Investigadores de la Universidad Johns Hopkins han probado exitosamente en ratones un tratamiento que bloquea la grelina, más conocida como “hormona del hambre”, y que, además de ayudar a controlar el peso, puede tener otros beneficios metabólicos.
Según un artículo que se publica hoy en la revista Science, Brad Barnett y sus colegas del Departamento de Farmacología y Ciencias Moleculares diseñaron un compuesto que interfiere con la grelina, una hormona de los mamíferos que, entre otros efectos, promueve el aumento de peso por el estímulo del apetito.

Estudios anteriores establecían que los niveles en la sangre de esta hormona son más bajos inmediatamente después de la ingestión de comida y aumentan gradualmente durante el ayuno. Asimismo, los científicos habían determinado que los niveles de grelina son más altos en las personas delgadas en comparación con las que sufren obesidad.
Por otra parte, la grelina no actúa a menos que incorpore un ácido graso que debe ser añadido por una enzima denominada aciltransferasa-O-grelina (GOAT, por sus siglas en inglés).




Esta vez no puede decirse que la revolución científico-técnica que modificará nuestras vidas, trastocará nuestros valores y creencias, y transformará la producción industrial y la economía vaya a encontrar a nuestro país fuera de tiempo y lugar, condenado a perseguir la estela de los adelantados. Esta vez, la ciencia española tiene los mimbres necesarios para pasar directamente al futuro a través de la rendija abierta con el primer genoma creado por ordenador y para liderar, incluso, la investigación europea de la moderna biología sintética. Es lo que piensan nuestros más destacados biólogos, aunque no haya nada asegurado, a causa, dicen, de los males estructurales y endémicos que aquejan a la investigación en España.(
Con quién forme pareja un individuo no depende solo de sus preferencias. Tal vez su tipo ideal esté fuera de catálogo, o sea tan escaso que nunca lo encuentre. Quizá no ha buscado lo suficiente, o ha buscado mal. A lo mejor sí la encuentra pero siempre está con otro. Tal vez usted no le guste.El primer experimento que aborda directamente esta cuestión acaba de ofrecer unos resultados inesperados. Los rasgos deseados y los reales no coinciden ni para las mujeres ni para los hombres, aunque de formas muy distintas. Los hombres prefieren mujeres más delgadas que las que tienen. Las mujeres pueden preferirlos más delgados o más gordos. (

