Philip Roth, “El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras”, Seix Barral, Barcelona, 2003, 221 páginas, 18 €.

Conversaciones con colegas de viaje

 

Philip Roth, “El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras”, Seix Barral, Barcelona, 2003, 221 páginas, 18 €.

 

Admitamos que la mayoría de los escritores sienten una aversión esencial hacia la política, consideran la entrada en ella como una traición a la propia independencia y por lo tanto la rechazan con el argumento de que el oficio del escritor consiste simplemente en escribir. He aquí el caso de un escritor que siempre ha estado comprometido con su entorno. Philip Roth (Newark, Nueva Yersey, 1933), hijo de emigrantes judíos, simboliza el liberalismo de esta tradición judía frente al fanatismo religioso. Su obra literaria, comenzada en 1959 con Goodbye, Columbus”, tiene como punto de mira el integrismo político-religioso. Roth pone en solfa el puritanismo americano y el de una persecución ideológica que se entromete en la vida íntima de las personas hasta alcanzar lo paródico. En los libros de Roth los personajes no tienen derecho a una vida íntima, el individuo deja de existir. Describe la complejidad de un país que al mismo tiempo que se presenta como el paraíso de las libertades individuales no deja de coartarlas en nombre de lo políticamente correcto. Dotado de un extraordinario sentido del humor y una notable capacidad de análisis, Roth es un ejemplo de la tradición liberal estadounidense.

Gracias a libros como éste nos enganchamos a la lectura. Philip Roth hace metaliteratura, indaga dentro de la vida de los escritores para descubrir qué les impulsó a practicar este oficio de la escritura. El libro se abre con Primo Levi instalado en la ciudad de Turín donde trabajó como químico durante largos años en una fábrica de pintura. Las preguntas y las respuestas como en un partido de tenis nos completan la figura del entrevistado pero al mismo tiempo nos dan pistas sobre el entrevistador. De la lectura del libro nos sorprende la entrevista que mantiene su autor con Isaac Bashevis Singer en el año 1976 en su piso de Maniatan, y no menos interesante resulta la conversación en Londres y Connecticut entre Milan Kundera y Philip Roth. Hay en éstas y otras entrevistas un hilo temático que hace del ovillo un conjunto con cierto sentido de unidad temática, la figura del judío errante. En todo caso, más allá de posibles temas recurrentes, de estas conversaciones extraemos la enseñanza de seres que se han entregado por completo al viejo oficio de la escritura.

J. A. Aguado

 

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