Arxiu de la categoria: General

Sergio Pitol, “Una autobiografía soterrada”, Anagrama, Barcelona, 2011, 135 páginas, 18 €.

Hacer sentir, oír y ver

Sergio Pitol, “Una autobiografía soterrada”, Anagrama, Barcelona, 2011, 135 páginas, 18 €.

Sergio Pitol (México, 1933) ha construido todo un mundo propio, reconocible, suyo. Siempre ha vivido dentro de una cierta discreción, así que los reconocimientos que recibe son tardíos como el premio Cervantes 2005. Pitol está lleno de idas y venidas, de casi treinta años europeos en los que Pitol es un escritor mexicano en Varsovia -donde traduce autores entonces casi desconocidos y hoy clásicos entre nosotros, en buena medida gracias a su labor-, o en Praga, Roma, Barcelona. En su juventud y en las vueltas al país natal su amigo y “álter ego” es el crítico y ensayista Carlos Monsiváis, figura central de la cultura mexicana de los últimos cincuenta años: a él dedica uno de los artículos fundamentales del libro -Con Monsiváis, el joven-, como a él le dedicó también su primer cuento, “Victorio Ferri cuenta un cuento”. Monsiváis y Pitol se mueven por el México de 1957 y se cruzan con Juan José Arreola, José Emilio Pacheco, Max Aub, Salvador Elizondo, Enrique Díez-Canedo, Rosario Castellanos, Jaime García Tarrés.  Su infancia es precisamente uno de los pilares de su obra, ya que le marcó profundamente quedar huérfano a los cuatro años, con lo que tuvo que ser criado por una abuela. Además, durante seis años de su niñez sufrió malaria, lo que le obligó a permanecer en cama, convirtiéndose en un voraz lector. Secundado en esta afición por su abuela, también apasionada de las letras, a los 12 años había leído ya a Verne, Stevenson, Dickens y Tolstoi.La literatura le ha salvado y ordenado la vida, por eso nunca ha deslindado la una de la otra. Considerado un autor de culto, unánimemente elogiado por la crítica, es un amante de autores checos y alemanes, a cuyos principales autores ha traducido. Su literatura es muy interesante y novedosa en nuestro ámbito, porque incorpora elementos fantásticos que provienen de la influencia centroeuropea que él atesora, pero cuya presencia no es muy habitual entre los prosistas. Pitol abre la gran avenida de Europa en la literatura iberoamericana. Su obra es compleja, profunda, enigmática; y su mundo está a caballo entre el ensueño y lo real, universo que él aborda con una prosa lúcida, contenida y estricta: “El ideal de un escritor llegado a la edad provecta, tal como lo imagino, es escribir sólo dos o tres horas al día, leer todo lo que pueda, estudiar, revisar los clásicos del cine en vido, quizá dar algún breve curso universitario”.

Una autobiografía soterrada”  encierra entre sus páginas una gran agilidad narrativa, contiene anotaciones autobiográficas, reflexiones sobre arte, crónicas de la actualidad o impresiones de sus viajes: “Comencé a reflexionar sobre el cuento, sí, el cuento como género. Un autor de cuentos se emplea desde el primer párrafo en adelgazar una o varias anécdotas; después, trata de mantener un lenguaje eficaz, con frecuencia elíptico”.

Uno cree que está leyendo un ensayo para de pronto encontrarse con un relato, que se mutará en la crónica de su vida, el testimonio de un viajero, de un lector hedonista y refinado, de un escritor disciplinado, de un niño deslumbrado por la inmensa variedad del mundo. Nos aventuramos por los libros que ha leído el escritor mexicano y por los que ha escrito, por la pintura que ha visto, la música que ha escuchado o la que ha olvidado: “Aunque nadie lo crea me turba y hastía hablar tanto de mí y lo que hago. Por eso me permitiré cerrar esta larga monserga con unas palabras de mi amigo Carlos Monsiváis: “Sergio Pitol ha escrito libros iluminadores, eso se sabe; sopn un testimonio del caos, de sus rituales, su limo, sus grandezs, abyecciones, horrores, excesos y formas de liberación. Son también la crónica de un mundo rocambolesco, lúcido, delirante y macabro”.

El escritor mexicano reúne este v volumen una serie de  escritos autobiográficos, cuentos y apuntes. Un volumen  ofrece las claves para conocer y reconocer las artes literarias de este autor y gran viajero, para quien la realidad y la ficción no están separadas: “De 1980 a 1983 hice un buen acopio de notas en mi diario que me ayudaron a escribir “El desfile del amor”. No sólo me interesaba tratar problemas políticos del pasado, sino que me había empecinado en utilizar los procedimientos de la novela policial”.El escritor junta ficción y reflexión, invención y crítica, experiencia vivida hecha escritura y vuelta a ser experiencia leída.

