El 21 de enero de 1793, el rey de Francia Luis XVI fue ejecutado en la guillotina por conspirar contra la libertad de la nación y tras un intento de fuga. Según las crónicas que se conservan de la época, fueron muchos los ciudadanos que subieron al cadalso a mojar sus pañuelos en la sangre del monarca para tener un recuerdo del histórico acontecimiento. Un equipo coordinado por el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Carles Lalueza-Fox ha analizado la sangre procedente de uno de esos pañuelos y ha observado que sus patrones genéticos podrían corresponderse con los del rey galo. Los resultados se publican en la revista Forensic Science International.
Aunque del pañuelo no se conservan restos, los científicos sí han podido analizar la sustancia marrón que durante años ha permanecido dentro de una calabaza. La calabaza, decorada con técnica pirográfica, lleva en posesión de una familia de Bolonia desde hace más de un siglo. El objeto, valorado en 2 millones de euros, muestra los retratos de varios protagonistas de la revolución francesa, como George Danton, Maximilien Robespierre, Camilla Desmoulins, Louis-Sébastien Mercier, Jean Paul Marat, la reina Maria Antonieta o el propio Luis XVI.