Gabriele Picco, “Lo que te cae de los ojos”, Planeta, Barcelona, 2011, 267 páginas

Una fábula metropolitana sobre el optimismo

 

Gabriele Picco, “Lo que te cae de los ojos”, Planeta, Barcelona, 2011, 267 páginas.

 

Todos tenemos unos recuerdos que nos hacen llorar. Todos tenemos unos momentos de nuestra vida emocional que nos conducen a las lágrimas o una realidad sentimental que nos hace llorar. En ocasiones las lágrimas son de tristeza, pero en no pocas veces son de alegría. Este es el punto de partida de esta novela, no tanta las emociones o sentimientos concretos sino las propias lágrimas como si se tratase de un disco duro que guardase y almacenase esa emoción. El protagonista de esta novela fotografía cada lágrima intentando congelar la emoción que la provocó.

“Lo que te cae de los ojos” publicada, en castellano por Seix Barral y por Columna en catalán, en esta poética historia del novelista italiano Gabriele Picco nacido en Brescia en 1974 y licenciado en Letras Modernas por la Universidad de Milán, expone sus obras en diferentes salas y colecciones públicas y privadas de todo el mundo, como el MOMA de Nueva York. La anécdota de la novela, como la manzana de Newton, nace de una escultura propia, que construyó con vidrio de Murano, en forma de dos grandes lágrimas con sendos acuarios en su interior. El argumento de la historia retrata a un personaje, Ennio, atraído por las lágrimas, unas gotas de agua salada que contienen muchos mundos, y que tiene instalado dentro de su estómago a un pequeño hombrecito que en los momentos más inoportunos le provoca unas vergonzosas flatulencias. El protagonista esconde un secreto que hace que no pueda llorar, el lector irá de la mano de una investigación en busca de la propietaria de esa libreta especial, llena de poesía y de dibujos, por el camino hará yoga afgano, fotografiará lágrimas y almacenará recueros imborrables: “Coge la cámara digital de Ennio y se fotografía una mejilla. Si se despierta, se alegrará de ver aumentada su colección de lágrimas. En los últimos tiempos hay muchas. Podría llenar una piscina con ellas. En una de esas gotas un dia le pareció ver precisamente a Ennio”.

“Lo que te cae de los ojos” está narrada en tercera persona la novela nos presenta a un emigrante italiano en Nueva York y toda una serie de personajes que giran a su alrededor: “Pocos minutos después la página del New York Times” parece una ciudad devastada vista desde arriba. Una Hiroshima de papel, cubierta por una nube de cenizas. Josh la observa complacido. Vuela sobre este cementerio de titulares, cabeceras, subtítulos, fotografías… todo negro”.

Ennio se obsesiona con conocer a Kazuko y devolverle el cuaderno. Durante el periplo, su historia se entrelaza con las de otros personajes: Arwin, que lo filma todo con una cámara que esconde entre su pelo, o Josh, que perdió a su mujer en el atentado a las Torres Gemelas y ahora colecciona polvo: “Le recuerda a una de las cientos de fotografías que ha hecho a las lágrimas de la gente. Empezó de pequeño, con su Polaroid, y ahora retratar esas pequeñas gotas saldas con la cámara digital se ha convertido para él en una especie de obsesión. Está convencido de que en las lágrimas de las personas se puede leer su pasado .Incluso los recuerdos más lejanos”.

En la novela encontramos personajes como Josh LaFonte es un hombre que perdió a su mujer en el derrumbamiento de las Torres Gemelas y que desde entonces se dedica a coleccionar polvo en frascos con la ilusión de poder embotellar la esencia de ella. Esta idea surgió de una situación que experimentó el novelista en Nueva York cuando vivía en la planta número 23 de un edificio, al igual que el personaje. Realidad y ficción se mezclan en una historia sentimental que une Italia con la Gran Manzana, el amor con Japón y los padres con los hijos, todo cabe o tiene cabida en esta cotidianidad de unos personajes usados muchas veces como metáfora de otra cosa: “Ennio brinca por la acera, todavía exultante por el despido recién evitado. Alcanza un ensanche que parece una plaza. En realidad, es un agujero. Un agujero gigantesco. Zona Cero.” Nada está puesto por casualidad en el relato de los acontecimientos, no es una casualidad que protagonista sea agente inmobiliario. Esta es una novela poética y sutil sobre la naturaleza de los sentimientos, por la maestría de su arte narrativo a la hora de ir presentando poco a poco esta realidad múltiple y la agudeza de su mirada sobre la vida la novela se lee con la misma hambre que se devora un buen helado del verano. Kazuko es el otro personaje que da a la novela ese material narrativo que la hace una sabia construcción que mezcla romanticismo, intriga, poesía, melancolía, tristeza y misterio.

J. A. Aguado

 

 

 

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