                                 J. A. Aguado

 

Dr. Pierre Dukan, “Guardar la línea sin perder las formas”, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 2012, 251 páginas, 15 €.

El nutricionista más influyente reflexiona sobre las curvas

 

Dr. Pierre Dukan, “Guardar la línea sin perder las formas”, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 2012, 251 páginas, 15 €.

 

El doctor Pierre Dukan, cuya dieta es seguida actualmente por millones de personas en todo el mundo publica un ensayo sobre las formas masculinas y femeninas en el cuerpo del ser humano. Con la sombra de la polémica siempre pisándole los talones el contenido de este nuevo título no deja de lado los temas de la estética y del problema del sobrepeso y la delgadez extrema.Guardar la línea sin perder las formas es una obra polémica porque dispara contra el modelo de belleza masculina y femenina de nuestro siglo, el nutricionistas arremete contra falsos gurús, líderes de opinión y modistos. Su fama mundial le ha venido por su dieta hiperproteica, seguida por celebridades como Jennifer López, Penelope Cruz o las hermanas Middleton y criticada por buena parte de los nutricionistas. Una forma rápida y salvaje de perder peso y paradójicamente ahora realiza todo un elogio de las formas redondeadas en la mujer.

Su revolucionaria dieta, de cuyos ejemplos Internet tiene multitud de ejemplos, está basada en el consumo de proteínas naturales y su combinación con el resto de los alimentos. Gracias a los consejos del doctor Dukan se puede adelgazar sin pasar hambre, sin restringir las cantidades y sin necesidad de modificar sus hábitos. Parece un milagro. Ahora bien ¿este método es bueno desde el punto de vista de la salud y la medicina? Aquí la cuestión se presta a debate y no está con clara, tiene una legión de críticos.

El presente libro no es un método de adelgazamiento sino un ensayo con una clara finalidad educativa, un libro lleno de didáctica, un trabajo que nos enseña a descartar los pensamientos equivocados de nuestra sociedad sobre los patrones de belleza femenina. Este volumen tiene como objetivo analizar una de las diferencias entre hombre y mujer: “¿Cómo explicar que nuestra civilización occidental imponga desde hace veinte años un tabú de la redondez y un tabú aún más estricto del olor? El tejano unisex y el desodorante químico, ¿no son los símbolos más demostrativos de la consumación de las formas y los olores?” El ensayo aborda temas como la relación del peso con el sexo: “Me llama la atención comprobar que mis pacientes obesas no tienen prácticamente problemas sexuales. He podido ver a mujeres de 150 kilos con dificultades para moverse, pero que logran un orgasmo diario. La extrema delgadez no es ventajosa en la cama”.

Pierre Dukan ha escrito un alegato a favor de la mujer y de su feminidad, una defensa a ultranza del cuerpo de la mujer con curvas, de sus características físicas, de su redondez y sus formas. El libro está repleto de frases contundentes que se prestan a la polémica y al debate. El nutricionista para fundamentar su teoría sobre las curvas y la redondez femenina enumera los elementos que distinguen a un hombre de una mujer. Dukan señala a los culpables de la delgadez femenina, para él son los medios de comunicación y la alta costura. Para el autor del ensayo “cuando la cultura invade lo natural, cuando una moda afecta a un equilibrio biológico fundamental, amenaza a la civilización. Y, si esta civilización es única sobre el planeta, es la especie en su totalidad la que está amenazada”.

Cada siglo tiene su canon de belleza femenina y el Dr. Pierre Dukan en este libro nada contracorriente y critica el modelo actual en un ensayo para la polémica.

J. A. Aguado

 

 

 

 

Gabriele Picco, “Lo que te cae de los ojos”, Planeta, Barcelona, 2011, 267 páginas

Una fábula metropolitana sobre el optimismo

 

Gabriele Picco, “Lo que te cae de los ojos”, Planeta, Barcelona, 2011, 267 páginas.

 

Todos tenemos unos recuerdos que nos hacen llorar. Todos tenemos unos momentos de nuestra vida emocional que nos conducen a las lágrimas o una realidad sentimental que nos hace llorar. En ocasiones las lágrimas son de tristeza, pero en no pocas veces son de alegría. Este es el punto de partida de esta novela, no tanta las emociones o sentimientos concretos sino las propias lágrimas como si se tratase de un disco duro que guardase y almacenase esa emoción. El protagonista de esta novela fotografía cada lágrima intentando congelar la emoción que la provocó.

