Steve pinker – Exercici 2

Steven Arthur Pinker (Montreal, 18 de septiembre de 1954) es un psicólogo experimental, científico cognitivo, lingüista y escritor canadiense. Es profesor en el Harvard College y titular del “Johnstone Family Professorship” en el Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard. Es conocido por su defensa enérgica y de gran alcance de la psicología evolucionista y de la teoría computacional de la mente. Sus especializaciones académicas son la percepción y el desarrollo del lenguaje en niños, es más conocido por argumentar que el lenguaje es un “instinto” o una adaptación biológica modelada por la selección natural. Sus cuatro libros dirigidos al público en general —El instinto del lenguaje, Cómo funciona la mente, Palabras y reglas y La tabla rasa— han ganado numerosos premios y le han dotado de renombre.

Lenguaje como instinto

Es famoso principalmente por su trabajo, popularizado en “El instinto del lenguaje” (1994), sobre como los niños adquieren el lenguaje y por su popularización del trabajo que Noam Chomsky realizó sobre el lenguaje como una facultad innata de la mente. Ha sugerido la existencia de un módulo mental evolutivo para el lenguaje, aunque su idea es aún controvertida. Va más allá que Chomsky, argumentando que muchas otras facultades mentales humanas han evolucionado. Es aliado de Daniel Dennett y Richard Dawkins en muchas disputas evolucionistas.

Es autor de algunos de los escritos más vivaces sobre la ciencia moderna, sin embargo, sus críticos alegan que  sus libros ignoran o descartan la evidencia en contra. En Palabras y reglas, por ejemplo, él describe cómo los científicos cognitivos han soltado el modelo competitivo “como papa caliente”, después de su extensa crítica. Sin embargo, el conexionismo, permanece más popular que nunca y las disputas no parecen encaminarse a una pronta resolución. Otras críticas (véase el enlace externo sobre Edgard Oakes) afirman que Pinker es quizá demasiado buen escritor, siendo capaz de combinar varias hipótesis débilmente sustentadas para que suenen plausibles como psicología evolucionista.

 

En 2004 fue nombrado por la revista ”Time”  como una de las 100 personas más influyentes del mundo y uno de los 100 intelectuales más destacados por Prostect y Foreign Policy en 2005. También ha recibido doctorados honorarios de las universidades de Newcastle, Surrey, Tel Aviv y McGill.

De muchas maneras diferentes, el último libro de Pinker El mundo de las palabras. Una introducción a la naturaleza humana -publicado en España por la editorial Paidós-, intenta demostrar que nuestro pensamiento, nuestra manera de interpretar la realidad, se basa en unos pocos conceptos clave. Hemos hablado con él de este y otros temas en su oficina de la Universidad de Harvard.

Por último destaca un fragmento de una entrevista que le hicieron donde queda claro su punto de vista sobre los conocimientos a priori.

– En su libro más vendido, La tabla rasa, usted argumenta que la mente infantil no es una vasija vacía que la sociedad puede llenar con los valores y comportamientos que prefiera, sino que más bien nacemos con ciertas predisposiciones genéticas. ¿Por qué cree que estas ideas resultan tan controvertidas?

-Considerar a las personas como organismos biológicos puede resultar inquietante por muchas razones. Una de ellas es la posibilidad de la desigualdad. Si la naturaleza humana es una tabla rasa, entonces todos somos iguales por definición. Pero si consideramos que la naturaleza determina nuestras cualidades, entonces algunas personas pueden estar mejor dotadas que otras, o con cualidades distintas a los demás. Quienes están preocupados por la discriminación racial, de clase o sexista preferirían que la mente fuese una tabla rasa, porque entonces sería imposible decir, por ejemplo, que los hombres son significativamente diferentes a las mujeres. Yo sostengo que no debemos confundir nuestro legítimo rechazo moral y político a prejuzgar a un individuo en función de una categoría con la reclamación de que la gente es biológicamente indistinguible o que la mente de un recién nacido es una hoja en blanco.

El segundo miedo es el de quebrar el sueño de la capacidad de perfeccionamiento del género humano. Si los niños fueran tablas rasas, podríamos modelarlos para que fuesen el tipo de gente que queremos que sean. Pero si nacemos con ciertos instintos y rasgos innobles, como la violencia y el egoísmo, entonces los intentos de reforma social y mejora del ser humano podrían ser una pérdida de tiempo. Yo defiendo que la mente es un sistema muy complejo con muchas partes, y que se puede hacer trabajar a unas partes del cerebro en contra de las otras. Por ejemplo, los lóbulos frontales, con su habilidad para empatizar y anticipar las consecuencias de nuestras decisiones, pueden anular los impulsos egoístas o antisociales. Hay, pues, campo de acción para la reforma social.

Y en tercer lugar, está el temor al determinismo, a la pérdida del libre albedrío y la responsabilidad personal. Pero es un error considerarlo así. Porque incluso si no existe un alma separada del cerebro que influye de algún modo sobre el comportamiento -e incluso si no somos nada más que nuestros cerebros-, es indudablemente cierto que hay partes de la mente responsables de las consecuencias potenciales de nuestros actos, es decir, responsables de las normas sociales, para premiar, castigar, creer o culpar.

 

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2 respostes a Steve pinker – Exercici 2

  1. Joaquim diu:

    Tienes que cambiar el título ya que hablas de Pinker i no de F Mora. Todo correcto.

  2. dkobotero dkobotero diu:

    fet

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