St. Jordi 2021 ¿El sistema educativo nos protege contra la pseudociencia? Autoria: Rose.

A medida que han ido pasando los últimos años la humanidad ha presenciado un rápido y eficaz desarrollo de la tecnología y la ciencia que han cambiado nuestra manera de vivir y pensar, de modo que se han ido incrementando los progresos, transformándose así en una herramienta indispensable de la sociedad, que ha ido modificando y mudando nuestra percepción del mundo y de la realidad. Sin duda, gracias a la ciencia hemos asumido grandes descubrimientos, averiguando los orígenes evolutivos de la complejidad y la diversidad biológica o nuevos descubrimientos sobre la mente humana. Hemos inventado e investigado para llegar a profundizar en el estudio del universo; hemos prevenido, curado y radicado enfermedades que acababan con miles de vidas, hemos avanzado mucho en el conocimiento de la genética, hemos creado nuevas medicinas…

Pero pese a todo estos avances parece ser que vivimos en la amenaza de lo que se podría denominar como un problema social.

Nuestro entorno o sociedad está rodeado constantemente de peligros como: la corrupción, las mafias, virus, el cambio climático y mucho más, pero hemos dejado pasar por alto una actividad humana perjudicial, la pseudociencia, que antes resultaba ser excluida, y que ahora gracias a los medios de comunicación y redes sociales, esta falsa ciencia que se disfraza bajo un lenguaje técnico, ha comenzado a interferir en nuestras vidas, y manipula las ideas de la gente con afirmaciones que aparentan ser científicas, pero no lo son, ya que no siguen ningunos estándares de verificación objetiva del Método Científico, por lo que no han sido comprobados de manera fiable.

Muchas veces este tipo de creencias o rumores resultan ser irracionales, llegando al punto de hacer creer a la gente hechos falsos o llegar a desmentir o refutar teorías científicas verificadas y ciertas.

Las prácticas de estas disciplinas a las que se consideran falsas ciencias pueden ser, en muchos casos, perjudiciales para el hombre. En el área salud, es bastante amplia la serie de falsas curas para el cáncer y otras enfermedades, dietas o terapias; que aseguran ser comprobadas, pero que, en realidad, no cuentan con ninguna base científica. En otras áreas encontramos la astrología, el feng shui, la ufología, etc. Todas estas disciplinas al tener el apoyo de gran parte de la sociedad causan, en algunos casos, pérdidas económicas, pérdidas en salud, dependencia psicológica, etc. De hecho no se obtiene de las pseudociencias ningún beneficio que no sea el de obtener conocimiento falso, sin ningún valor, ni sentido alguno. También es muy conocida la gran cantidad de timadores y estafadores de prácticas como el esoterismo y falsos tratamientos de salud, en donde algunas personas creen realmente que necesitan este tipo de tratamientos para poder curarse con éxito. La existencia de estas prácticas que mantienen un conocimiento erróneo, perjudican el avance de la ciencia verdadera, y dañan el conocimiento ya adquirido y comprobado.

Según los medios de comunicación las sociedades científicas de muchos países se han pronunciado en contra de las pseudociencias, debido a que ellas tienen la responsabilidad de alertar a la sociedad los peligros de las prácticas y productos que no cuentan con una certeza científica.

Pero acaso la gente es tan difícil de engañar o dejarse llevar por estas teorías, ¿A caso la educación no nos protege de las amenazas de las teorías inventadas? ¿Qué es lo que falla en la educación científica?

En realidad, sabemos que si estas creencias han llegado a difundirse tan ampliamente es porque poseen un carácter intuitivo que los hace atractivas, y consiguen apropiarse de la autoridad científica y se deshacen con éxito de las críticas, por lo que consiguen promover muchas más teorías falsas, sin sentido e ignorantes, que lo único que hacen es hacer a la gente mucho menos culta y consciente de la realidad.

Realmente yo creo que por mucho que sean noticias tentadoras y que irresistiblemente no podemos evitar leerlas, pienso que el problema principal es el desconocimiento, la falta de buscar conocimiento. Por lo cual, la única manera de saber lo que nos rodea, y que es lo mejor para nosotros, y lo que nos puede perjudicar, es el conocimiento.

Llega a ser curioso que viviendo en una sociedad cuyo desarrollo se basa en el conocimiento científico y tecnológico, la población en general sepa muy poco de ciencia y tecnología. Habrá personas que no hayan podido acceder en su momento a una educación, habrá personas que sepan más o menos sobre ciencia, pero lo más importante ahora es enriquecer nuestras mentes con la máxima información científica y social. Esto no quiere que decir que personas que tengan acceso a educación no crean en las pseudociencias, ya que de hecho las hay, porque yo creo que lo que falla es que no se le da la suficiente importancia a la educación científica, por lo que no se inculca la educación desde la temprana infancia en la aceptación de los hechos científicos más básicos y en la creación o fabricación de hipótesis que concuerden con la realidad demostrada, dando la máxima importancia a tener claro cuáles son las características de un conocimiento falso. Por lo tanto para que la educación científica nos pueda proteger de la pseudociencia, se ha de establecer desde las escuelas, desde el entorno, en los hogares, en la televisión, en los medios de comunicación, y todo lo que tenga un directo acceso con nuestra vida cotidiana, porque es la única manera de luchar o hacer frente a la gente que impulsa la pseudociencia, para tal de mantener el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

En conclusión, todos sabemos que como sociedad tenemos el derecho a conocer lo que es cierto y lo que no, ya que una sociedad que no conoce la verdad no es totalmente independiente para hacer cumplir sus derechos, avanzar en cultura, ciencia y tecnología.

Por tanto hay que tener claro que para poder poner fin a la pseudociencia primero hay que estar unidos, e intentar estimular la educación científica no solo en las escuelas, sino que mucho más allá.

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