Paul Auster, “Informe del interior”,

Paul Auster o las cápsulas del tiempo

Paul Auster, “Informe del interior”, Anagrama, Barcelona, 2014, 330 páginas, 19 €.

 

A este escritor lo conocimos en los años ochenta con “La trilogía de Nueva York” un clásico de la novela contemporánea. En aquellos años Paul Auster (1947) manejaba, manipulaba y reinventaba el género policíaco, del que hace una relectura posmoderna con tintes metafísicos. Después de aquel libro postmoderno vinieron uno tras otro títulos que son hoy clásicos de la narrativa de nuestro tiempos hasta completar toda una biblioteca en la que de alguna manera la vida del escritor forma parte sustancial. A nuestra biblioteca particular de Paul Auster hay que sumarle un nuevo título: “Informe del interior”. En esta ocasión se trata de un nuevo viaje al recuerdo por parte de un escritor que aborda el tema del pasado como materia prima como hiciesen tantos escritores en el pasado desde Marcel Proust a Truman Capote. La temática no es nueva, en sus últimos libros ya había iniciado esta línea de trabajo como en “Diario de invierno”. Se trata de una radiografía de una vida, la confesión intima de un intelectual que reflexiona sobre lo que le ocurre a su alrededor y en su interior, se desnuda para sus seguidores y para el lector de literatura moderna viajando a la infacia y a la adolescencia etapas de formación intelectual del futuro novelista.

Si en su libro anterior el foco de su escritura estaba en los procesos de la vejez ahora vuelve a la patria de todo escritor: la infancia. En el libro se describen los procesos de construcción de una personalidad que le llevará a la escritura: “Al principio todo estaba vivo. Los objetos más pequeños estaban dotados de corazones palpitantes, y hasta las nubes tenían nombre. Las tijeras caminaban, teléfonos y cafeteras eran primos hermanos: ojos y gafas, hermanos”.

Como en “La invención de la soledad”, “El cuaderno rojo” o “A salto de mata” el autor va detrás de su sombra, al rescata episodios biográficos. Paul Auster está en otro nivel narrativo en “Informe del interior”, hila con una trama sutil que le permite pasar de la autobiografía a la novela sin que asomen las costuras de los géneros: “cuando tenía siete u ocho años, empezaste a darte cuenta de algo. Los judíos eran invisibles, no desempeñaban papel alguno en la vida norteamericana,y nunca aparecían como héroes en los libros, ni en las películas ni en los programas de televisión”.

Paul Auster sabe que en esto de la literatura lo importante es emocionar al lector por aquello que narra como ocurría en “Mr. Vértigo”, donde un huérfano de nueve años en los años viente, un judío de origen húngaro, mitad místico, mitad prestidigitador empezaba sus ritos iniciáticos, era la histoira de Walt, el niño al que el Maestro Yehudí enseñó a levitar y a volar. De alguna manera es lo que hace Paul Auster en este “Informe del interior”: “Avanzabas poco a poco hacia el final de tu infancia. Los dos años que separaban los diez de los doce te enviaron a un viaje no menos colosal que el de entre los ocho y los diez, pero en el día a día no tenías la sensación de ir deprisa, de precipitarte a toda velocidad hacia el umbral de la adolescencia”.

El escritor frente al espejo somete al tiempo a su escritura ¿Realidad o ficción? Como ocurría en “Leviatán” el biógrafo se somete a los dictados del escritor que lleva dentro y que nunca le abandonará, en esta línea se encuentra “A salto de mata”, “Diario de invierno” y ahora esta pieza que completa los diferentes duelos a cara descubierta de un escritor cuya escritura nos hace crecer día a día en el difícil arte de la lectura.

J. A. Aguado

 

 

 

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