Sam Savage, “El camino del perro”

La lucha por la vida

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Sam Savage, “El camino del perro”, Seix Barral, Barcelona, 2016, 150 páginas, 16 €.

 

Sam Savage (Carolina del Sur, USA, 1940) es un singular profesor de filosofía de Yale, pescador de cangrejos, mecánico de bicicletas y un narrador que busca las claves de la condición humana en sus relatos. Su última novela es una reflexión sobre el tiempo vivido entre libros y obras de arte plásticas.

El protagonista de esta historia es un hombre que mira por la ventana. Un hombre que como en la película de Aldred Hitchcock “La ventana indiscreta”, mira para escapar al tedio observando desde la ventana lo que ocurre en su barrio. Nuestro protagonistas experimenta el peso de la pérdida, la muerte ronda su vida, pese a ello, se aferra a la vida. El perro de Harold Nivenson ha muerto, todo el mundo que tiene una mascota sabe la situación emocional tan difícil que uno pasa cuando la mascota con la que convive y mantiene unas rutinas y unas conversaciones muere: “Siempre supe qué hacer mientras Roy vivió. Un paseo por la mañana, un pis rápido a mediodía, un paseo largo por la tarde, cena a las seis, una vuelta a la manzana antes de acostarnos: una agenda que era como quien dice un programa existencial. Nunca me despertaba con la paralizante idea de no tener plan. Cuando salíamos juntos, Roy solía marchar unos pasos por detrás de mí, haciendo paradas para levantar la pata u olfatear algo, y alcanzarme luego en una carrerita; pero en un sentido vital más amplio, era yo quien lo seguía, era yo quien se adaptaba a su programa existencial”.

El protagonista ya madero pierde al perro y reflexiona. Harold Nivenson pierde además a su amigo y rival intelectual Peter Mainenger. Vamos que está en un momento de bajón total, pero pese a ello su lección es la de “Carpe diem”, esta es la lección de vida que parece darnos Sam Savage en su novela: “Ni siquiera es cierto que se nace, se sufre y se muere. Incluso eso es relato excesivo. Lo cierto es que todos los días sale el sol y se pone. No hay tiempo para hallar la suma de nuestra locura. Sigo vivo”.

En tanto que artista plástico el protagonista de esta histórica analiza el mundo de la pintura y todo lo que lo que lo rodea por eso a los amantes del mundo artístico disfrutarán con los razonamientos de este personaje que juega en un territorio propio, aferrado a esta actividad individual y creativa, tan cercana a la locura o al punto de vista fuera de lo cotidiano: “Van Gogh pintó algunos de sus mejores cuadros después de volverse loco”.

El protagonista de este libro nos conmueve siempre con su lecciones de humanidad, que acercan la novela a manual de autoayuda: “En el frigorífico, esta mañana, bajo el imán que sujetaba la foto de Diamond, que he tirado: el secreto de la felicidad es no entristecerse por el pasado ni preocuparse por el futuro, no darle vueltas al ayer ni agobiarse por el mañana, no adelantarse a los problemas, sino vivir el momento presente de un modo sabio y sincero”. Francamente hemos disfrutado de la lectura de una novela que nos acerca a la vejez, a la muerte, a la pintura, a la locura y a al valor de una mascota como guía en la existencia de un ser humano.

  1. A. Aguado

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