Velocidad de reacción

Si llenamos un vaso con agua hasta el borde y colocamos con mucho cuidado una aguja en su superficie comprobaremos que, milagrosamente, no se hunde. La verdad es que no se trata de un milagro sino de un ejemplo diáfano de lo que en física se conoce como tensión superficial. En el interior del vaso una molécula de agua está completamente rodeada por otras moléculas y todas ellas están unidas entre sí por unos enlaces moleculares como si estuvieran unidas por unos muelles. En la superficie esa molécula no tiene ninguna por encima, pero sí a su lado y debajo.

Entonces, si tiramos hacia arriba de ella, los “muelles” entran en acción tirando de la molécula hacia abajo. Del mismo modo, al colocar la aguja empujamos las moléculas de agua al fondo y las moléculas adyacentes las empujan hacia arriba para restaurarlas a su posición inicial. Por supuesto estas fuerzas son débiles. Que se sepa, sólo se conoce un caso de alguien que haya podido mantenerse de pie sobre la superficie de un lago… Eso sí, si sólo fueran un 2% más intensas seríamos incapaces de meternos en la piscina.

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