“Lo que te cae de los ojos” publicada, en castellano por Seix Barral y por Columna en catalán, en esta poética historia del novelista italiano Gabriele Picco nacido en Brescia en 1974 y licenciado en Letras Modernas por la Universidad de Milán, expone sus obras en diferentes salas y colecciones públicas y privadas de todo el mundo, como el MOMA de Nueva York. La anécdota de la novela, como la manzana de Newton, nace de una escultura propia, que construyó con vidrio de Murano, en forma de dos grandes lágrimas con sendos acuarios en su interior. El argumento de la historia retrata a un personaje, Ennio, atraído por las lágrimas, unas gotas de agua salada que contienen muchos mundos, y que tiene instalado dentro de su estómago a un pequeño hombrecito que en los momentos más inoportunos le provoca unas vergonzosas flatulencias. El protagonista esconde un secreto que hace que no pueda llorar, el lector irá de la mano de una investigación en busca de la propietaria de esa libreta especial, llena de poesía y de dibujos, por el camino hará yoga afgano, fotografiará lágrimas y almacenará recueros imborrables: “Coge la cámara digital de Ennio y se fotografía una mejilla. Si se despierta, se alegrará de ver aumentada su colección de lágrimas. En los últimos tiempos hay muchas. Podría llenar una piscina con ellas. En una de esas gotas un dia le pareció ver precisamente a Ennio”.

“Lo que te cae de los ojos” está narrada en tercera persona la novela nos presenta a un emigrante italiano en Nueva York y toda una serie de personajes que giran a su alrededor: “Pocos minutos después la página del New York Times” parece una ciudad devastada vista desde arriba. Una Hiroshima de papel, cubierta por una nube de cenizas. Josh la observa complacido. Vuela sobre este cementerio de titulares, cabeceras, subtítulos, fotografías… todo negro”.

Ennio se obsesiona con conocer a Kazuko y devolverle el cuaderno. Durante el periplo, su historia se entrelaza con las de otros personajes: Arwin, que lo filma todo con una cámara que esconde entre su pelo, o Josh, que perdió a su mujer en el atentado a las Torres Gemelas y ahora colecciona polvo: “Le recuerda a una de las cientos de fotografías que ha hecho a las lágrimas de la gente. Empezó de pequeño, con su Polaroid, y ahora retratar esas pequeñas gotas saldas con la cámara digital se ha convertido para él en una especie de obsesión. Está convencido de que en las lágrimas de las personas se puede leer su pasado .Incluso los recuerdos más lejanos”.

En la novela encontramos personajes como Josh LaFonte es un hombre que perdió a su mujer en el derrumbamiento de las Torres Gemelas y que desde entonces se dedica a coleccionar polvo en frascos con la ilusión de poder embotellar la esencia de ella. Esta idea surgió de una situación que experimentó el novelista en Nueva York cuando vivía en la planta número 23 de un edificio, al igual que el personaje. Realidad y ficción se mezclan en una historia sentimental que une Italia con la Gran Manzana, el amor con Japón y los padres con los hijos, todo cabe o tiene cabida en esta cotidianidad de unos personajes usados muchas veces como metáfora de otra cosa: “Ennio brinca por la acera, todavía exultante por el despido recién evitado. Alcanza un ensanche que parece una plaza. En realidad, es un agujero. Un agujero gigantesco. Zona Cero.” Nada está puesto por casualidad en el relato de los acontecimientos, no es una casualidad que protagonista sea agente inmobiliario. Esta es una novela poética y sutil sobre la naturaleza de los sentimientos, por la maestría de su arte narrativo a la hora de ir presentando poco a poco esta realidad múltiple y la agudeza de su mirada sobre la vida la novela se lee con la misma hambre que se devora un buen helado del verano. Kazuko es el otro personaje que da a la novela ese material narrativo que la hace una sabia construcción que mezcla romanticismo, intriga, poesía, melancolía, tristeza y misterio.

J. A. Aguado

 

 

 

Gabriele Picco, “El que et cau dels ulls”, Columna, Barcelona, ​​2011, 267 pàgines.

Una faula metropolitana sobre l’optimisme

 

Gabriele Picco, “El que et cau dels ulls”, Columna, Barcelona, ​​2011, 267 pàgines.

 

Tots tenim uns records que ens fan plorar. Tots tenim uns moments de la nostra vida emocional que ens condueixen a les llàgrimes o una realitat sentimental que ens fa plorar. De vegades les llàgrimes són de tristesa, però en no poques vegades són d’alegria. Aquest és el punt de partida d’aquesta novel·la, no tant les emocions o sentiments concrets, sinó les pròpies llàgrimes com si es tractés d’un disc dur que guardés i s’emmagatzemés aquesta emoció.

