ESCRITO DESDE EL FIN DEL MUNDO
Gustavo Nielsen, “Marvin”, Alfaguara, Buenos Aires, 2003, 192 páginas, 16 €.
El escritor argentino Gustavo Nielsen (Buenos Aires, 1962) es hoy, sin lugar a dudas, una de las más importantes personalidades literarias de la América hispana y, con Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, uno de los escritores argentinos que más han contribuido a que la literatura de su patria adquiera singular prestigio a escala planetaria. Quizá porque su primera profesión fue la de arquitecto, sus productos literarios tienen una estructura trabajada desde la cimentación hasta sus acabados de calidad; no en vano, el propio escritor diseña la tapas de sus libros. Su primer volumen de relatos, “Playa quemada” (1994), representó el inicio de una carrera que continuaría con “La flor azteca” y “El amor enfermo”.
Los cuentos de Gustavo Nielsen tienden hacia una manera de ejecución que los singulariza. No responden a una “fórmula”, claro está, pero sí van insertándose en una especie de dibujo total que equivale a una peculiar forma de contar las cosas: “Yo no pude explicarme cómo, pero aquella nena un tanto deficiente había recobrado la capacidad de relacionarse y aprender. Comenzó a leer de corrido y a escribir sin faltas”.En este campo de la narración corta, Gustavo Nielsen es un maestro absoluto. Y los tres primeros cuentos aquí reunidos dan buena cuenta de lo que afirmamos: “Era la tarde de mi último día en la escuela. La mujer guardó las cartas en un bolsillo de su batón y nos quedamos mirando al sol, más rojo que nunca sobre las espigas de trigo”.Capacidad de observación y sentido de la economía de medios son las dos cualidades que maneja a su antojo Gustavo Nielsen en “Marvin”.
Todo el libro está recorrido por un hálito misterioso, casi irreal, y su sutil trama está dominada por la fluidez de recursos narrativos que se expresan a través de sugestivas metáforas, sabrosos olores y tentadores sabores: “En las riñas de gallos, hasta los más punzados pueden renacer. Como a veces también pasa en las peleas a puñetazos, cuando los contendientes son pesados. Pero nunca pasa en las peleas a cuchillo. Herida en el brazo diestro es herida mortal”.
Asimismo, el autor posee un rarísimo sentido del humor que recuerda al de los mejores autores de la literatura centroeuropea. El libro es un conjunto de relatos elegante, culto, bien escrito, que descubre la psicología de una serie de personajes singulares, como al pobre Wilmo a quien lo dejó la mujer.
En los cuentos de Gustavo Nielsen es evidente la importancia que tienen la ubicación espacial o el desplazamiento de sus personajes y la particular percepción que estos tienen de estas coordenadas vitales: “La playa angustia. Encendió un cigarrillo y lo dejó consumirse sobre el plato de la vela. Invierno, pasaporte”.
De la lectura de cuentos como “Debajo de la almohada”, uno deduce que su autor tiene claro que una cosa puede no haber existido en la realidad y sin embargo tener un punto de verdad. Aunque sea en confesión a uno le cuesta creer que una anciana guarde la mandíbula de un niño en lata de galletitas danesas. Por otro lado, está implícito todo ese mundo de los que se cuestionan la realidad: “¿Qué es morirse?”.
Los siete cuentos que componen este libro nos hacen vivir la inquietud y la tensión narrativa gracias a la magia, las supersticiones, los inesperados cambios de carácter de los protagonistas y la singular forma que contar que tiene el narrador de las siete historias: “Santuario para perros. El dibujante había escrito esa frase en la primera página”. “Marvin” de Gustavo Nielsen es un antídoto contra el aburrimiento, se descubre un narrador nato con una inimitable voz lírica. “Marvin” es la auténtica poesía de la realidad argentina. La voz narrativa de Gustavo Nielsen está totalmente despojada de abstracciones, de significados ocultos o de conclusiones sesudas que deban ser extraídas por sabios lectores. Gustavo Nielsen nos entrega con absoluta precisión la textura de la experiencia en “Marvin”, y lo hace a través de la oralidad de sus cuentos, ese carácter conversacional de sus relatos nos da una dimensión de los personajes que de otra forma quedaría restringido al territorio de lo emocional. “Marvin” se lee como una destilación de todas las cualidades que han hecho de Gustavo Nielsen un narrador inconfundible.
J. A. Aguado