En los años noventa, los científicos comenzaron a preguntarse por qué muchos  pájaros comen distintas variedades de chile sin reaccionar al sabor picante (doloroso para muchos)  que produce una sustancia llamada capsaicina. Anna Pidgeon, de  la Universidad Wisconsin-Madison, ha llegado a la conclusión de que podría estar  relacionado con que las aves tienen muy pocas papilas  gustativas. Sin ir más lejos, mientras la lengua humana posee en torno  a 10.000, los pollos sólo cuentan con 24 papilas, y las palomas con 37. “No  sabemos si los pájaros no perciben el picante, pero lo que está claro es que no  les afecta como a nosotros”, aclara Pidgeon, que añade que incluso aunque  algunas aves perciban todos los sabores básicos parecen tener diferentes  reacciones químicas frente a ellos.
Esto supone una ventaja para las plantas, ya que mientras el picante actúa como un eficaz mecanismo de defensa frente a bacterias, hongos, e incluso evita el ataque de mamíferos, no impide la diseminación de las semillas por parte de los pájaros.