El protagonista d’aquesta novel·la fotografia cada llàgrima tot intentant congelar l’emoció que la va provocar. “El que et cau dels ulls” publicada, en castellà per Seix Barral i per Columna en català és una poètica història del novel·lista italià Gabriele Picco nascut a Brescia el 1974 i llicenciat en Lletres Modernes per la Universitat de Milà, exposa les seves obres en diferents sales i col·leccions públiques i privades de tot el món, com el MOMA de Nova York. L’anècdota de la novel·la, com la poma de Newton, neix d’una escultura pròpia, que va construir amb vidre de Murano, en forma de dues grans llàgrimes amb sengles aquaris al seu interior. L’argument de la història retrata un personatge, Ennio, atret per les llàgrimes, unes gotes d’aigua salada que contenen molts mons, i que té instal·lat dins del seu estómac a un petit homenet que en els moments més inoportuns li provoca unes vergonyoses flatulències. El protagonista amaga un secret que fa que no pugui plorar, el lector anirà de la mà d’una investigació a la recerca de la propietària d’aquesta llibreta especial, plena de poesia i de dibuixos, pel camí farà ioga afganès, fotografiarà llàgrimes i emmagatzemar un record inesborrables: “Agafa la càmera digital d’ Ennio i es fotografia una galta. Si es desperta, s’alegrarà de veure augmentada la seva col·lecció de llàgrimes. En els últims temps n’hi ha moltes. Podria omplir una piscina amb elles. En una d’aquestes gotes un dia li va semblar veure precisament a Ennio “.

“El que et cau dels ulls” està narrada en tercera persona. La novel·la ens presenta a un emigrant italià a Nova York i tot un seguit de personatges que giren al seu voltant: “Pocs minuts després la pàgina del New York Times sembla una ciutat devastada vista des de dalt. Una Hiroshima de paper, coberta per un núvol de cendres. Josh l’observa complagut. Vola sobre aquest cementiri de titulars, capçaleres, subtítols, fotografies … tot negre “.

Kazuko és l’altre personatge que dóna a la novel·la aquest material narratiu que la fa una sàvia construcció que barreja romanticisme, intriga, poesia, malenconia, tristesa i misteri. Ennio s’obsessiona amb conèixer Kazuko i tornar-li el quadern, motor de bona part de la novel·la. Durant el periple, la seva història s’entrellaça amb les d’altres personatges: Arwin, que ho filma tot amb una càmera que amaga entre el seu pèl, o Josh, que va perdre la seva dona a l’atemptat a les Torres Bessones i ara recull pols: ” Li recorda a una de les centenars de fotografies que ha fet a les llàgrimes de la gent. Va començar de petit, amb el seu Polaroid, i ara retratar aquestes petites gotes salades amb la càmera digital s’ha convertit per a ell en una mena d’obsessió. Està convençut que en les llàgrimes de les persones es pot llegir el seu passat. Fins i tot els records més llunyans “. Aquesta idea va sorgir d’una situació que va experimentar el novel·lista a Nova York quan vivia a la planta número 23 d’un edifici, igual que el personatge. Realitat i ficció es barregen en una història sentimental que uneix Itàlia amb la Gran Poma, l’amor amb el Japó i els pares amb els fills, tot hi cap o té cabuda en aquesta quotidianitat d’uns personatges usats moltes vegades com a metàfora d’una altra cosa: “Ennio bota per la vorera, encara exultant per l’acomiadament recentment evitat. Aconsegueix un eixample que sembla una plaça. En realitat, és un forat. Un forat gegantí. Zona Zero. “Res està posat per casualitat en el relat dels esdeveniments, no és una casualitat que protagonista sigui agent immobiliari.”

Aquesta és una novel·la poètica i subtil sobre la naturalesa dels sentiments, per la mestria del seu art narratiu a l’hora d’anar presentant poc a poc aquesta realitat múltiple i l’agudesa de la seva mirada sobre la vida. El llibre es llegeix amb la mateixa fam que es devora un bon gelat de l’estiu.

J. A. Aguado

Philip Roth, “El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras”, Seix Barral, Barcelona, 2003, 221 páginas, 18 €.

Conversaciones con colegas de viaje

 

Philip Roth, “El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras”, Seix Barral, Barcelona, 2003, 221 páginas, 18 €.

