Ernesto Sabato, “Lo mejor”, selección, prólogo y comentarios del autor, Seix Barral, Barcelona, 2011, 333 páginas, 18 €.

Abrumado por el desastre del mundo

 

 

Ernesto Sabato, “Lo mejor”, selección, prólogo y comentarios del autor, Seix Barral, Barcelona, 2011, 333 páginas, 18 €.

La lectura es un hábito, una evasión, una parte extraordinariamente necesaria en nuestras vidas. Los libros nos enseñan las claves de nuestro desarrollo personal, cultura, profesional y vital. A través de ellos conocemos mejor el mundo que nos rodea. El escritor a punto de cumplir los cien años nos dejó, su compromiso ético con la realidad fue todo un ejemplo en Argentina. Ernesto Sabato (Rojas, 1911-Santos Lugares, 2011) se hizo conocido para la literatura cuando un jurado integrado, entre otros, por Adolfo Bioy Casares le dio por unanimidad el primer premio de prosa de la ciudad de Buenos Aires a “Uno y el universo” (1945), su primer libro, que agrupaba reflexiones ordenadas alfabéticamente. “Es el documento de un tránsito y, en consecuencia, participa de la impureza y de la contradicción, que son los atributos del movimiento”, escribía en las páginas iniciales de ese texto dedicado a Matilde Kusminsky-Richter, la mujer que había “raptado” cuando ella tenía 17 años, figura central en el mito Sabato, esposa y conjuro contra las depresiones, catalizador de su obra.

Toda la trayectoria de Sabato puede verse como un intento por conciliar la escisión entre el pensamiento mágico y el pensamiento lógico, entre el arte y la ciencia. Doctor en Física, había dejado en 1943 su oficio para dedicarse a la literatura. Atrás quedaban su militancia en el Partido Comunista y una beca otorgada en 1937 por Bernardo Houssay para investigar en París, ciudad en la que tomaría contacto con el surrealismo. Después del éxito de “El túnel” (que fue reeditado, agotando 20.000 ejemplares en una semana en la Argentina), siguieron los ensayos de “Hombres y engranajes” (1951), “Heterodoxia” (1953), “El escritor y sus fantasmas” (1963), entre otros. En 1974 publicó su última novela, “Abaddón”, el exterminador, que dos años después recibiría en Francia el premio al mejor libro extranjero.

El avance de una ceguera paulatina, declarada en 1979, lo reencontró con la pintura, pasión de adolescencia. Ese mismo año, Sabato se entrevistó con delegados de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y se convirtió en objetor abierto de la dictadura militar. En 1984, ya en democracia, presidió la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) y escribió el prólogo del Nunca Más, informe emitido por ese organismo, donde se afirmaba que durante la década de 1970 la Argentina vivió convulsionada por un terror que provenía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda.

Un hombre de otoño, o de invierno. En su autobiografía, “Antes del fin”, que apareció a finales de los años ochenta, Ernesto Sabato escribió: “De alguna manera, nunca dejé de ser el niño solitario que se sintió abandonado, por lo que he vivido bajo una angustia semejante a la de Pessoa: Seré siempre el que esperó a que le abrieran la puerta, junto a un muro sin puerta”.

Matilde Kusminsky-Richter, la esposa de Sabato, madre de sus hijos Jorge (que fue ministro de Educación de Alfonsín, y murió en accidente en 1995) y Mario, cineasta, escribió una vez en una carta al escritor Carlos Catania, que la colocó en la introducción de su libro de conversaciones con Ernesto: “… Sabato es un hombre terriblemente inestable, depresivo, con una lúcida conciencia de su valer, influenciable ante lo negativo y tan ansioso de ternura y de cariño como podría serlo un niño abandonado. Esta necesidad casi patológica de ternura hace que comprenda y sienta de tal manera a los desvalidos y desamparados”.

El volumen publicado por Seix Barral, editorial en la que se encuentran todos sus libros, está compuesto por “El túnel” de 1948, “Sobre héroes y tumbas” (1961), “El dragón y la princesa”, “Informe para ciegos”, “El escritor y sus fantasmas” (1963), “Pedro Henríquez Ureña” (1964), “Abaddón el exterminador” (1974), “El desconocido De Vinci” (1979”, “Palabras para el homenaje a Jorge Luis Borges” y un apéndice “Prólogo a Nunca más, Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas” (1984). En todos sus escritos Ernesto Sabato nos habla de un hombre que se convierte en ser, sus personajes en indicios metafísicos y sus tramas en itinerarios infernales. Para Sabato el hombre es un misterio que vale la pena indagar. Desde el misterio el hombre debe combatir el racionalismo. La novela, con todos los recursos compositivos que la modernidad le presta, le sirven al autor para acercarse al amor, la muerte, el mal y el más severo pesimismo. La lectura o la relectura de autores como Ernesto Sabato nos hace más completos y nos gratifica en este caos de la existencia como un tango de letra trágica y hermosa.

J. A. Aguado

 

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