El mundo de la moda visto por los ojos de Carmen Posadas
Carmen Posadas, “El buen sirviente”, Planeta, Barcelona, 2003, 338 páginas, 22 €.
Cinco años llevaba Carmen Posadas (Montevideo, 1953) en el dique seco, desde que ganara el premio Planeta en 1998 con “Pequeñas infamias”. La escritora es hija de diplomático, y a partir de los doce años su vida transcurre entre Madrid, Moscú, Buenos Aires y Londres. Una apátrida que ha desarrollado un gran poder de observación. Se inició en esto de la literatura con libros infantiles y se dirigió al público adulto a través de relatos cortos, hasta que apareció su novela “Cinco moscas azules” publicada por Alfaguara en 1996. “Cinco moscas azules” era una novela en donde la reflexión y la observación estaban al servicio de una buena literatura.
Carmen Posadas esuna escritora mezcla de Ágata Christie y Pedro Almodóvar. Esta mujer ha demostrado en su vida que es capaz de cualquier cosa, entre ellas la de vender su alma al diablo por escribir una gran novela. Pero no ha hecho falta ningún pacto, porque esa gran novela está aquí y lleva por título “El buen sirviente”. La cronista de las clases altas madrileñas hace un homenaje a la novela de misterio anglosajona y nos presenta a una fotógrafa de cuarenta y cinco años que realiza fotos a mujeres para revistas de moda y, mientras las va colocando en las posiciones requeridas, medita sobre su vida, sobre su amor frustrado con un hombre mayor y famoso que sólo la utiliza para el sexo, sobre su madre, de sesenta y tres años, siempre relacionada con jovencitos, y sobre un misterio sucedido en la vida de ella misma, cuando tenía trece años, y que en cierto modo ha condicionado su vida sentimental: “La vida no es bella ni siquiera cuando uno es el hombre más guapo del mundo, ni siquiera cuando se ha encontrado el amor y se ha ido uno a vivir con ella, ni siquiera -y esto es lo más asombroso- cuando desde niño uno siempre ha creído que todo es para bien en el mejor de los mundos”.
Inés Ruano, una fotógrafa de éxito, es la protagonista, a la que unos misteriosos hombres de negro le pedirán que pague con su alma la buena suerte que disfruta. Descubrirá que son unos enviados de su malvada madre, su rival incluso en el amor. Ésta utilizará a un modelo que, pese a su belleza, bordea el desamparo económico, y a quien, de repente, una empresa bastante extraña le ofrece el papel de su vida: hacer de hermoso y tentador Lucifer para un supuesto programa trampa de televisión, donde, tras emborrachar primero a algún famoso, luego se aparece en su casa y se le dice que durante aquel trance etílico firmó un pacto con el diablo, y éste viene a cobrar.
Los personajes de “El buen sirviente” están dispuestos a vender su alma al diablo a cambio de éxito y belleza: “Cómo se van a emitir, quién se los va a comparar -interviene el cámara (barrita de oligoelementos con bífugus es su elección para la pausa)- si los personajes que eligen no los conoce ni Dios. Famosos, ¿pero qué coño famosos?”.
Esta es una novela sobre amores inconvenientes y desastrosos, sobre la rivalidad entre madres e hijas, sobre el miedo que produce el éxito y sobre quienes están dispuestos a cualquier cosa para conseguirlo. Lucifer nunca podrá llevar del todo la contraria a Dios, sino en todo caso servirle “torcidamente”. Carmen Posadas ha tomado para el desarrollo de la narración una frase de Víctor Hugo –“en la cumbre hace mucho frío”- y un epitafio según el cual “el diablo prefiere para su asuntos un buen sirviente antes que uno malvado”.
Todos los personajes de la novela están marcados por ese frío helado de la soledad de unos tiempos en que los amigos, en lugar de estar en la puerta del al lado, pueden estar en Nueva Zelanda y contactar con nosotros a través de internet: “Las llamadas de Montevideo se habían vuelto tan escasas en los últimos tiempos y prácticamente inexistentes desde la última debacle económica, que la de Flo sólo podía deberse a una mala noticia”.
Una reflexión nace de la lectura de “El buen sirviente” y ésta no es otra que la de considerar la belleza como un arma eficaz, que si se sabe utilizar, puede ser tan eficiente como el poder o el dinero. Como todas las armas hay que saber utilizarla. No basta con ser guapo o guapa. Tras la demoledora verdad de “El buen sirviente”, Carmen Posadas confirma su espléndida madurez como escritora en esta historia de humor aristocrático y fuerte contundencia, a veces hiriente, que van directos al corazón del lector.
J. A. Aguado