 

Admitamos que la mayoría de los escritores sienten una aversión esencial hacia la política, consideran la entrada en ella como una traición a la propia independencia y por lo tanto la rechazan con el argumento de que el oficio del escritor consiste simplemente en escribir. He aquí el caso de un escritor que siempre ha estado comprometido con su entorno. Philip Roth (Newark, Nueva Yersey, 1933), hijo de emigrantes judíos, simboliza el liberalismo de esta tradición judía frente al fanatismo religioso. Su obra literaria, comenzada en 1959 con Goodbye, Columbus”, tiene como punto de mira el integrismo político-religioso. Roth pone en solfa el puritanismo americano y el de una persecución ideológica que se entromete en la vida íntima de las personas hasta alcanzar lo paródico. En los libros de Roth los personajes no tienen derecho a una vida íntima, el individuo deja de existir. Describe la complejidad de un país que al mismo tiempo que se presenta como el paraíso de las libertades individuales no deja de coartarlas en nombre de lo políticamente correcto. Dotado de un extraordinario sentido del humor y una notable capacidad de análisis, Roth es un ejemplo de la tradición liberal estadounidense.

Gracias a libros como éste nos enganchamos a la lectura. Philip Roth hace metaliteratura, indaga dentro de la vida de los escritores para descubrir qué les impulsó a practicar este oficio de la escritura. El libro se abre con Primo Levi instalado en la ciudad de Turín donde trabajó como químico durante largos años en una fábrica de pintura. Las preguntas y las respuestas como en un partido de tenis nos completan la figura del entrevistado pero al mismo tiempo nos dan pistas sobre el entrevistador. De la lectura del libro nos sorprende la entrevista que mantiene su autor con Isaac Bashevis Singer en el año 1976 en su piso de Maniatan, y no menos interesante resulta la conversación en Londres y Connecticut entre Milan Kundera y Philip Roth. Hay en éstas y otras entrevistas un hilo temático que hace del ovillo un conjunto con cierto sentido de unidad temática, la figura del judío errante. En todo caso, más allá de posibles temas recurrentes, de estas conversaciones extraemos la enseñanza de seres que se han entregado por completo al viejo oficio de la escritura.

J. A. Aguado

 

Manuel Pérez Subirana, “Lo importante es perder”, Anagrama, Barcelona, 2003, 200 páginas, 13 €.

El divino fracaso

 

Manuel Pérez Subirana, “Lo importante es perder”, Anagrama, Barcelona, 2003, 200 páginas, 13 €.

 

Rafael Cansinos Asséns ya escribió un libro sobre el fracaso y le puso el adjetivo de “divino”. Con este precedente literario, Manuel Pérez Subirana (Barcelona, 1971) nos presenta “Lo importante es perder”, su primera novela, un libro que aborda el tema del fracaso. Este autor fue uno de los elegidos en el concurso “La novela que viene” de elmundolibro.

“No es agradable que a uno le dejen”. Así comienza esta historia de perdedores que tiene como escenario la ciudad de Barcelona; como tantas novelas desde mediados de los años cincuenta del siglo pasado Barcelona y su periferia siguen siendo fuente de inspiración narrativa para los escritores jóvenes. El autor es licenciado en Derecho, razón por la que el protagonista de esta triste historia es abogado; aunque en realidad no es una novela autobiográfica, podría serlo de una forma perfectamente verosímil.

El protagonista, guiado por una antigua amistad y alumbrado por las reminiscencias del pasado, iniciará un periplo en el que la renuncia se revelará como su más fiel aliada en un mundo en el que las ambiciones profesionales y sociales convierten cada vez más al individuo en un extranjero de sí mismo: “es grato y placentero deslizarse por la historia personal como por un sueño algodonoso para recalar en lugares del pasado”.

El elogio al fracaso como vía de conocimiento personal se convierte en el eje temático de esta novela narrada en primera persona, en una especie de desnudo sentimental. “Elisenda me ha dejado”, frase que es el detonante que hace que todo el castillo de naipes se derrumbe como azúcar en el café.

Si el fracaso de Rafael Cansinos Asséns era totalmente modernista y esteticista, el de Manuel Pérez Subirana se plantea como una filosofía de la existencia de un hombre que ha dependido completamente de una mujer: “Cada uno de los objetos de Elisenda, cada uno de sus vestidos, cada uno de sus libros, y los productos de maquillaje que deberían ocupar el mueble del baño, y las acuarelas que pintó durante el penúltimo otoño, y las fotografías, y la vajilla que nos regaló su madre y que todavía no habíamos estrenado, y su agenda de piel que no estaba ya junto al teléfono, y los compact discs de música brasileña, y sus zapatos…”. Y como dice el refrán “en casa del herrero cuchillo de palo”, porque nuestro héroe, nuestro perdedor, es un abogado experto en materia de leyes.

Ahora que se han acabado las vacaciones, según cuentan los datos de las estadísticas se producen más divorcios. Septiembre es el mes en el que las parejas se rompen después de un mes de convivencia vacacional, porque hombres y mujeres se dan cuentan del tipo de vida que llevan y se quiebran. Sin duda más de uno verá reflejada en la narración su peripecia personal; pero lejos de hundirse en la miseria, el protagonista renace de sus cenizas como el Ave Fénix, de ahí el valor de autoayuda de esta novela íntima, sincera y con un punto de optimismo que arranca de toda una declaración de principios. “Mi vida, mi verdadera vida, empieza ahora”.

