky Graziano, y si no poseyó la habilidad estratégica de un Joe Louis, la magia de un Mohamed Alí o la pegada letal de un Tyson, condensó un cúmulo de virtudes que le llevaron a ser campeón: “El público arrecia en sus gritos para que José Luis Arriola sienta que toda España está con el y que no ha pasado nada. El Roble de Baquio se ha levantado como lo que es, una inquebrantable fuerza de la naturaleza. ¡Qué coraje! Eso es bravura”.

El héroe de Juan Bas es un mesías platicando en la Babilonia del boxeo español, aunque sea un hombre aislado, acorralado, como casi todos los deportistas de elite que en un momento dado decidieron mezclar la moral con sus vidas. La obra, que se desarrolla en la década de los sesenta y principios de los setenta, refleja el final del franquismo, con una España en pleno cambio.

De estructura cinematográfica y dividida en diez capítulos que simulan la cuenta atrás en un combate de boxeo, la novela descubre al lector que el abrazo del boxeador nos reconcilia con lo mejor y más noble de la condición humana, a pesar de los golpes que se estén propinando en ese momento. La novela tiene un cierto aire de guión cinematográfico: “San Sebastián de los Reyes, Madrid. Madrugada del 23 de febrero de 1990. Balcón de un apartamento del piso décimo de un bloque”. Para el argumento de su novela, el escritor bilbaíno ha utilizado pinceladas de la vida del fallecido boxeador José Manuel Ibar, “Urtáin”, y también se ha inspirado en películas como “Más dura será la caída” o cuentos del escritor norteamericano Ernest Hemingway. Esta novela, que quizá sea el libro de prosa más simple y fluido, el más liso y desnudo de toda la producción del autor, es también el más ambicioso de todos ellos; el que aspira a dar un mensaje más trascendental extrayendo de su propio pesimismo una esperanza fundada con el material con que se forjan los sueños.

J. A. Aguado

Juan Bas “La cuenta atrás”

K.O. de Juan Bas al mundo del boxeo

 

Juan Bas, “La cuenta atrás”, Editorial Destino, Barcelona, 2004, 268 páginas,

 

Es una mutación genética. Para unos, tierna; para otros, temible. Son los boxeadores. Mirada de niño bueno y cuello de toro, parcos en palabras y músculos aceitosos, que ejercen de héroes. Juan Bas (Bilbao, 1959) describe la vertiginosa vida de José Luis Arriola, alias Segalari, un aldeano vasco, levantador de piedras que llegó a ser campeón de Europa de los pesos pesado, para convertirse después en un despojo de sí mismo hasta perder la dignidad y la vida.

Los mismos ojos, idéntico cráneo rasurado, enorme corazón, José Luis Arriola desafía las leyes elementales de la biología. Nunca tuvo la portentosa capacidad de concentración anímica de un Rocky Graziano, y si no poseyó la habilidad estratégica de un Joe Louis, la magia de un Mohamed Alí o la pegada letal de un Tyson, condensó un cúmulo de virtudes que le llevaron a ser campeón: “El público arrecia en sus gritos para que José Luis Arriola sienta que toda España está con el y que no ha pasado nada. El Roble de Baquio se ha levantado como lo que es, una inquebrantable fuerza de la naturaleza. ¡Qué coraje! Eso es bravura”.

El héroe de Juan Bas es un mesías platicando en la Babilonia del boxeo español, aunque sea un hombre aislado, acorralado, como casi todos los deportistas de elite que en un momento dado decidieron mezclar la moral con sus vidas. La obra, que se desarrolla en la década de los sesenta y principios de los setenta, refleja el final del franquismo, con una España en pleno cambio.

De estructura cinematográfica y dividida en diez capítulos que simulan la cuenta atrás en un combate de boxeo, la novela descubre al lector que el abrazo del boxeador nos reconcilia con lo mejor y más noble de la condición humana, a pesar de los golpes que se estén propinando en ese momento. La novela tiene un cierto aire de guión cinematográfico: “San Sebastián de los Reyes, Madrid. Madrugada del 23 de febrero de 1990. Balcón de un apartamento del piso décimo de un bloque”. Para el argumento de su novela, el escritor bilbaíno ha utilizado pinceladas de la vida del fallecido boxeador José Manuel Ibar, “Urtáin”, y también se ha inspirado en películas como “Más dura será la caída” o cuentos del escritor norteamericano Ernest Hemingway. Esta novela, que quizá sea el libro de prosa más simple y fluido, el más liso y desnudo de toda la producción del autor, es también el más ambicioso de todos ellos; el que aspira a dar un mensaje más trascendental extrayendo de su propio pesimismo una esperanza fundada con el material con que se forjan los sueños.