En resumidas cuentas, la moraleja de esta trama es que no hay que dejarse arrastrar por las dificultades que nos coloca la vida en las ruedas, sino aprender de ellas y sacarle el máximo jugo a la existencia.

J. A. Aguado

 

Pedro Sorela, “Cuentos invisibles”, Alfaguara, Madrid, 2003, 200 páginas, 14€.

El viaje al interior de uno mismo

 

Pedro Sorela, “Cuentos invisibles”, Alfaguara, Madrid, 2003, 200 páginas, 14€.

 

 

Tiene un pasado itinerante: miembro de una familia de larga tradición diplomática, ha vivido en varios países distintos, así que Pedro Sorela dice no saber muy bien qué responder cuando le preguntan de dónde es. Pero eso no le produce sensación de desarraigo: todo lo contrario, su condición de ciudadano del mundo le agrada muy especialmente. De niño, Pedro Sorela vivía en una casa grande donde todo el mundo empleaba el tiempo en leer.“Cuentos invisibles” relata pequeñas historias, anécdotas, recuerdos, sensaciones, sueños, malestares, intuiciones, esperanzas (escasas), observaciones, dichos, hechos, vuelos, caídas, rutinas. Así, tras la lectura fácil de cada relato, de todos sus relatos, queda el lector impregnado de una forma de pensar y de sentir que no alecciona ni juzga demasiado, pero que deja al descubierto la desnudez de las filias y de las fobias –las más- de un periodista y escritor, profesor de Periodismo y habitante de una gran ciudad.

“Cuentos invisibles” nos lleva a la cima de los Andes, a un motín en un río chino, a una persecución en Londres, al renacimiento de un pobre tipo en Estambul, a una reunión de extravagantes en Helsinki, a un Berlín improbable y sin embargo histórico, de un Madrid inédito a un Buenos Aires francés. Se trata de cuentos donde el lector puede viajar continuamente sin pagar billete de avión. Los cuentos de Pedro Sorela ponen en evidencia el lado viajero de la literatura. Lo que más llama la atención en estos cuentos es su rigor lingüístico, la riqueza de la expresión (por ejemplo, en “Desierto con aplausos”), y la lucidez e independencia de un pensamiento que abre sus fronteras al mundo. “Cuentos invisibles” es una excelente recopilación de historias viajeras para estas vacaciones.

J. A. Aguado

Pedro Juan Gutiérrez, “Carne de perro

El realismo sucio cubano

 

Pedro Juan Gutiérrez, “Carne de perro”, Anagrama, Barcelona, 2003, 148 páginas,

 

Pedro Juan Gutiérrez (Cuba, 1950) es el autor de la ya legendaria “Trilogía sucia de La Habana” (1998), a la que siguieron “El Rey de La Habana” (1999), “Animal tropical” (2000), “El insaciable hombre araña” (2002) y, ahora, “Carne de perro”. Hasta ahora, las novelas de Gutiérrez son conocidas en Cuba sólo por un círculo reducido de lectores, que las recibe desde el exterior o las compra en la bolsa negra (mercado paralelo de libros) por unos 10 dólares cada una.Sin embargo, han sido traducidas y publicadas en más de una decena de países.Pedro Juan Gutiérrez se siente más identificado con determinados autores norteamericanos, especialmente con Truman Capote, que con la tradición barroca cubana de un Alejo Carpentier o un Lezama Lima.Sus historias son descarnadas y de un realismo visceral, atrapan al lector cuando narra ese mundo que lo rodea, pues cuando se vive asediado por la tragedia y el drama, la realidad resulta mucho más literaria. Pedro Juan Gutiérrez escribe cosas que otros no se atreven a escribir en la Cuba de Fidel Castro. Su barrio es así, con mucho sexo, escándalo, lleno de historias fuertes, de esas que deja huella. Los ingredientes son siempre los mismos: alcohol, sexo, hambre, familia, diversión, soledad y alguna fuga hacia adelante que siempre termina en el mismo sitio.

Como en las anteriores novelas de Pedro Juan Gutiérrez, el escenario de la acción es la ciudad de La Habana y sus habitantes. El clima cubano está lleno de tormentas, ciclones y aguaceros que descargan sobre la tierra como un torrente de vida y de violencia, una bonita metáfora de la existencia de unos personajes que luchan por sobrevivir entre ron y miedo. El protagonista es un novelista en búsqueda de un argumento para su próxima novela negra; mientras lee un libro de autoayuda, se dedica a nadar y pescar, pero un buen día se encuentra a un borracho herido por la mordedura de unas ratas y lo lleva al hospital: es uno de esos balseros que pierden la familia y la vida en el intento de salir de Cuba. En ese momento empiezan los problemas para un escritor que busca soledad y silencio. “Vivir solo es muy bueno. Julia comienza a disolverse lentamente. Mi espíritu gana serenidad y aplomo después de la tormenta. Al atardecer bajo la colina y me voy a un bar cerca de la playa. Si me quedo solo en casa puedo beberme una botella de ron”.

Pedro Juan Gutiérrez retrata con vigorosa plasticidad ese medio social empobrecido hasta el extremo y consigue una estampa honda y dolorida de su pueblo. No hay expreso alegato político, pero no hace falta: el retrato es en sí mismo una acusación indirecta inapelable. Esa reconstrucción social y urbana tiene la fuerza de la denuncia porque surge de un intenso amor por la tierra, por sus peculiaridades, incluido un fondo de supersticiones y atavismos. Y posee un sentido vital bien claro: una incondicional reivindicación del placer carnal como alternativa a la miseria. De modo que este disfrute suena a un sincero “carpe diem” caribeño.

J. A. Aguado

 

Paul Auster, “Informe del interior”,

Paul Auster o las cápsulas del tiempo

Paul Auster, “Informe del interior”, Anagrama, Barcelona, 2014, 330 páginas, 19 €.

 

A este escritor lo conocimos en los años ochenta con “La trilogía de Nueva York” un clásico de la novela contemporánea. En aquellos años Paul Auster (1947) manejaba, manipulaba y reinventaba el género policíaco, del que hace una relectura posmoderna con tintes metafísicos. Después de aquel libro postmoderno vinieron uno tras otro títulos que son hoy clásicos de la narrativa de nuestro tiempos hasta completar toda una biblioteca en la que de alguna manera la vida del escritor forma parte sustancial. A nuestra biblioteca particular de Paul Auster hay que sumarle un nuevo título: “Informe del interior”. En esta ocasión se trata de un nuevo viaje al recuerdo por parte de un escritor que aborda el tema del pasado como materia prima como hiciesen tantos escritores en el pasado desde Marcel Proust a Truman Capote. La temática no es nueva, en sus últimos libros ya había iniciado esta línea de trabajo como en “Diario de invierno”. Se trata de una radiografía de una vida, la confesión intima de un intelectual que reflexiona sobre lo que le ocurre a su alrededor y en su interior, se desnuda para sus seguidores y para el lector de literatura moderna viajando a la infacia y a la adolescencia etapas de formación intelectual del futuro novelista.

Si en su libro anterior el foco de su escritura estaba en los procesos de la vejez ahora vuelve a la patria de todo escritor: la infancia. En el libro se describen los procesos de construcción de una personalidad que le llevará a la escritura: “Al principio todo estaba vivo. Los objetos más pequeños estaban dotados de corazones palpitantes, y hasta las nubes tenían nombre. Las tijeras caminaban, teléfonos y cafeteras eran primos hermanos: ojos y gafas, hermanos”.

Como en “La invención de la soledad”, “El cuaderno rojo” o “A salto de mata” el autor va detrás de su sombra, al rescata episodios biográficos. Paul Auster está en otro nivel narrativo en “Informe del interior”, hila con una trama sutil que le permite pasar de la autobiografía a la novela sin que asomen las costuras de los géneros: “cuando tenía siete u ocho años, empezaste a darte cuenta de algo. Los judíos eran invisibles, no desempeñaban papel alguno en la vida norteamericana,y nunca aparecían como héroes en los libros, ni en las películas ni en los programas de televisión”.

Paul Auster sabe que en esto de la literatura lo importante es emocionar al lector por aquello que narra como ocurría en “Mr. Vértigo”, donde un huérfano de nueve años en los años viente, un judío de origen húngaro, mitad místico, mitad prestidigitador empezaba sus ritos iniciáticos, era la histoira de Walt, el niño al que el Maestro Yehudí enseñó a levitar y a volar. De alguna manera es lo que hace Paul Auster en este “Informe del interior”: “Avanzabas poco a poco hacia el final de tu infancia. Los dos años que separaban los diez de los doce te enviaron a un viaje no menos colosal que el de entre los ocho y los diez, pero en el día a día no tenías la sensación de ir deprisa, de precipitarte a toda velocidad hacia el umbral de la adolescencia”.

El escritor frente al espejo somete al tiempo a su escritura ¿Realidad o ficción? Como ocurría en “Leviatán” el biógrafo se somete a los dictados del escritor que lleva dentro y que nunca le abandonará, en esta línea se encuentra “A salto de mata”, “Diario de invierno” y ahora esta pieza que completa los diferentes duelos a cara descubierta de un escritor cuya escritura nos hace crecer día a día en el difícil arte de la lectura.