J. A. Aguado

José María Merino, “Ficción continua”,

Las entrañas de la narrativa breve

 

José María Merino, “Ficción continua”, Seix Barral, Barcelona, 2004, 380 páginas, 20 €.

 

La metaliteratura siempre ha sido un excelente ejercicio para los creadores. Desde el siglo XIX los artistas han buscado un cierto distanciamiento de su obra para reflexionar sobre los procesos de creación. Uno de los más prolíficos escritores contemporáneos, José María Merino (1941), analiza las claves del cuento en su último libro: “Ficción continua”.

En su primera novela, “La novela de Andrés Choz”, José María Merino sorprendía al lector por la habilidad con que construía una obra unitaria partiendo de elementos heterogéneos, pues la novela comprendía tres relatos distintos que muy bien podrían haberse desarrollado como otros tantos textos cortos independientes: una novela psicológica, una cuento de ambiente campesino y un relato de ciencia-ficción; pero estas tres posibles novelas cortas se implicaban mediante una estructura. Vemos, pues, que, ya en su primera novela el autor de “Las visiones de Lucrecia” plantea una serie de retos metaliterarios.

La primera parte del volumen recoge breves ensayos de carácter general –los que pueden denominarse teóricos–, mientras que la segunda comprende una serie de notas y reseñas acerca de obras concretas, algunas muy recientes. Merino ha explicado que a los niños les gusta Harry Potter porque se identifican con sus personajes, con la similitud de los escenarios que se describen en la obra y por la fantasía que envuelve las aventuras. Harry Potter les abre a los jóvenes el espectáculo interior que es la literatura: “Los lectores jóvenes, ignaros, sin criterio, con grandes dificultades para formar el gusto literario en un panorama asediado por todos esos divertimentos audiovisuales que están continuamente alejándolos de la lectura, son por lo general víctimas directas de ese abuso del mercado, en muchas de las lecturas de supuesto esparcimiento que se les ofrecen o se les imponen como complemento o apoyo a los programas educativos”.

Interesantes resultan las páginas dedicadas a dilucidar el problema de la distinción entre cuento, novela corta y novela, sobre todo porque están planteadas desde el punto de vista de un escritor que cultiva las tres modalidades y las conoce desde su mismo proceso de elaboración:“ Cuando se habla de que el cuento y la novela corta son géneros singularmente adecuados al tiempo fragmentario que vivimos, de prisas y escasos descansos, se ignora que para acercarse a la narrativa breve, como a la poesía, es necesaria una previa formación de la sensibilidad literaria. Ni la poesía ni la narrativa breve son en sí mismas productos literarios aceptados con facilidad por la mayoría”.

Y cabe señalar aún dos ensayos especialmente valiosos: el titulado “Los parajes de la ficción”, porque aborda un asunto insuficientemente tratado aún, y “El narrador narrado”, ensayo que abre el volumen y que constituye una profunda meditación sobre la literatura y, especialmente, sobre la propia literatura: “Empecé escribiendo poesía, y aunque mi inclinación hacia lo narrativo me apartó pronto de ella, para mí la poesía fue el taller literario en que aprendí que las palabras son piezas materiales, que cada palabra tiene su propio peso, y olor, y sabor, y que el oficio de ensamblarlas en conjuntos significativos tiene mucho de labor manual y de esfuerzo artesanal”.

Según cuenta José María Merino lectores tienen dificultades para orientarse debido a la presión publicitaria y piensa que los premios literarios no siempre sirven de guía para adquirir un libro. Antes, servían para descubrir nuevos autores, pero ahora, en muchos casos no son más que un reclamo publicitario o una operación de la casa editorial. El paso de los años sobre su pluma hace que discierna entre las churras y las merinas.

Ahora que se acerca el verano y disponemos de un mayor tiempo para las lecturas resulta de agradecer que “Ficción continua” nos dé pistas sobre posibles lecturas estivales, aquéllas que apasionan al creador de “50 cuentos y una fábula” -los cuentos de Clarín, “La desheredad”, “Oblomov”, “La saga-fuga de J.B.”-, y nos recuerda que la novela ha sido siempre un invento de libertad, y que ninguna de las nuevas técnicas de comunicación que nos invaden suplanta por ahora su fuerza de trampolín para la aventura interior. Para quienes no hayan leído nunca nada de José María Merino este libro es una perfecta introducción a una prosa extraordinaria por su lenguaje, por su música y por su tremenda y aterradora visión de la vida.

J. A. Aguado