J. A. Aguado

 

 

 

Pier Paolo Pasolini, “Una vida violenta

Una vida de película

 

Pier Paolo Pasolini, “Una vida violenta”, Seix Barral, Barcelona, 2003, 441, 11 €.

 

 

 

Hay textos que se convierten en polémicos por las circunstancias que rodean su aparición, que buscan el escándalo por un afán claramente comercial. Del mismo modo, existen escritores que husmean en las cloacas para lustrar sus páginas, a sabiendas de su éxito inmediato. Muchos de estos libros no son, en el fondo, más que extensos artículos periodísticos, sin apenas intención literaria, descuidados y de feo estilismo. Poco les importa. Existen, en cambio, a todo lo largo de la historia de la literatura, escritos y escritores que no han podido (ni querido) evitar los efectos -a veces perversos- de un discurso enraizado en la actualidad de la historia que les ha tocado vivir. Es el caso de Pier Paolo Pasolini (1922-1975).

Recordemos, para quién no lo sepa, que la noche del 2 de noviembre de 1975, Pier Paolo Pasolini fue asesinado en la playa de Ostia -junto a Roma- en un acto brutal nunca desvelado del todo. La aparente verdad es que Pier Paolo fue asesinado (golpeado y atropellado después, el coche le pasó por encima) por un muchacho de 17 años, Giuseppe -Pino- Pelosi, que hacía la carrera junto a la Estación Termini, lugar habitual de prostitución callejera masculina, que Pasolini (que no escondió sus aficiones mercenarias) conocía bien. Pelosi (moreno, de aire duro) era un chico de la calle, un chaval de barrio, un “ragazzo di vita”. Pelosi fue condenado -su historia no era muy creíble- y pasó ocho años en la cárcel.

La Europa de ahora mismo -oscura, cerrada, aturdida- echa de menos al gran provocador, al hombre que buscó poner las cartas boca arriba. Nos quedan sus películas y su obra literaria. Este mes de abril de rosas y libros, la editorial Seix Barral nos propone la relectura de “Una vida violenta”, publicada originariamente en Italia en 1959. Narra la vida de Tommaso, un joven delincuente de los suburbios romanos.

Solitario, a contracorriente, Pasolini trató de hacer literatura de clase (popular) cuando la sociedad literaria perseguía otros fines y tenía otros intereses; convertido en cineasta a partir de 1961, su objetivo fue dar cabida, en una estricta aplicación de las teorías gramscianas, a un cine nacional-popular que diera voz a los marginados. Escandalizó a medio mundo cuando rodó “El Evangelio según Mateo”, dedicándolo además a la figura del Papa Juan XXIII (un marxista hablando de Cristo y el Evangelio molestó igual a la derecha y a la izquierda); en 1965, “Uccellacci e uccellini” ponía el acento sobre la fagocitación del marxismo por la pequeña burguesía. Incluso después de una época en la que su impulso combativo parecía haber perdido su brío inicial (los años que median entre sus versiones del “Edipo” de Sófocles y “Medea” de Eurípides), volvió a la carga en 1971 con el proyecto de “El Decamerón”, “Los cuentos de Canterbury” y “Las mil y una noches”, al que siguió “Saló”, con la que recordaba a los italianos un fragmento del pasado reciente del país, estableciendo un paralelismo entre la Italia del Duce y la Italia del neofascismo industrial, apoyado, irónicamente además, sobre uno de los fetiches de la Gran Cultura Nacional: los círculos de Dante. En ocasiones la historia es irónica con el presente, llegando al sarcasmo, así Pier Paolo Pasolini nos dejó una obra póstuma sin terminar, “Petróleo”, una sátira de nuestro tiempo.

De toda su producción literaria es “Una vida violenta” la novela que mejor retrata la belleza insolente e ingenua de los pobres, inocente y bárbara, sin sentido de culpa. Tommaso el joven que vivía en Via dei Monti di Pietralata es en realidad el lado oscuro de su creador. La calle está presente a lo largo de estas casi quinientas páginas de realismo literario, diálogos descarnados donde como si de una película se tratase Pier Paolo Pasolini da rienda suelta a la lengua de sus personajes dejando al narrador en la sombra. Hay un fondo negro en la lectura entre líneas de “Una vida violenta”: la fractura entre Historia y biografía íntima. Algo que, paradójicamente, casi cincuenta años después de haberse escrito esta novela, parece flotar sobre nuestras cabezas como una metáfora del pasado cuya sombra, como la de un viejo fantasma, se proyecta sobre el presente.

J. A. Aguado